El boxeo, entre la élite y la polémica

Round 12 > Por Mauricio Sulaimán
(Presidente del WBC – Hijo de José Sulaimán)
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Después de la tormenta llegó la calma, tras la memorable batalla entre Tyson Fury y Oleksandr Usyk. Aquí mi análisis de los hechos.


Fury, de Inglaterra, enfrentó a Usyk, de Ucrania, en el Reino de Arabia Saudita en la que es ya considerada una de las grandes peleas de la historia, comparada con Alí-Frazier, Alí-Foreman o Tyson- Holyfield, entre otras legendarias peleas.


La promoción que realizó Riyadh Season, bajo el liderazgo de Turki Alalshik fue algo jamás visto; la producción previa de cortometrajes, arte relacionado al combate y la producción del evento en sí, en la “Kingdom Arena” fue espectacular, el ambiente que se generó fue mágico y la pelea sobrepasó las expectativas.


¿Qué tuvo que pasar para que se lograra dar este combate?
Una negociación multimillonaria con las mayores bolsas jamás antes vistas, para ambos boxeadores, flexibilidad de los cuatro organismos (WBC, WBO, IBF y WBA) para que ambos expusieran sus campeonatos, y la pelea fuera por el título indiscutido.


Se celebraron incontables reuniones y comunicados para atender asuntos delicados para poner a todas las partes de acuerdo.


Determinar qué Comisión de Boxeo sería la encargada de la pelea fue una tarea titánica, pues Arabia Saudita no tiene una establecida, y dicha entidad tendría que ser neutral. Finalmente se acordó que la MEPBC (Comisión de Boxeo Profesional del Medio Oriente) sería la encargada. Después vino el tema de los jueces y réferi, un largo proceso que se complicó hasta el último momento para lograr la lista final.


Las reglas del combate, principalmente el tema de la repetición de video, llevó arduas discusiones y conflictos; el vendaje, los guantes, en fin, muchos rounds se llevaron para un acuerdo final.


La pelea estaba programada para celebrarse en febrero, pero Tyson Fury salió cortado en una sesión de sparring, y se tuvo que reprogramar para el 18 de mayo.


En febrero sucedió algo histórico que dio un contexto único a este gran combate, el Santo Padre Francisco dio la bendición al cinturón conmemorativo del combate.


El “Undisputed Belt” estuvo en las manos del Pontífice, quien dio la bendición a ambos boxeadores, y la nombró como “Pelea por La Paz”. Esto sucedió durante una audiencia que tuvimos mi hermano Héctor y yo, gracias a nuestro querido Adrián Pallarols.
Los ánimos en la semana de la pelea estaban incandescentes; inclusive, se dio una lamentable trifulca en el hotel sede, cuando se encontraron los equipos de ambos guerreros, y el padre de Fury dio un cabezazo a un miembro del equipo de Usyk, que generó un ambiente hostil por el resto de la semana.


El mundo siguió las acciones por la plataforma DAZN. Ya en la Arena, a la una de la madrugada, después de un show musical vino la entrada de los boxeadores, simplemente espectacular, seguido por la emotividad de los himnos de ambas naciones; finalmente un cuadrilátero vacío, Fury en su esquina, Usyk, en la de él, y el réferi en el centro del ring esperando la campanada inicial.


Usyk salió agresivo, pero los primeros dos rounds fueron relativamente de poca acción efectiva por ambos peleadores. Fury dominó el tercero, cuarto y quinto round, pero en el sexto y séptimo logró conectar, cortar de la ceja y evidentemente lastimar al ucraniano, con poderosos jabs, uppercuts y ganchos que llevaron a la sensación que la pelea estaría cerca de llegar a su término, con una victoria para el gigante Fury sobre un Usyk que se veía disminuido, cansado y derrotado.


Llegó el minuto de descanso al término del séptimo, y una de las cosas más increíbles que me ha tocado vivir en el boxeo sucedió. El entrenador de Usyk, Yurii Tkachenko, se arrodilló frente a él, y le preguntó: “¿Quieres el crucifijo?”. “Sí, respondió”. Acto seguido le acercó la cruz que tenía colgada en su pecho, y éste la besó.


El octavo round cambió el rumbo de la pelea, pues Usyk conectó un brutal gancho que explotó en la nariz de Fury, quien empezó a sangrar profusamente. Tyson cometió el error de sonarse la nariz, pues esto le causó inflamación en su ojo derecho también. El noveno round fue dramático, Fury estuvo al borde del nocaut al ser conectado con combinaciones, siendo golpeado por todo el ring hasta que finalmente cayó a las cuerdas, y atinadamente, el réferi contó como caída oficial, parecía el final del combate, y justo sonó la campana.


La fuerza e inspiración divina que Usyk recibió al besar su crucifijo quedará como un testimonio de cómo la fe lo puede todo.


La impecable labor de Russ Anber, en la esquina de Usyk, que controló el sangrado de la herida fue también un elemento fundamental.


Los últimos tres rounds fueron dramáticos a más no poder; el fantasma del nocaut estaba flotando por la Arena, pero la valentía, corazón y gran habilidad boxística de Fury lo llevaron, inclusive, a volver a lastimar a Usyk hasta que sonó la última campanada.


Se fundieron en un ejemplar abrazo, y Fury besó la frente de su ahora amigo después de 12 rounds de combate. Esta es la belleza de este deporte, el más noble y humano que existe. La tensión que existía previo al anuncio oficial en manos de Michael Buffer era escalofriante, un silencio ensordecedor, ¿Si saben a qué me refiero?, esa expectativa que tiene la atención total: 115-112, para Usyk; 114-113 para Fury, y 114-113 para el ganador por decisión dividida, ¡Oleksandr Usyk!


El jueceo siempre estará en tela de juicio, hay tantos factores que se deberían de conocer para poder entender, y así analizar lo que sucede en las puntuaciones que dan los tres jueces oficiales de las peleas.

¿SABÍAS QUE?

Hay quienes han cuestionado e, inclusive, criticado la puntuación del juez Craig Metcalfe al calificar 114-113, a favor de Fury. Tras un análisis a detalle resulta que todo se resolvió en el round 11. Este episodio lo calificó 10-9 a favor de Fury. El juez Fitzgerald, quien calificó 114-113 a favor de Usyk, dio el decimoprimer episodio 10-9 a favor de Usyk. Fue un round cerrado, difícil de calificar. Si este round, el boxeo, entre la élite y la polémica Fitzgerald lo hubiese calificado a favor de Fury, su tarjeta final hubiera sido 114-113, a favor de Fury. Con este sencillo análisis se descarta cualquier acusación a Craig Metcalfe, quien es una persona honorable y merece el respeto, pues es un gran oficial de ring.

ANÉCDOTA DE HOY

Una de las últimas iniciativas que mi querido padre logró implementar en el boxeo fue la regla de las puntuaciones abiertas; quiere decir que tras el cuarto y octavo round se den a conocer las puntuaciones oficiales de los jueces. Este concepto ha sido implementado en la gran mayoría del mundo con excepción de Estados Unidos e Inglaterra. Hay innumerables ejemplos de peleadores que han dicho después de perder un combate que si hubiesen sabido que iban abajo en las puntuaciones hubieran cambiado su estrategia y cerrar más fuerte y agresivos.

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