EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

Fridays for future

Los viernes musulmanes de Yumu’ah y sermones incendiarios de imanes extremistas cohabitarán con los del cambio climático, gracias a Greta Thunberg, universalmente “cool”, una “Rebelde con Causa”… 

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

A finales de agosto de 2018, la activista sueca, Greta Thunberg se plantó cada día durante tres semanas frente al Parlamento de su nórdico país para pedir a su gobierno que cumpliese con el Acuerdo de París sobre el clima. Acababan de pasar el verano más caluroso de la historia y ella, con 15 años, enfundada en un chubasquero amarillo y con una pancarta de madera. En septiembre, decidió cambiar la sentada y empezó a faltar a clase cada viernes. Así nacieron los “Viernes para el Futuro”, la traducción al español de #FridaysForFuture, el hashtag con el que la acción de Thunberg comenzó a extenderse por redes sociales y que la llevó a participar el 14 de diciembre en la Cumbre del Clima de Katowice, en Polonia, frente a más de un centenar de líderes mundiales. Ahora, su huelga de los viernes es mundial desde este 15 de marzo: en más de mil ciudades de 89 países, los estudiantes estaban llamados a secundarla, también en muchas naciones musulmanas.

La Yumu’ah es una oración o un azalá de los musulmanes que se celebra cada viernes, poco después del mediodía. Reemplaza la oración Dhuhr efectuada los otros días de la semana. Es una obligación para los hombres (y una recomendación para las mujeres) efectuar la Yumu’ah junto con otros musulmanes en la mezquita. Sólo el estar enfermo es considerado una razón válida para perder el Yumu’ah, siendo la visita a la mezquita una dificultad para el musulmán enfermo y si la enfermedad en cuestión es contagiosa, podría afectar a los otros musulmanes en la mezquita. El rezo del Yumu’ah es precedido por un sermón. Los discursos tienen a menudo una inclinación práctica fuerte, intentando integrar y aplicar creencia islámica y enseñanzas históricas en vida de cada día contemporánea. En muchas sociedades islámicas, el Yumu’ah tiene a menudo una comunidad significativa o aún un papel político. A partir de ahora el “Viernes Musulmán” compartirá protagonismo con los “Viernes para el Futuro”. En la actualidad, en torno a mil 500 millones de personas del planeta profesan la religión instaurada por Mahoma.

¿Qué es ser “cool”? James Dean, Marlon Brando o George Cloony, ¿quién es el más “cool” de los tres? Un museo de Washington dio la respuesta y organizó una exposición para tratar de definir el popular concepto. Maddona es “cool” y Lady Gaga no lo es tanto, por la misma razón que la figura de Marlon Brando es más “cool” que la James Dean y ambos lo fueron más que George Cloone o Al Pacino. La exposición “American Cool”, en la National Portrait Gallery de Washington, examinó un concepto que es tan extendido como difícil de delimitar y establece las características básicas que lo definen. Con ello aporta un baremo para saber cuánto de “cool’ tiene una personalidad pública. “Cool”, que según los viejos diccionarios equivale a “frío”, debe su nuevo valor al legendario saxofonista de Jazz Lester Young, que en la década de 1940 le dio un giro a la palabra. Ya en 1708 apareció escrita en Inglaterra con el significado de “calma”, pero Young fue el primero en decir “I am cool”. Con ello quería decir que se encontraba relajado en un determinado ambiente, con la situación bajo control. Young también fue el primero en actuar de noche en un escenario llevando gafas de sol. Era como decir: “juego con las cartas muy próximas al pecho, no muestro mis emociones”, explicaban los comisarios de la exposición, Joel Dinerstein, estudioso del Jazz, y Frank Goodyear, experto en estudios americanos.

Nacido el concepto “cool” en la escena de la cultura estadounidense, la definición que formula la exposición de Washington se atiene a ese ámbito popular de actores, cantantes, músicos y artistas, valorando lo que ha aportado su personalidad y su creatividad. Así, se fijan cuatro elementos básicos de la persona “cool”.  Primero, se trata de alguien con una visión artística original llevada a cabo con un estilo personal. Segundo, encarna una rebelión o transgresión cultural para una particular generación. Tercero, tiene un poder icónico o un reconocimiento visual instantáneo. Cuarto, ha dejado un reconocido legado cultural. En la selección de los cien estadounidenses más ‘cool’, presentados en la muestra con retratos realizados por algunos de los fotógrafos más renombrados –es una exposición fotográfica–, se ha tenido en cuenta a famosos que al menos reunieran tres de las cuatro características mencionadas.

