LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

 

 

LA MARCHA DE LAS LETRAS

 

 

Las propuestas en la Reforma Educativa, mismas consideradas dentro de un esquema totalmente diferente a la modificación de los textos, es decir, a la redacción de un documento distinto avalado por los mentores, menciona entre otros las “Escuelas al 100”. Modelo mediante el cual los planteles recibirían dinero en proporción a la matrícula con la que cuentan, acompañado de un libro en el cual se menciona cómo deben utilizar esos fondos prestados con todo e intereses de por medio. La devolución la solicitan en 15 ó 20 años, de acuerdo al monto. El porcentaje de interés, al estilo bancario, se descuenta del total asignado como empréstito. Además de señalar la manera de aplicar los fondos, se da una lista de proveedores con los cuales, aseguran, se ha llegado a acuerdos que permiten obtener lo requerido a menor precio, lo cual no siempre es así y, sin embargo, esas facturas o notas son las únicas que se reconocerían como comprobantes de la utilización del recurso.

 

Hasta ahí la participación de la Iniciativa Privada en el área educativa. Porque esos fondos no provienen de la SEP, ni del Gobierno federal o de alguna otra dependencia gubernamental, sino de quienes ya hicieron sus cuentas para lograr alcanzar el punto en donde se les permita, a falta de pago, embargar los inmuebles, convertirlos en escuelas particulares o derrumbarlas y utilizar los terrenos con otros fines. Todo dependerá, obviamente, de la ubicación. Como es de suponerse, las escuelas en zonas urbanas de nivel serán las primeras que vean estos “beneficios”. Sus ubicaciones han dado a los terrenos una singular e importante plusvalía. En cada plantel son maestros y directores los que estarán durante varios años, tal vez todo el tiempo marcado como plazo para el pago total de las aportaciones entregadas y son ellos los responsables de manera directa de otorgar la información adecuada a los padres de familia. Si en el presente esa puede ser la solución para la construcción de bardas, el acondicionamiento de bancas, pupitres y hasta sanitarios, o llevar a la realidad adecuaciones para prácticas deportivas, todo ello, al no liquidar el préstamo, quedará como activo para una escuela particular y serán otras generaciones a las cuales se les cancele la educación gratuita.

 

Son muchas las intenciones y mínimas las acciones que den fe de la verticalidad de una reforma pretendidamente educativa, pero que encierra áreas laborales como eje principal. Entre otras, se le da nombre a una “autonomía de gestión” para decidir cómo les gustaría su escuela, el calendario escolar más conveniente, decisiones ante las cuales sólo puede aplicarse un término: anarquía. Cada plantel puede tener su propio esquema y eso no permite la uniformidad en renglones que revelan al alumnado la importancia de la disciplina, del orden, de otros valores con los que antiguamente contaba la enseñanza pública. A la irritación magisterial y de por sí manifestada, se le agrega una total falta de respeto al vetarse leyes ya aprobadas, como es el caso de los artículos de la “3de3” referentes a los empresarios y no aceptar que debe hacerse lo mismo con lo relacionado a la pérdida de prestaciones de los maestros o, incluso, a la conservación de su fuente de trabajo.

 

Las banderas de desacreditación enarboladas por el Gobierno federal y secundadas en algunas entidades, se ha visto que no han fructificado y las manifestaciones de inconformidad no sólo se han multiplicado en número y espacio, sino que ya cuentan en sus filas con cientos, miles de padres de familia. Un desbordamiento es lo menos deseable y, después, no valdrán ni los perdones ni las disculpas públicas.

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