Claman la ayuda de la población

Puerto Morelos

 

Los casos de Josué Ramírez y Ángel Christopher Morales, de 5 y 10 años, respectivamente, con parálisis cerebral el más chico e hidrocefalia y espalda bífida el más grande, son parte de las estadísticas de la población infantil que padece alguna discapacidad y que viven en condiciones de hacinación y miseria, razón por la cual su madre Nelda Maurilia Ramírez, clama el apoyo de la comunidad y de las autoridades para poder comprar medicamentos y continuar con la rehabilitación de los pequeños que ha sido suspendida por falta de recursos.

Ángel Christopher, a los pocos días de nacido se le derramó el líquido que tenía en la cabeza y ya no pudo ser operado; hace un par de años intentaron llevarlo a la escuela, pero solo duró una semana; debido a su edad no podía estar en el primer grado y para pasar al siguiente año tenía que pagar un examen que costaba 700 pesos, por eso ya no pudo seguir. Josué, fue producto de un parto gemelar donde su hermana falleció al nacer, y aunque él logró sobrevivir, tuvo que superar varios ataques al corazón, que a la postre le ocasionó daño cerebral severo.

Ambos tienen que tomar medicamentos de por vida que se les tiene que suministrar cada mes, cuyo precio oscila entre 500 y 600 pesos; aunado a esto llevan una alimentación especial a base de fórmula, lo cual resulta muy caro, al igual que los múltiples estudios que se les tiene que realizar. A su humilde vivienda han llegado personas de varias asociaciones pero solo a tomar fotos; la ayuda ha sido escasa; sin embargo, ahora vislumbran una nueva esperanza con el auspicio de la Asociación Unidos de Corazón por Familias en Situación de Riesgo.

Al igual que la conmovedora historia de Kenay Enrique Carrasco, la de Josué y Ángel Christopher, con cinco años de radicar en Puerto Morelos, están marcadas por la desidia de los organismos de asistencia social y la misma pobreza, pero también por el coraje de ambos hermanos que luchan por sobrevivir pese a las adversidades de salud y económicas que padece su familia, donde solo entra el raquítico sueldo del padre que trabaja de albañil.

(Por Guillermo Olán > Quequi )

 

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