EL CASTILLO

Corrupción irremediable

 

Lo malo de albergar esperanzas y ansiosamente clamar por los cambios, es ver los resultados, sobre todo cuando se repite el refrán: estábamos mejor cuando asegurábamos estar peor. El surgimiento de un nuevo municipio generó en quienes ahí habitan gran júbilo, gobernarse y aprovechar los impuestos para reparar sus calles, contar con las luminarias necesarias, exigir mejor transporte, servicios como recoja de basura y atención de otro nivel, dejar de depender de las dádivas malamente otorgadas por los munícipes de Benito Juárez constituyó todo un paquete por el cual sentirse satisfechos al verse autónomos. Para los ciudadanos contemplando desde afuera esa transformación, hubo la contemplación de un gran signo de pesos y, quienes dentro de la esfera política hicieron apuestas y las encaminaron a la generación de grandes negocios con sus respectivas cargas de utilidades por la vía más conocida, la de la corrupción, desgraciadamente ganaron.

 

Se han generado una cadena de abusos en los cuales, los adjetivos se reparten con los diputados. Dentro de los absurdos aparecen los nuevos tabuladores para el pago de predial, para los avalúos, desarrollo urbano es la gran caja fuerte surtidora de ingresos y no precisamente oficiales, al tener como obligación, adaptar a la realidad cada inmueble y con ello la aplicación: de acuerdo al sapo es la pedrada, está de moda. Viviendas cuyos precios no alcanzan los 500 mil pesos aparecen valuadas en más de un millón y los terrenos en las colonias, sin vista e inclusive sin todavía la introducción de calles o servicios se sobrevaluaron en hasta 500 veces más el valor. Y, no es difícil captar hasta dónde llegan las entradas extraordinarias cuando dentro del grupo seleccionado en las diferentes direcciones e importado de Benito Juárez, se encuentran quienes han sido señalados públicamente por acciones imborrables de corrupción.

 

En Benito Juárez, cada vez son más graves los desvíos económicos, alcanzan cifras mayores y nadie parece preocuparse, en por lo menos disimular. Un ejemplo, en el cual puede dejarse debidamente establecido uno de los porqués del incremento de la inseguridad, de la falta de vigilancia policiaca efectiva se tiene en el pago, en el dinero que debe entregar quien tiene a su mando una patrulla a sus superiores. La cuota diaria alcanza los 5 mil pesos, por lo tanto, es mucho más preocupante para los uniformados conseguir ese dinero que patrullar la ciudad, perseguir delincuentes, estar al tanto de evitar el asalto a los transeúntes. De no entregar la mencionada cuota, deben dejar el vehículo y el traslado a una esquina, a pleno sol, es el premio a su incapacidad de delinquir, de extorsionar a los cancunenses. La oficina de Fiscalización sigue siendo la gran cueva de Alí Baba, trámites y licencias siguen vendiéndose al igual que los permisos para espectaculares y ni qué decir del dinero recolectado con etiquetas, como la cuota de bomberos, el cual nunca llega a su destino y menos aún, el recaudado para el servicio de limpia. Como el jefe del presidente municipal no es aquel depositario de voto a su favor, sino Emilio González, el líder inmoral del Partido Verde, y vive en la Zona Hotelera sin darse un tiempo para bajar a la tierra y percatarse de las acciones de sus muchachos, de la doña de Puerto Morelos y el chavito de Cancún, tienen vía libre para agotar todas las posibilidades existentes de corrupción.

 

Aunque dicen que lo del Verde, lo verdaderamente importante para ese partido, sigue radicando en las violaciones ambientales y el rompimiento de los ordenamientos en las densidades.

 

Un tiempo para reflexionar le viene bien a todos, así que nos leeremos el próximo lunes 24.

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