Deseó un Nobel y se lanzó al mar
Quintana Roo. En febrero pasado, la bióloga María del Carmen García Rivas, directora del Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos, Quintana Roo, fue reconocida con el Kenton R. Miller 2023, equivalente a un premio Nobel, por su labor en la conservación de las especies marinas.
Pero, el camino para convertirse en la primera mexicana en obtener este galardón inició en el jardín de su tía, en cada visita a la playa, en las horas sentada leyendo enciclopedias, y con el apoyo de su abuelo -quien le enseñó a nadar- y el de sus padres “que eran muy vanguardistas”.
En febrero pasado, María del Carmen García Rivas fue premiada con el Kenton R. Miller 2023, equivalente a un Nobel, pero convertirse en la primera mexicana en obtener el galardón inició en el jardín de su tía, en cada visita a la playa, en las horas sentada leyendo enciclopedias y con el apoyo de su abuelo, quien le enseñó a nadar, y de su padre y su madre “que eran muy vanguardistas”.
Perderse observando insectos, plantas, aves o enciclopedias y en el mar, que era donde más le gustaba estar -aunque iba solo cuando se podía en vacaciones- la arrastró hasta la Facultad de Ciencias, en Ciudad Universitaria de la UNAM, porque los recursos no eran suficientes para que estudiara Biología Marina, en La Paz, Baja California.
“Mi papá me decía: ‘Estudia lo que quieras’, nunca me dijo que por ser mujer no cabía en la casa (…) desde chica soñaba con ser bióloga o veterinaria y con tener un premio Nobel”, contó en entrevista.
En la licenciatura se percató de que había “caído en blandito” porque en su carrera, incluso había más mujeres que hombres. Se formó en un ambiente equitativo, donde ambos géneros hacían las mismas tareas y eran parte de un equipo que se apoyaba mutuamente.
Pasó diez años estudiando lobos marinos, ballenas, delfines… y descubrió su pasión por los mamíferos marinos en el Golfo de California, en Bahía de Banderas, o en los acuarios.
LA VENTAJA
Sin embargo, destacó que incluso ellas tienen dos ventajas sobre los varones: su fisionomía y la habilidad de conectar con sus emociones.
“Nuestro cuerpo al tener más grasa soporta más la pérdida de calor; tenemos menos músculo, entonces el oxígeno se nos va a las funciones vitales (…) no se necesita fuerza, sino destreza”, explicó.
El único episodio en el que se vio relegada de desempeñar un papel fue cuando solicitó a la Armada de México de la Secretaría de Marina ser capitana de barco y le dijeron “no, aquí las mujeres solo pueden ser enfermeras”.
LA PROFUNDIDAD DE CONECTAR
Luego de moverse de una ciudad a otra llegó a Quintana Roo, donde ha creado una trayectoria de más de 25 años, pasando por puestos en subdirecciones y direcciones en distintas reservas, hasta que alcanzó el que hoy desempeña: la dirección del Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos.
Su labor consiste en coordinar proyectos en materia de conservación del caracol rosado, la restauración de arrecifes tras el paso de los huracanes y el control de la expansión del pez león, una especie invasora. Posterior a ello, ganó el Kenton R. Miller.
“Si no hubiera arrecife el oleaje no permitiría que hubiera playas, impactaría en las casas y hoteles y no habría pesca, ni actividad turística”, explicó.
Con información de 24 Horas.