EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY
EL BESTIARIO
SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY
Matanza de un estudiante de 11 años en Coahuila
Una España necrológica, acostumbrada a fusilamientos y golpes de estado militares, atentados terroristas indiscriminados e insurrecciones revolucionarias se horrorizó con un film, “¿Quién puede matar a un niño?”, coincidente con la muerte de Francisco Franco y el nacimiento de la “Transición o Transformación Democrática”…
“Un estudiante de 11 años ha sembrado el pánico esta mañana en un colegio de Torreón, en el estado mexicano de Coahuila, en el norte de México. El menor, según el relato de las autoridades, entró con dos armas al colegio Miguel de Cervantes y disparó contra sus compañeros. El ataque ha dejado dos muertos, una maestra de sexto grado y el propio estudiante, quien se habría suicidado, y seis heridos, cinco estudiantes y un profesor de Educación Física. Todos, menos uno de los alumnos, están fuera de peligro…”. Esta noticia llegaba a las redacciones este viernes. Miguel Ángel Riquelme, gobernador del estado, se mostró “consternado” en una conferencia de prensa en la que explicó los hechos. El mandatario lamentó lo ocurrido y aseguró, según las primeras indagatorias, que el chico pidió permiso a su maestra para ir al baño pasadas las 8:00. Tras 15 minutos de espera, la docente salió a buscarlo. En el pasillo, el chico comenzó a disparar, mató a la maestra, e hirió a sus compañeros y al maestro. Riquelme ha dicho que el menor disparó después contra sí mismo. El gobernador ha añadido que el joven nunca había tenido un comportamiento extraño, era buen alumno y vivía con su abuela. “Mi gobierno estará en contacto con todas las instituciones en materia de seguridad pública para fomentar medidas de prevención”, ha dicho.
Gerardo Márquez, en su papel de fiscal de Coahuila, afirmó en una entrevista concedida al diario Milenio, que analizarán el teléfono, el iPad y la computadora del menor, así como sus relaciones personales. El estudiante, dijo el fiscal local, iba vestido con una playera en la que había escrito de forma rudimentaria “Natural Selection”, el nombre de un videojuego. En su comparecencia, Riquelme ha explicado que están reuniendo detalles del entorno familiar, pero ha dicho que las primeras pesquisas arrojan a que el estudiante era muy aficionado a los juegos de video y están investigando la influencia de estos en el ataque. “Natural Selection” fue creado en 2002 por el estudio californiano Unknown Worlds Entertainment y presenta enfrentamientos entre alienígenas y soldados, con armas como ametralladoras, escopetas, lanzagranadas, cuchillos y pistolas. Los soldados deben acabar con las colonias de los alienígenas y sus colmenas. “Le eché un vistazo a ‘Natural Selection’: es un juego que da una simulación muy clara del manejo de armas de alto calibre”, ha agregado Riquelme. “Los hechos lamentables arrojan un perfil psicológico específico del menor, que tendrá que ser resuelto en las indagatorias”. Además, ha dicho que esta mañana, al entrar al aula, el niño dijo a sus compañeros: “Hoy es el día”. “Esperamos a que la Fiscalía concluya las investigaciones, de dónde sacó las armas, y el entorno familiar”, ha expresado Riquelme durante su conferencia de prensa. El gobernador hizo varias referencias al “violento” videojuego “Natural Selection”, obviando lo que está ocurriendo en su estado de Coahuila y su inseguridad.
Consciente de lo que pesa un desierto, el escritor coahuilense Carlos Velázquez defiende que el norte está hecho de extremos, de todo y nada, de tedio y excitaciones desbordadas. De mutilaciones y pollo frito. “El norte de México es el no lugar, la no pertenencia”, decía el pasado mes de septiembre. Qué es el norte. De qué se compone. Velázquez y su amigo Luis Jorge Boone, también escritor, también coahuilense, coincidieron en el Hay Festival de Querétaro. El primero presentaba su último libro, una colección de cuentos titulada “Despachador de pollo frito”, editada por Sexto Piso. El segundo su nueva novela, “Toda la soledad del centro de la tierra’” publicado por Alfaguara. El norte les une de diferentes maneras. Velázquez, de 41 años, sigue viviendo en Torreón, la ciudad que le vio nacer. Boone se mudó de la industrial Monclova a Ciudad de México y de ahí a Puebla hace unos meses. “Nunca había vivido tan al sur”, dice, jocoso. El libro de Boone narra las historias de “El Chaparro”, un niño de un pueblo norteño, experto jugador de las escondidas -el escondite ibérico- y de su abuela, “La Güela Librada”; del particular matriarcado que impregna la casa familiar y de una sombra que se alarga poco a poco, la violencia, que acaba por arrasar con todo. El autor entrelaza el día a día de “La Güela” y su nieto con las memorias de lo que ocurrió, la venganza de un grupo criminal contra otro, que consistió en aniquilar a la población del pueblo. Reminiscencias de la masacre de Allende, que ocurrió no muy lejos de Monclova, en 2011. Escribe Boone: Dejamos de ser seres humanos. Nos convertimos en recados que se entregaban a todos y a nadie. Recados de carne muerta, agujeros de bala en la pared. Después de 15 años de violencia, el autor considera que “el narco se volvió una lengua común que empezamos a hablar. El tejido social cambió. Todos somos mucho más paranoicos”.
