Don Cafeto Por Germán Gallegos Cruz
Mal sabor de boca
Por Germán Gallegos Cruz
Atento recado a la clase política.
Nos acostumbramos tanto a la mentira, que durante mucho tiempo aceptamos como verdades irrefutables las cuentas alegres de los presidentes de la República, gobernadores y presidente municipales. Nadie osaba discutir la sarta de mentiras del discurso «insulso», de ocasión. El propósito: mantener apendejada a la gente. Era imperativo buscar el refrendo ciudadano, con poses patrioteras de nacionalismo a ultranza. Cualquier coyuntura histórica sirve de acicate para inflamar las venas de la dignidad nacional, (y eso se aprovecha políticamente también). Las ofensas y humillaciones a nuestros connacionales en EU por la política racista de Donald Trump pudieron llevar agua al molino de la casa presidencial de Los Pinos, pero ya no creemos en los lances patrióticos del presidente. Eso sí, hubo excesos en la autopromoción personal del Ejecutivo. Nos restregó, enfático en extremo, los logros imaginarios de las reformas estructurales, que son el sello y distintivo de su fallida administración. Los mexicanos estamos hastiados de tantas mentiras. Por fortuna, ya hay forma de contrarrestar las recurrentes falacias del gobierno. En estos tiempos han empezado a cambiar las cosas. Llegaron las redes sociales como una suerte de despertador de conciencia. La gente poco a poco se va enterando de la farsa. Y, ya no cree a pies juntillas, lo que «promociona» la clase política. El discurso del presidente Enrique Peña Nieto a nadie emocionó; bueno, ni a sus invitados especiales. ¿Quién creyó en las cifras mágicas del progreso nacional? No dudo que hay beneficiarios en el «negocio» gubernamental. Pero la gran mayoría de los mexicanos sufrimos los estragos de las políticas equívocas en materia económica, social y de seguridad. Dijo el presidente que México está mucho mejor que hace 25 años. Que los avances son evidentes y se reflejan en las estadísticas que le vendió la Cepal (Comisión Económica para América y el Caribe), Por supuesto que el presidente de la República y amigos que le acompañan jamás sabrán de la angustia que provoca la escasez. Ellos ganan sueldos que no caben en la imaginación de los pobres de México, por lo abultado de su tamaño. Ellos se llevan la «tajada del león». ¿Cómo podrán sentir el dolor de una madre soltera, de un anciano, cuando batallan por enfermedades propias o de familiares por no tener dinero para un buen médico? El pueblo ya sabe que los hospitales del sector salud no tienen ni medicamentos básicos. Y ustedes y yo sabemos por qué desaparecen los recursos etiquetados para este rubro. ¿Acaso esta no es muestra suficiente para calificar de insensibles y bandoleros a los gobernantes? Ellos necesitan mansiones en México y en el extranjero. Necesitan yates, carros de lujo (Ferraris) por ejemplo, aviones, negocios grandes, mujeres o machos, según sea el caso. Es «fashion» soltarse el chongo cuando hay poder, dar rienda suelta a sus «comezones». Para eso sirve el poder en México. Para hacer mucho dinero, para cumplirse «antojitos» también. ¿A quién le importa la gente?
¿Y EN QUINTANA ROO?
Bueno, a un año de ejercer el poder, tanto el gobernador Carlos Joaquín González, como los presidentes municipales, poco es lo que se puede aplaudir. En materia de rendición de cuentas, de los que se fueron, el gobernador se anotó buenos puntos con el encarcelamiento de su antecesor Roberto Borge Angulo, y dos o tres «ratoncitos» de poca monta que sólo sirven como extras secundarios de la «película». Los peces gordos son muy escurridizos y, quizás, nunca les vean ni el polvo. Pero dice el gobernador que nunca ha quitado el dedo del renglón para llamar a cuentas a todos los corruptos de la administración pasada. Pero, y ¿qué pasa con los ex presidentes municipales? Se dijo muchas veces que se habían llevado todo el dinero que quisieron del caudal de sus respectivas administraciones, pero nadie de ellos ha sido tocado ni con el «pétalo» de una demanda. Eduardo Espinosa Abuxapqui, Paul Carrillo de Cáceres, Mauricio Góngora Escalante, Fredy Marrufo y David Balam Chan, sólo por citar a los más cuestionados. No olvidemos a Filiberto Martínez Méndez que se despachó con la cuchara «pozolera» y el hombre vive muy campante, disfrutando la enorme fortuna que sustrajo de las arcas del municipio de Solidaridad. Este personaje es un ejemplo de la asquerosa impunidad y el cinismo que caracteriza a la clase política de Quintana Roo. Por este botón de muestra. seguro que no pasará nada con los ex presidentes municipales cuestionados. Así pues, nos volverán a aplicar la misma receta. Nada por aquí, y nada por allá. Yo que vivo en el municipio de Tulum nada se sabe de la supuesta denuncia contra David Balam Chan. Recuerdo al modesto profesor que se convirtió en sólo tres años en uno de los hombres más ricos de Tulum. La historia sigue haciendo las mismas anotaciones en la estructura del poder. Los de arriba protegen a los de abajo. No por bondad, sino por complicidad. Los presidentes municipales en mención, «salpicaron» al gobernador. Era el código «moral» que impuso Beto Borge. ¿Pero ahora que ya no está este personaje, cómo explicar el silencio de los que ahora mandan? ¿Complicidad también? Si duda, hay mal sabor de boca. Saqué mi silla para esperar sentado en la terraza que llegue la justicia.