
‘Crucifican’ a Lety Calderón
La actriz defiende su decisión de llevar a su madre a un asilo.
CDMX
Por Agencias
En el escenario de las telenovelas mexicanas, Leticia Calderón ha encarnado durante décadas a mujeres fuertes, dulces, justas, intensas. Pero hoy, en su vida real, el guion le exige una interpretación más compleja: la de una hija que ha tenido que tomar decisiones difíciles por amor y cuidado, mientras carga con el juicio implacable de las redes sociales.
A sus 56 años, y tras la muerte de su padre, la actriz compartió que su madre, doña Carmen León, ya no vivía segura ni tranquila en su casa en Xochimilco. “Teníamos muchísimo miedo de que se fuera a caer, que se sintiera mal. ¿Cómo llegábamos si se complicaba algo? La angustia era constante”, declaró Leticia. Fue entonces cuando decidió buscar una residencia para adultos mayores que ofreciera los cuidados necesarios, una medida que ha sido malinterpretada como abandono por una parte del público.
Las críticas no se hicieron esperar: “Con el dinero que tiene, debería pagarle una cuidadora”; “Ya le estorba, por eso la metió en un asilo”, se lee en redes. Pero Calderón respondió con claridad: “Mi mamá está feliz y encantada. Me dice: ‘Hija, si no puedes venir por mí, no vengas’. Pero vamos por ella todos los sábados y domingos, mis hijos la adoran”.
Leticia explicó que la residencia donde vive su madre es como un hotel, pero con médicos y enfermeras 24/7. “Yo puedo entrar a la hora que quiera, dormir con ella si lo necesito. Está bien cuidada, y eso me da paz”.
La actriz reconoció también que atraviesa por una etapa económicamente compleja. “Ya vendimos su coche, hicimos un bazar con sus cosas, y estamos vendiendo la casa. Espero pronto caiga una novela para asegurar unos años más para mi mami”, confesó con honestidad.
Más allá del morbo mediático, lo que revela la historia de Leticia Calderón es la carga silenciosa que enfrentan muchas familias: cómo cuidar dignamente a nuestros adultos mayores sin sacrificar la salud física, emocional ni financiera de quienes asumen ese rol. En un país donde el cuidado suele recaer en las mujeres, la decisión de la actriz abre la conversación sobre las opciones de cuidado institucional, la culpa impuesta culturalmente y el derecho a cuidar… y cuidarse.