Doña Juanita Poot: la fuerza del trabajo en el corazón de José María Morelos

JMM.- En un municipio eminentemente rural donde la escasez de empleo ha sido por años una constante, la vida de muchas personas se define por la capacidad de reinventarse, de no rendirse ante la necesidad, de transformar la carencia en oportunidad. Y si hay alguien que encarna ese espíritu indomable es Doña Juanita Poot.


Desde muy temprana edad, Juanita ha sido incansable. Vende leña, carbón, miel, cera impresa, tortillas hechas a mano y hasta ropa y zapatos. Su vocación de comerciante es tan evidente como su cultura del trabajo, un legado que lleva en la sangre desde la infancia. “Desde que yo me acuerdo, desde mi niñez hasta ahorita, he sido comerciante”, cuenta con orgullo.


Hija de campesinos dedicados a la agricultura y a los cítricos, Juanita comenzó vendiendo verduras y hortalizas con sus hermanos cuando apenas era una niña. “Salíamos a vender rábanos, cilantro, lechuga, repollo… todo lo que se cultivaba”. Cuando el cítrico cobró fuerza, vendía naranjas dulces en los campos de béisbol, donde se reunía la comunidad.


A los 14 años se casó, y a los 17 ya había vuelto al comercio, esta vez vendiendo pollos frescos y asados, verduras, ropa, alhajas. Y así fue evolucionando, adaptándose, creciendo. Desde hace más de dos décadas trabaja de la mano con apicultores, comprando miel para comercializarla con empresas que buscan el dulce oro de la zona maya.


En su camino, incluso se aventuró a comprar una máquina de tortillas de harina sin tener la menor idea de cómo usarla. “Voté mucha masa, no sabía hacerlas. Pero poco a poco, a ciegas, fui aprendiendo… sin maestro, sin maestra, sola”. Hoy, sus tortillas son reconocidas y forman parte del sustento diario de su hogar.


Doña Juanita no solo trabaja, también inspira. Llama a las mujeres jóvenes —y no tan jóvenes— a no rendirse, a aprovechar el conocimiento heredado, a volver al bordado, al tejido, a la cocina, a las artesanías. “Todo lo que sabemos tiene valor… no se trata de decir ‘no se vende’ o ‘no tengo tiempo’.

Tiempo hay, aunque seamos abuelitas, amas de casa, esposas y comerciantes al mismo tiempo”.


Con voz firme y mirada serena, asegura: “Yo no conozco el desánimo. Si algo no me funciona, me paso a lo otro. Pero algo tiene que salir… y con ese algo saco adelante a mi familia”.


Doña Juanita Poot no es solo una mujer trabajadora. Es un ejemplo vivo del alma emprendedora que caracteriza a muchas mujeres morelenses. Una líder silenciosa que, con cada tortilla, con cada tarro de miel, con cada palabra, recuerda que cuando se tiene voluntad, hasta el campo más árido puede florecer.

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