La colección de cuentos de Velázquez, la quinta en su haber, recoge las andanzas de personajes estrafalarios, en el límite del delirio. En uno plantea por ejemplo que Paul McCartney murió hace tiempo, ocupando su cuerpo un actor, al modo de Alien, que perpetúa las andanzas del beatle. El problema es que el último actor/inquilino, un mexicano, se ha apropiado del personaje y no lo quiere soltar. Un detective tratará de desenmascararlo. En la charla que compartieron los dos autores en el marco del Hay Festival, Velázquez dijo que ser norteño, es ejercer una “maestría de la reapropiación”. ¿Qué es esto? “El norte, es el territorio literario por excelencia. Todo pasa allí todo el tiempo. Cualquier producto cultural que cae en el norte, el norte lo fagocita y luego lo escupe, ya a su manera. Mira el caso de Celso Piña. Llegas, insertas una idea que no le pertenece y pum, sale otra cosa”. Frontera, migración y narco, el estereotipo del norte -si acaso añade la carne-. Aunque si alguno de estos elementos destaca en la literatura mexicana de los últimos 15 años es el narco. En su novela, Boone, de 42 años, trata el fenómeno desde el margen, desde el silencio de los que sobreviven en el desierto. A lo largo de toda su obra, Velázquez lo ha contado casi en primera persona. Las entrevistas con el autor que más abundan, privilegian su adicción a la cocaína. Uno de sus libros pone al polvo blanco de protagonista: El pericazo sarniento: Selfie de cocaína.
¿Se ha abusado de este fenómeno en la literatura? Boone opina que sí. “Esto de humanizar, que la narrativa sea la fascinación del tirano, que también es humano. Se cae bastante en eso. En la novela me pregunto, bueno, ¿esto para qué sirve? Si no hay un lector, si no se transforma la lectura en otra cosa que nos sirva. Siempre está el temor de, ¿nos vamos a quedar en la exhibición impúdica de la violencia, de las consecuencias y ya? ¿Así es como pasamos el rato?”. Para Velázquez, la violencia ha sido un disparador de su obra.
“Cuando yo era niño, en Torreón me aburría horrores, decía ‘puta madre por qué no vivo en Madrid’. Y luego de repente, el estallido de violencia. Y de ahí el choque, lo que digo de los extremos. Es la experiencia de ser norteño. O no pasa nada o pasa todo. A partir de ahí se empieza a conformar toda la obra. Yo no pretendo retratar la violencia de manera directa, sino como parte de lo que ocurre. Parte de esta narcolepsia, como decía Sergio González Rodríguez, esta narcosis”.
Las autoridades de Torreón, Coahuila, recibieron el aviso del tiroteo media hora después, a las 8:30 a.m., y se trasladaron hasta la escuela, cuyas calles fueron acordonadas. Familiares desconcertados permanecían a las afueras del instituto a la espera de tener noticias de sus hijos. Maurilio Ochoa, delegado de la Fiscalía del Estado de Coahuila, ha dicho a los medios locales que el menor ingresó con dos armas en la escuela, una de grueso calibre. “Ya estamos investigando, pero ni el padre del niño sabe cómo tuvo acceso a las armas”, ha afirmado. Los heridos fueron trasladados a un hospital local y, según el gobernador, la mayoría se encuentra estable. Jorge Zermeño Infante, alcalde de Torreón, ha recomendado a los demás colegios de su ciudad que “revisen las mochilas de los niños” y avisen a las autoridades cuando detecten un comportamiento extraño en un estudiante. El caso en el colegio ha revivido la polémica en torno a “Mochila Segura”, un operativo que las autoridades mexicanas han llevado a cabo en escuelas públicas para garantizar “un ambiente de sano, seguro y sin violencia” a los estudiantes. Tras el ataque, ha comenzado a circular un documento de octubre, en el que los padres de familia del colegio se opusieron al operativo porque “las condiciones de la comunidad” no lo ameritaban. El gobernador anunció la mañana del mismo viernes que el operativo será obligatorio para los centros privados de la entidad. “Vamos a redoblar las medidas preventivas por el momento”, explicó Riquelme en una entrevista a medios mexicanos e internacionales
Este no es el primer incidente de este tipo que se registra en México. En enero de 2017 un menor, de 15 años de edad, disparó contra varios de sus compañeros y su maestra en el Colegio Americano del Noreste, una escuela privada al sur de Monterrey, la capital de Nuevo León (norte de México). Después de amenazar al resto, se disparó a sí mismo en la barbilla. El chico disparó con un arma de su padre, aficionado a la cacería. Esteban Moctezuma, secretario de Educación del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ha dicho en Twitter que sigue de cerca la información del tiroteo y ha expresado su solidaridad con las familias. “Estoy sumamente consternado”, escribió. El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, ha ofrecido “el total respaldo a la investigación” para esclarecer los motivos del ataque.
