
«Correr es vivir»: El legado de don José Vera Hau, ejemplo de pasión y constancia a sus 70 años
JMM.- Lo llaman “Chetos” con cariño, como si ese apodo encapsulara toda la energía, humildad y calidez de quien lo porta. Don José Vera Hau tiene 70 años, pero cuando se le ve corriendo por las calles con su camiseta deportiva, saludando a los vecinos, uno no podría imaginar la edad que carga con orgullo.
“Correr es vivir”, dice, y lo dice en serio. A su edad, muchos ya no se animan ni a caminar largos tramos, pero él sigue corriendo, trotando, pedaleando. Y no lo hace solo: también lleva a sus nietos, quienes aprenden a sudar por salud y por amor.
Don José nació en Oxkutzcab, Yucatán, un 26 de abril de 1958. Desde joven se acostumbró al esfuerzo: estudió la secundaria y el bachillerato en Chetumal, y más tarde se tituló como licenciado en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Dedicó 25 años de su vida a la docencia en diversas comunidades como La Esperanza, Puerto Arturo, Zafarrancho, López Mateos y Lázaro Cárdenas.
Finalmente, se jubiló en San Isidro Poniente. En José María Morelos, Quintana Roo, formó una familia: se casó, tuvo cinco hijos y hoy es un orgulloso abuelo que, lejos de descansar, inspira.
«La pasión por el deporte es mi motor»
—Es que a mí la pasión al deporte, aparte de que ayuda para la salud, pues es una forma de distracción para mí —cuenta con una sonrisa, recordando cómo empezó.
Tenía 27 años cuando comenzó a correr junto al maestro Martiano Pérez Angulo. Desde entonces, cada fin de semana se convertía en una oportunidad para recorrer los caminos de su pueblo, a pie o en bicicleta. Su disciplina lo llevó a participar en numerosas carreras a lo largo del estado y del país: maratones en Mérida, carreras en Progreso, Cancún, Cozumel, y en distintas comunidades como Ticul, Oxkutzcab y Tekax.
«He corrido distancias de 6, 10, hasta 20 kilómetros. También intenté la maratón de 42 kilómetros. No siempre llegas bien, pero lo importante es llegar», dice mientras ríe al recordar una anécdota en Mérida, donde en pleno maratón tuvo que parar a comprar un refresco porque el hambre y la sed lo vencían. “Un señor estaba vendiendo, y pues le pedí uno… y seguí corriendo”.
«Que los niños no dejen de moverse»
Hoy, Don José no guarda sus experiencias solo para él. Se ha convertido en un referente local. Da consejos a los jóvenes, acompaña a sus nietos y alienta a los padres a que promuevan el deporte desde casa.
—En Morelos hay maestros como Carmelo Rodríguez que están enseñando a los niños a correr. Eso es muy bueno, porque el ejercicio no sólo fortalece el cuerpo, también la mente —afirma con convicción.
Un legado que trasciende
En un mundo donde el sedentarismo gana terreno, la historia de Don José es una bocanada de inspiración. Corre porque ama hacerlo, porque su cuerpo se lo permite y porque su corazón se lo exige. Corre porque quiere que sus nietos, y los hijos de todos, aprendan que la salud es una carrera que se corre todos los días, con disciplina, con esfuerzo y, sobre todo, con alegría.
«Chetos» no piensa detenerse pronto. Y mientras haya camino, habrá zancadas.