Estrés por Covid-19
Por: Jesús Ricalde
Quequi
Muchos usuarios de redes sociales han reportado la ausencia de sueño, esto desde el inicio del confinamiento por el Covid-19, pues algunos han modificado sus hábitos, entre ellos el de la rutina del sueño.
Al investigar el tema encontramos una explicación realizada por el neurólogo Hernando Pérez, especialista del Centro de Neurología Avanzada de España, y es que dice que debido a la cuarentena nos estamos despertando más tarde, nos estamos perdiendo la luz solar de la mañana, la cual es clave para que el cerebro sepa que dentro de 12 o 14 horas llegará el momento de dormir. Otro factor importante es que durante el transcurso del día nuestro cuerpo se mantiene activo y cuando llega la noche siente la necesidad de descansar. “Pero si hacemos menos actividad física porque estamos encerrados, eso incidirá en nuestro sueño”.
Por su parte el doctor Alejandro Jiménez Genchi, presidente de la Academia Mexicana de Medicina del Dormir, expresó a un medio de comunicación nacional, que hay múltiples razones por las que se produce esta incapacidad para dormir, una de ellas puede ser el distanciamiento social, el cual está generando alteraciones.
«No salimos, no hacemos ejercicio, no nos trasladamos y caminamos poco, lo que produce menor impulso y cansancio a la hora de dormir», expresó Jiménez Genchi.
Además de ello la dificultad para dormir se genera de acuerdo a lo estipulado en la teoría del hiper alertamiento, «la amenaza que significa el virus en tanto su calidad infecciosa, provoca que tendamos a estar más despiertos al entrar en un estado de alerta, esto produce una activación de índole cognitiva, desarrollada en el pensamiento, en las emociones, generando ansiedad y temor”.
De igual forma dijo que al estar obligados a despertar temprano para ir a trabajar o ir a la escuela, tendemos a recorrer nuestro periodo de sueño, además, los adolescentes y adultos jóvenes son el sector que padece esta variante de trastorno que es más conocido como «síndrome de fase retrasada», pues dormimos tarde y recorremos nuestra hora de dormir, pero también recorremos nuestra hora de despertar, y es así que el periodo de sueño retrocede.
Las taxonomías del sueño nos dicen que si estas afecciones duran más de tres meses, puede considerarse un trastorno por insomnio crónico, mientras que una cantidad menor a esta, se clasifica como trastorno transitorio o agudo, el cual es el que presenta la mayoría de la población en este momento.
Se sabe que de cada 4 personas que tienen insomnio agudo, una se convertirá en afección crónica, y que la reducción de sueño prepondera, principalmente, en las mujeres y adultos con más de 40 años.
Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la existencia de más de 80 tipos de trastornos del sueño, cada uno de ellos con características específicas. Una de las más comunes es el «insomnio», el cual afecta a un número considerable de la población a nivel mundial.
El insomnio se caracteriza por la dificultad para conciliar y mantener el sueño, el cual, afectará directamente el rendimiento, acompañado de secuelas conocidas como «molestias diurnas», en las que es común la fatiga, sensación de malestar, dificultad para concentrarse y cambios en el rendimiento laboral.
En cuanto a los tratamientos disponibles para combatir a la enfermedad, existen las intervenciones psicológicas, conocidas como “higiene de sueño”, y las recomendaciones específicas que promueven el uso exclusivo de la cama para dormir y para tener actividad sexual, evitando otras prácticas acostados, y establecer horarios que cubran las necesidades de sueño.
Otro tratamiento es recurrir al uso de medicamentos, llamados hipnóticos, que tienen el efecto de inducir y favorecer el mantenimiento del sueño y que deben de ser indicados por el médico.
Recomendaciones
Te dejamos una serie de recomendaciones realizadas por expertos, la intención es tratar de cubrir 8 horas de sueño.
1.- Mantén una rutina: establece un horario fijo para ir a dormir y respeta esa hora. El cerebro tiene que tener claro cuándo tiene que estar despierto y cuando no.
2.- Busca exponerte al sol en la mañana y al aire fresco, ya sea por la ventana o por un balcón.
3.- Queda terminantemente prohibido llevarse una preocupación a la cama: hay que pensar en algo agradable.
4.- La cama es para dormir: hagamos que el cuerpo vincule la cama con el sueño para que se desactive cuando llegue a ella. Por ejemplo, no trabajes, ni estudies, ni hables por teléfono en la cama.
5.- Evita las siestas, pero si no puedes, que no duren más de 30 minutos.
6.- No lleves el celular o la tableta a la cama, no sólo porque su luz inhibe la secreción de la melatonina (hormona clave para relajarse y dormir), sino porque te puedes encontrar un mensaje o información en internet que puede aumentar tus niveles de ansiedad e incertidumbre.
7.- Haz ejercicios durante el día y evítalo a toda costa poco antes de irte a la cama.
8.- Trata de relajarte en la medida de lo posible, especialmente antes de irte a acostar. Busca algo que te distraiga y que te ayude a despejar tu mente: meditar, hacer ejercicios respiratorios, escuchar música apacible.
9.- Pese a la flexibilidad que da el trabajar y estudiar en casa, no te quedes hasta tarde viendo series o películas. El entretenimiento es fundamental, pero “saltarse” la hora de dormir por un maratón de tu serie favorita repercutirá en la hora en que te despertarás y todo tu ciclo del sueño se verá alterado y corregirlo no siempre es fácil.
10.- Consulta con tu médico o con un especialista si sientes que tus problemas para dormir empeoran, pues es importante tomar medidas a tiempo.