“¿Quién puede matar a un niño?”, es una película española de 1976, dirigida por Narciso Ibáñez Serrador, basada en la novela “El juego de los niños” de Juan José Plans, y con música de Waldo de los Ríos. Actualmente, este largometraje constituye uno de los más celebrados del género de terror en el cine español. La película empieza con varias fotografías de escenas reales de adultos torturando y maltratando niños en distintas guerras y hambrunas, sobre las que se intercalan los títulos de crédito. Tras ello, nos percatamos que dichas escenas se corresponden con un documental televisivo que están viendo Tom y Evelyn, una pareja de turistas extranjeros de habla inglesa (posiblemente británicos o estadounidenses, aunque nunca lo aclaran en la trama), que llegan a la localidad española de Benavís, una ciudad ficticia en la costa mediterránea, con el fin de navegar, al día siguiente, hasta la igualmente ficticia isla de Almanzora, para pasar unos días de vacaciones. Evelyn se encuentra embarazada de siete meses de su tercer hijo, y vienen dispuestos a relajarse al máximo en la isla, en la que Tom pasó una temporada cuando era pequeño. Sin embargo, nada más llegar a Almanzora, empiezan a notar que todo está muy raro en el lugar: todo parece abandonado, solamente se ven niños y no hay ni rastro de los adultos. Por otra parte, los turistas no han tenido ocasión de leer las noticias que habían llegado a la costa, acerca de varios cadáveres que iban llegando al continente arrastrados por el agua.
La pareja descansa de su viaje a la isla en un bar, donde encuentran todo como si la gente se hubiera marchado a toda prisa, dejando incluso los pollos dentro del horno, ya carbonizados. Mientras Tom va en busca de comida, una niña entra y acaricia el vientre a Evelyn, sonriéndole sin decir una palabra, y marchándose después. Mientras tanto, Tom ha estado investigando por las casas al creer oír ruidos en una de ellas. Al no encontrar a nadie, se dirige a la tienda, también vacía, aprovisionándose de comida. Allí, Evelyn y Tom reciben una llamada telefónica de una muchacha que habla en un idioma extranjero y con un tono de voz angustiado, cortándose la comunicación poco después. Tras comer, los esposos van en busca del hotel, donde tampoco hay ninguna persona mayor de edad, aunque descubren que hay turistas suecos registrados (un matrimonio y su hija), y piensan en la muchacha extranjera de la llamada. Evelyn, asomada a la puerta del hotel, ve por fin a un viejo que parece que juega al escondite con una niña, pero, aterrada, verá cómo la niña le quitará el bastón y le golpeará con él en la cabeza hasta matarlo. Más tarde, al subir a las habitaciones en busca de la familia sueca, encuentra los cadáveres del matrimonio, pero ni rastro de la chica. En el hotel, finalmente encuentran a un habitante adulto del pueblo: un pescador, Antonio Iranzo, que se encuentra en estado de shock y les cuenta que, unos días antes, todos los niños han contraído una especie de locura colectiva y se han dedicado a asesinar a todos los adultos del pueblo, mientras estos fueron incapaces de hacer nada, ya que como bien dice el pescador: ¿Quién puede matar a un niño? Se da a entender que a la larga lista de atrocidades y horrores provocados por los combates y la apatía de los adultos, ha provocado que los niños de la isla tomen el asunto en sus propias manos. Además, se muestra que los niños normales cambian como el resto de la isla, simplemente haciendo contacto visual con ellos.
