EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA

EL BESTIARIO

‘El extraño caso de AMLO y Donald Trump’

El “milagro stevensoniano” de Andrés Manuel López Obrador con el inquilino de la Casa Blanca, el “Mr. Hyde” machacador de los Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray es el “Doctor Jekyll” admirador de Morena, desde este 1-J “Le dije que algún día sería presidente…”

 

SANTIAGO J. SANTAMARÍA

 

“Congratulations to Andres Manuel Lopez Obrador on becoming the next President of Mexico. I look very much forward to working with him. There is much to be done that will benefit both the United States and Mexico!”. “Enhorabuena a Andrés Manuel López Obrador por convertirse en el nuevo Presidente de México. Tengo muchas ganas de trabajar con él. ¡Hay que hacer muchas cosas que beneficiarán a Estados Unidos y México!”, escribió Donald Trump desde el Despacho Oval, en Washington, en su cuenta de Twitter. En los tiempos del Brexit, del rechazo a un proceso de paz como el de Colombia, de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, México ha sido acaso el mayor exponente de que las emociones se imponen a lo racional. Si esta elección se trata de un acto de fe, nadie ha sabido interpretarlo como López Obrador, favorito para la victoria, a tenor de las encuestas, que le daban una ventaja de 2 a 1 respecto a sus rivales, Ricardo Anaya y José Antonio Meade. El cuarto contrincante, el independiente Jaime Heliodoro Rodríguez “El Bronco”, se autotransformó en un “lobo solitario” de un distópico yihadismo en Nuevo León, al afirmar, en el primer debate televisivo, que había que amputar las manos a los ladrones…

Lejos de caer en los sondeos, como se vaticinó, “El Peje” nunca dejó de crecer. Una derrota sería vista como un fraude por sus seguidores, un fantasma que muchos de sus simpatizantes no dudaron en agitar. En su tercer intento por llegar a Los Pinos, el líder de Morena ha tenido una aguda capacidad para capitalizar el enojo y el hartazgo con el régimen actual, encarnado en el Gobierno de Enrique Peña Nieto y su partido, el Revolucionario Institucional (PRI). La elección de México tiene mucho de referéndum sobre la gestión del mandatario. Al tiempo, López Obrador ha mantenido su compromiso de promover el cambio social, como en sus inicios en la vida pública en Tabasco, hace tres décadas, cuando empezó a trabajar con los indígenas chontales. Su México solo se construye si los que no tienen nada, pueden lograr algo.

La novela de Robert Louis Stevenson, “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, trata de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga una extraña relación. El relato se sitúa en la ciudad de Londres, en el invierno de 1884. El señor Utterson, prestigioso abogado londinense, notario y viejo amigo del Dr. Jekyll, relee con inquietud el testamento que este le ha entregado. En dicho testamento se establece que, a su muerte, todos sus bienes han de ir a manos de un tal Edward Hyde. Pero lo que incomoda seriamente al abogado es que el testamento estipula que, en caso de que el Dr. Jekyll desapareciese o estuviera inexplicablemente ausente durante un periodo superior a tres meses, también habrían de serle traspasados todos sus bienes al misterioso desconocido. Jekyll es un ciudadano respetable y una persona amable, Hyde es un hombre violento y malvado. ¿Cuál puede ser el vínculo entre dos seres tan opuestos? ¿Qué ataduras unen al Dr. Jekyll con el sombrío Mr. Hyde?

Donald Trump, que no ha dejado de atizar a México por la inmigración y comercio desde que comenzó su carrera a la Casa Blanca, se mostró conciliador este pasado lunes de “frijol con puerco”, tras la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador y confió en tener “muy buena relación” con el presidente in pectore, con quien estuvo hablando por teléfono. Trump contó a la prensa que dijo haber conocido hace años y, ya entonces, había pronosticado su éxito. “Le vi en otra campaña electoral y le dije que algún día sería presidente. Acerté”, señaló el neoyorquino. El domingo por la noche ya se había mostrado cordial al felicitar al ganador de las elecciones presidenciales a través de su cuenta de Twitter. “Enhorabuena a Andrés Manuel López Obrador por convertirse en el nuevo presidente de México. Tengo muchas ganas de trabajar con él. ¡Hay que hacer muchas cosas que beneficiarán a Estados Unidos y México!”, escribió.

