Cubanos ‘atorados’

Por Agencias > Quequi

 

“Lo perdimos todo. ¿Qué esperanzas puedo tener si no podemos ir a Estados Unidos?”, se pregunta, angustiado, el cubano José Enrique Manresa.

El hombre, de 47 años, se acaba de enterar de que, ocho días antes de terminar su gobierno, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso fin a los privilegios migratorios de los cubanos, quienes podían quedarse en EU sin necesidad de visado.

Ocho días en los que José Enrique esperaba lograr pisar suelo estadounidense, luego de viajar 48 días por Sudamérica, Centroamérica y México junto a su hija, Arianne.

“De nada nos valió toda la travesía que hicimos, arriesgándonos en la vida, en la salud”, exclama desde albergue “Jesús, el Buen Pastor” de Tapachula.

En esta ciudad fronteriza hay cerca de 600 cubanos que esperaban obtener un salvoconducto para continuar hacia Estados Unidos y que ahora están en el limbo. Otros 350 esperan su probable deportación en el centro migratorio de la ciudad.

En todo el territorio nacional, se estima que existen 5 mil 500 antillanos que fueron sorprendidos en su viaje hacia los Estados Unidos por la noticia de que este país le cerró sus fronteras. La misma situación se replica en otros países. 4 mil 500 cubanos están varados en Ecuador; en Panamá, hay otros 450.

Para muchos cubanos una travesía que dura normalmente pocas semanas, termina tardando meses al quedar varados en las fronteras de Centro y Sudamérica, donde las autoridades también han ajustado sus leyes para evitar la llegada masiva de migrantes de la isla.

El problema se agudizó durante 2015 y 2016, cuando miles salieron de la isla temiendo que la normalización de relaciones entre EU y Cuba, iniciada en 2015, derivara en la eliminación de su privilegio de entrada, lo que finalmente se dio este jueves.

Estadísticas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos muestran que, mientras en 2014 habían entrado al país menos de 25 mil cubanos, en 2016 habían ingresado más de 45 mil.

De ellos, poco más de 41 mil lo hicieron a través de la frontera estadounidense con México.

“Nos enteramos viendo las noticias en el televisor (…) nosotros veníamos bien, llegando a donde queríamos llegar, pero ahora no sé qué va a pasar”, dijo visiblemente afligido Carlos Darío Bravo, de 27 años, también en Tapachula.

Este lugar fronterizo es elegido por muchos que vienen desde Centroamérica, pues existen acuerdos internacionales que les permiten viajar legalmente de país en país, rumbo a Estados Unidos; sin embargo, México también tiene un convenio con Cuba, firmado en noviembre de 2015, cuando estalló la crisis migratoria, que le permite deportar a muchos migrantes.

Fruto del acuerdo, Cuba acepta las deportaciones de cubanos que ingresen ilegalmente en México, que lleguen allí ilegalmente a través de otro país centroamericano o se encuentren temporalmente en el exterior dentro de los límites legales establecidos.

Por ese motivo, muchos otros optan por pasar clandestinamente por el país, aunque eso implique caer en manos de “polleros” y “coyotes” con nexos con el crimen organizado. El trasiego de cubanos se ha vuelto en un negocio altamente lucrativo en el país, que ahora sentirá la turbulencia del cierre fronterizo estadounidense.

 

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