Tom le dispara a regañadientes a un chico con un arma cuando están acorralados en una habitación. Atrapada en la habitación, Evelyn es asesinada cuando su hijo por nacer se une a los niños de la isla y la ataca desde dentro. A la mañana siguiente, un cansado Tom está completamente solo. Tom finalmente dispara un MP-40 a un grupo de niños mientras trata de escapar de la isla, pero los niños lo siguen hasta el muelle y atacan en masa mientras intenta desarmar un bote. El MP-40 fue un subfusil muy popular entre las tropas de la Alemania nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. Diseñado por Heinrich Vollmer, con el fin de dotar a los soldados de un arma de asalto, principalmente a las unidades de infantería mecanizada y paracaidistas, se fabricó hasta el final del conflicto. Mientras trata de luchar contra los niños, llega un bote patrullero militar/policial español. El equipo cree que Tom está matando a los niños a sangre fría, y un oficial le arroja su arma y le ordena que se quede quieto. Cuando no lo hace, el oficial le dispara. Cuando se les pregunta dónde están sus padres, los niños apuntan hacia la ciudad y los tres oficiales comienzan a irse, dejando su bote y sus armas sin asegurar. La película termina con un pequeño grupo de niños que se preparan para dirigirse a la España continental en una lancha a motor. Una niña pregunta: ¿Crees que los otros niños comenzarán a jugar como nosotros?. El chico a cargo sonríe y dice: Oh, sí … hay muchos niños en el mundo.
Esta película fue perturbadora para los ciudadanos en aquellos tiempos de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo XX. Una España, acostumbrada a fusilamientos y golpes de estado militares, y atentados terroristas indiscriminados se horrorizó con la filmación y estreno. En aquellos tiempos de extrema violencia política, coincidentes con la muerte de Francisco Franco y el nacimiento de la denominada “Transición Democrática” la sociedad estaba acostumbrada al parte diario de muertos y heridos por la inseguridad social y la violencia política. Los “daños colaterales” tenían como protagonistas a niños alcanzados por las esquirlas de los artefactos explosivos y coches bombas, con resultado de muertes y mutilaciones severas. Resultaba sorprendente que una cinta de ficción como “¿Quién puede matar a un niño?” provocara tal impacto, en un ambiente necrológico donde se loaba a la muerte en lugar de a la vida. Unos asesinaban en nombre de la Constitución y otros en nombre de la Revolución, quedando impunes muchas de aquellas muertes inútiles. La violencia era justificada en el devenir político. Se ampliaron las libertades. Sectores franquistas de la Policía, descontentos con la nueva situación política, dejaron que los delincuentes ampliaran sus fechorías, transformando sus negocios de tráfico de tabaco rubio norteamericano, ampliándolos con hachís procedente del norte de Marruecos de Ketama y con anfetaminas y con ácidos lisérgicos (LSD), procedentes de laboratorios clandestinos. Se multiplicaron las exportaciones a Europa, implantándose también su consumo en discotecas, bares y otros antros en el interior del país, donde las “drogas oficiales”, se limitaban a los brandis, ginebras, rones, güisquis, anises, absentas y vinos españoles.
El terror suele constituir el elemento esencial en los clásicos cuentos infantiles. En esos relatos los niños siempre corren el peligro de perderse, de ser raptados, maltratados o devorados por algún ogro. En las noches de invierno, alrededor de la chimenea, nos contaban unas historias en las que el bosque era el espacio más fértil para la imaginación. Allí habitaban enanitos risueños, gnomos y elfos que eran criaturas de gran belleza, duendes inmortales, pero el bosque también estaba lleno de lobos disfrazados de torvos leñadores que querían comerse a Caperucita. Allí solía haber una gruta inaccesible, donde una princesa encantada se hallaba bajo el poder del dragón, aunque al final siempre llegaba a rescatarla un príncipe a caballo. El bosque era una línea oscura entre el terror y la fantasía. En el lugar donde una doncella había sido violada brotaba un manantial. Ningún bosque medieval puede compararse a la intrincada selva de Internet. En ella está toda la magia de la inteligencia humana y también su más sucia perversión. El beso con que el príncipe despertaba a la Bella Durmiente ha derivado en el porno más duro. El bosque digital se ha convertido en un laberinto lúbrico, que rezuma sexo tórrido por todo el teclado. Caperucita ha decidido quedarse el sábado en casa y su abuelita está muy contenta porque la cree a salvo de los malos. La abuelita no sabe el peligro que corre su nieta adolescente en su cuarto si comienza a adentrarse en el bosque de Internet con la tableta. Puede que, de repente, a altas horas de la noche se vea con terror a sí misma posando de forma obscena en la pantalla. ¿Quién le robó esa foto? Bajo su imagen aparece un mensaje de amor que le manda un desconocido. Así comienza un lobo digital a comerse a Caperucita…