Entre esas cosas pendientes que citó Trump en el tuit figura la renegociación del gran tratado comercial que une a EU, Canadá y México, que se encuentra bloqueado, y una promesa incendiaria del mandatario estadounidense, que quiere construir un muro de separación con su vecino del sur y que los mexicanos lo paguen. Desde la Casa Blanca, el pasado lunes confirmó que habían hablado de estos asuntos en su primera conversación telefónica. Por la mañana, en la cadena Fox, el asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, señalaba que las conversaciones entre el magnate neoyorquino y el líder izquierdista podrían arrojar resultados “sorprendentes”, en sentido positivo. “Trump seguirá el mismo proceso que ha seguido con otros líderes extranjeros que quieren reunirse con él, sentarse y hablar”, añadió.

Desde que Trump llegó a la Casa Blanca, las relaciones con Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray Caso, secretario de Relaciones Exteriores de México y quien, anteriormente, fungió como Secretario de Hacienda y Crédito Público, fueron turbulentas, con desencuentros y ataques por parte del estadounidense, que llegaron a suponer la cancelación de una visita oficial del mexicano. Lo que ocurra con un político tan distinto como López Obrador es una incógnita. Hace unos meses, el entonces candidato mexicano resaltaba que había al menos una cuestión en la que coincidía con el republicano, que los salarios de los trabajadores mexicanos debían subir.

Donald Trump llevaba sólo 10 días como presidente de Estados Unidos en enero de 2017, cuando Andrés Manuel López Obrador anunció una gira por este país para “defender a los migrantes”. En su viaje por distintas ciudades de EU, el entonces precandidato mexicano acusó a Trump y sus asesores de hablar de los mexicanos “como Hitler y los nazis se referían a los judíos” y de apoyar “una campaña de odio que es neofascista”. Más tarde publicó un libro sobre ese viaje, titulado “Oye, Trump”, y dijo que decidió enfrentar al gobierno norteamericano mientras sorprendía a la ciudadanía el silencio de Los Pinos, tildado por los “morenistas” de “cobarde”.

“El político más conocido de México resulta ser toda una incógnita. Después de años de exposición pública, de meses de interpretar y juzgar sus silencios y respuestas ambiguas, la sensación de la inevitabilidad de su victoria ha despertado tanto entusiasmo como incertidumbre. La creencia de que el peligro para México es seguir con los desorbitados niveles de violencia, la corrupción y la impunidad choca con las dudas que genera el posible triunfo y la forma en que gobernaría Andrés Manuel López Obrador…”. El histórico 1-J puso fin a tres meses de campaña electoral. En todo este tiempo, al que se suma una precampaña y una intercampaña -en total casi un año de promesas y buenas intenciones-, los candidatos no han logrado aterrizar una propuesta concreta, un plan definido para acabar, por ejemplo, con los dos males que azotan el país y que marcarán el próximo sexenio: la corrupción o reducir los niveles de violencia que desangran el país.

López Obrador es un líder social, heredero de la vieja estirpe del priismo nacionalista revolucionario, que se presenta como un salvador. Su plan no pasa solo por lograr un cambio. Ha prometido que liderará la cuarta transformación de México, tras la Independencia, la Reforma y la Revolución. Que después de Hidalgo, Juárez y Madero, estará él. En cierta manera, quiere poner fin al ciclo que arrancó, a finales de los ochenta, Carlos Salinas de Gortari: la predominancia en el poder de una mayoría de centro derecha, una amplia tolerancia al predominio de intereses privados y la administración de la desigualdad. López Obrador ha sido el opositor por excelencia de ese modelo, que trajo consigo la exclusión de la izquierda del poder ejecutivo. Que dure el hechizo entre el mexicano AMLO y el estadounidense Donald Trump.

 

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