De esta forma, por ejemplo, no se incluye a Lady Gaga, por considerar que tiene mucho de ‘remake’ de Madonna, cuya foto sí está en la exposición. Tampoco figura Cloony, por entender que ni supone ninguna transgresión ni está dejando un legado, algo que sí en cambio hicieron Marlon Brando y James Dean, si bien este último copió muchas cosas de Brando. “Con Marlon, las cazadoras de cuero y las moto pasaron a ser atributos de “cool”, afirma Dinerstein. La exposición comienza con los precursores, que fueron “cool” sin que ellos mismos u otras personas les aplicaran ese adjetivo. Ahí se incluyen Buster Keaton, Greta Garbo, Fred Astaire o Ernest Hemingway. Luego pasa a la generación en la que nació lo “cool”, en las décadas de 1940 y 1950, con fotografías de John Wayne, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Robert Mitchum, Gary Cooper, Elvis Presley o Frank Sinatra. En las décadas de 1960 y 1970 se produjo una intersección entre lo ‘cool’ y la contracultura, y el concepto tuvo más que ver con la oposición al sistema, con un cóctel de drogas o de rock and roll, o las dos cosas a la vez. Era un estar “al frente y sentirse cómodo con esa actitud”. Fue la época de Paul Newman, Bob Dylan, Lou Reed, Mohammed Alí, Jimi Hendrix, Johnny Cash, Susan Sontag o Malcolm X, uno de los pocos no propiamente ‘celebrities’ incluidos en la selección. Desde los años 80, como especialmente “cool” figuran Steve Jobs, Michael Jordan, Prince, Bruce Springsteen, Benicio del Toro, Quentin Tarantino y Jonny Depp.

“¡Eh, abuelo, deja de ser un mierda! Jóvenes activistas del clima exigen responsabilidad a los adultos”, opina Eliane Brum (Ijuí, Río Grande del Sur, 23 de mayo de 1966), periodista, escritora y documentalista brasileña. “Si has nacido a principios de siglo, descubres que vas a pasar los mejores años de tu vida en un planeta afectado por eventos extremos y te das cuenta de que los países estratégicos para combatir el cambio climático, como EE UU y Brasil, están liderados por Donald Trump y Jair Bolsonaro, ¿qué haces? Algunos imitan a los adultos, meten la cabeza bajo la almohada y piensan que la catástrofe solo va a recaer sobre los más pobres. Otros ya sienten los efectos y migran con sus familias porque las cosechas se malogran o el agua ha desaparecido. Y otros ya empiezan a hacer lo que los mayores deberían estar haciendo. Ante hombres y mujeres infantilizados, en muchos casos sus propios padres, y locos de extrema derecha que se reproducen por el mundo, lidian con los granos, las hormonas y el calentamiento global”.

El número de niños y adolescentes que han decidido exigir responsabilidades a sus Gobiernos ha crecido. Saben que serán ellos y sus hijos, no los políticos actuales, los que vivirán en un planeta devastado. Con esta idea, la sueca Greta Thunberg, de 15 años, se negó a ir al colegio hasta que se celebraran las elecciones en su país, el pasado septiembre, para llamar la atención sobre la crisis climática. En el Parlamento, sus panfletos no podrían ser más claros: “Estoy haciendo esto porque a vosotros, adultos, os importa una mierda mi futuro”. Suecia dejaba atrás el verano más caluroso de los últimos 262 años, época en que la temperatura empezó a registrarse, marcado por olas de calor e incendios forestales. El ejemplo de la sueca inspiró a los casi 15.000 estudiantes australianos que este mes dejaron de ir al colegio para protestar contra el fracaso del Gobierno en el combate al cambio climático. El primer ministro, Scott Morrison, reaccionó: “Lo que queremos en las escuelas es más aprendizaje y menos activismo”. Los jóvenes respondieron en las calles: “Dejaremos de ser activistas si vosotros dejáis de ser unos mierdas”.

En 2015, 21 niños y adolescentes ya habían sorprendido al mundo al demandar al Gobierno de EE UU por tomar decisiones que agudizan el cambio climático y vulneran sus derechos. En varios países hay demandas contra el Estado por no tomar medidas contra el calentamiento global y otras se presentarán en los próximos meses. Thunberg escribió en un artículo: “Todos creen que podemos resolver la crisis sin esfuerzo ni sacrificio”. Con 15 años, demuestra la lucidez que falta en la mayor parte de los líderes mundiales cuando se realiza en Polonia la Cumbre del Clima (COP 24), en una coyuntura cada vez más desfavorable a acuerdos globales. Los adultos tienen suerte de que Greta y otros jóvenes estén en Katowice. La chica declaró en la apertura: “Como nuestros líderes se comportan como niños, nosotros tendremos que asumir la responsabilidad que ellos deberían haber asumido hace mucho”.

Resulta muy gratificante que los estudiantes den a la ciencia un crédito que muchos gobernantes le escatiman. Es un síntoma del trascendental papel que tiene la educación en la construcción de una ciudadanía crítica y responsable. Pero los jóvenes estudiantes por el clima no solo interpelan a las autoridades y gobernantes. Apelan también a la responsabilidad de todos los adultos. El cambio climático avanza más rápido de lo que se pensaba y combatirlo exigirá sacrificios. El futuro del planeta no solo depende de que se tomen decisiones globales, como eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también de decisiones individuales como evitar el consumo superfluo, comer solo la carne estrictamente necesaria, dejar de utilizar envases desechables, desplazarse en transporte público o reciclar la ropa. Afortunadamente una nueva conciencia florece en los colegios e institutos: ninguna generación tiene derecho a hipotecar con sus decisiones egoístas el futuro de las siguientes. “Fridays for future” del cambio climático se universaliza.

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