El escritor español Manuel Vicent, dedicó una columna, “Alarma”, a la influencia que tiene sobre todos los ciudadanos, niños, padres, abuelos, esos facinerosos que violan nuestra seguridad y que no todos entran por la puerta de la calle con una pistola o un cuchillo. “A través de la radio, la publicidad de una empresa de seguridad, nos hace saber de forma obsesiva que el mundo está lleno de maleantes, que pueden violar nuestra casa a cualquier hora del día y de la noche. El anuncio nos propone una solución perentoria. Hay que instalar cuanto antes un sistema de alarma para evitar que nos desvalijen los ladrones. En efecto, eso les sucedió hace poco a unos amigos míos, una pareja con tres hijas. De madrugada, mientras la familia dormía, penetraron unos ladrones en su apartamento y se abrieron paso sigilosamente en la oscuridad con una linterna por todas las habitaciones. Solo se despertó la hija pequeña de 12 años, y desde la cama vio con terror cómo una sombra entraba en su alcoba, abría los cajones del armario y se llevaba unas alhajas. Permaneció callada. Se hizo la dormida. Cuando el ladrón, que se había dado cuenta, terminó su trabajo, se acercó a la niña y en voz baja, para no despertar a sus hermanas le dijo al oído: Te has portado muy bien. La sombra desapareció. A cada rato se repite esta publicidad paranoica. Ponga usted, como lo han hecho ya sus vecinos, una alarma en casa. El anuncio viene directamente avalado con las noticias verídicas de crímenes, robos y atracos que se producen a diario. Pero no todos los facinerosos que violan nuestra seguridad, entran por la puerta de la calle con una pistola o un cuchillo. En esa tableta que usa Caperucita para sus juegos, se puede colar un lobo a través de las redes dispuesto a devorarla; también atraviesa cada día las paredes de nuestro hogar toda la basura digital, cargada de odio y estupideces, ante la que estamos desprotegidos y nos vemos obligados a tragar. Estos maleantes invisibles nos llenan de mierda el cerebro durante el día y se meten de noche en nuestra cama, pero contra ese grave peligro nadie ha inventado todavía una alarma”.
Es importante todos nos sensibilicemos ante lo ocurrido, hace apenas unas horas, en Torreón, Coahuila. Un niño de 11 años protagonizó una matanza como las que se dan casi a diario en los Estados Unidos. Amén de las medidas anunciadas por el gobernador, el fiscal, y los secretarios de Educación y Seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, es importante que cuidemos los ámbitos familiares y escolares de nuestros niños. ¿Cómo puedo hacerse con dos armas y municiones este estudiante de apenas 11 años? “El joven nunca había tenido un comportamiento extraño, era buen alumno y vivía con su abuela…”, recalcaba el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme, nacido en Torreón, Coahuila, el 18 de septiembre de 1970. Es un político mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional, ex diputado local y federal, ex alcalde de Torreón y actual gobernador de Coahuila. Ingeniero en Sistemas Computacionales del Instituto Tecnológico de la Laguna. Está casado con Marcela Gorgón Carrillo y es padre de dos hijas. Fue secretario de Desarrollo Social, secretario de Desarrollo Regional en Coahuila, diputado local en el estado de Coahuila y diputado federal. También se desempeñó como secretario de Gobierno del estado de Coahuila. Fue alcalde de su localidad natal de 2014 a 2016, cuando solicitó licencia para separarse del cargo y ser el candidato del PRI a gobernador de Coahuila durante las elecciones de 2017. Aunque los resultados electorales iniciales le dieron como ganador de dichas elecciones, se pusieron en curso procedimientos judiciales por exceso de gastos de campaña y por impugnaciones de los recuentos, que pudieron llevar a anular la elección. También se ha difundido que entre los empresarios que financiaron su campaña para la alcaldía de Torreón estaba Guillermo Flores Cordero, posteriormente detenido en Estados Unidos en 2013, acusado de lavado de dinero.
El 10 de enero de 2020, un menor de 11 años abrió fuego en la escuela primaria Miguel de Cervantes -autor de ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’- en Torreón, asesinando a una profesora e hiriendo a cuatro personas más, para finalmente suicidarse. El menor portaba un atuendo igual al de Eric Harris, uno de los adolescentes perpetradores de la matanza de Columbine, incluyendo una playera con la leyenda “Natural Selection”. El gobernador Riquelme inmediatamente culpó al videjuego “Natural Selection”, producido por la empresa Unknown Worlds Entertainment, como posible mala influencia para la ejecución del ataque. Sobran más pinceladas.