CARLOS CÉSAR GONZÁLEZ. Misión Evangélica

“CUANDO EL SABIO SEÑALA LA LUNA, EL TONTO MIRA AL DEDO” (PROVERBIO CHINO)

La luz nos sirve para ver y la cabeza para razonar, esto lo sabemos sin la necesidad de estudios de posgrados o de actualizaciones profesionales. Es absurdo que el tonto mire el dedo cuando el sabio le enseña la luna; sin embargo, parece que esto es muy cierto como lo es aquél dicho: El vivo vive del bobo y el bobo de papá y mamá.

En nuestro tiempo donde la mercadotecnia fluye y los paradigmas de ventas evolucionan, parece que los favores de Dios, las bendiciones y los blindajes espirituales forman parte de estas innovaciones.

Dios es un ser supremo, gobierna nuestra consciencia, nos guía por su Espíritu Santo con su Palabra Revelada, la Santa Biblia. Hablar de Dios, de su persona, de su favor y gracia, de su propósito eterno es algo que nos lleva a razonar y a profundizar en conciencia, es la luz que ilumina nuestras acciones y la que nos ayuda a componer voluntariamente el desorden en que estamos.

Cuando prendemos un foco en un lugar oscuro, no fijamos nuestra vista en la luz; ella nos sirve para ver. La luz de Dios descubre nuestra miseria, el poder de la ignorancia en nosotros. La pobreza y miseria más grande que el ser humano pueda tener se llama “ignorancia”; por ella el hombre se destruye a sí mismo, a los suyos y a los demás. La ignorancia en sus diferentes rostros hace vil al ser humano. La ignorancia ha hecho dormir el sueño de los muertos a tanta gente aparentemente educada, sabia, e importante. ¿Acaso no sabe el alcohólico los daños que le causa el alcohol?, ¿Acaso no sabe el gobernante avaricioso los daños que causa al pueblo su engaño?, ¿No sabe el ladrón el daño que hace robar a su prójimo?, ¿No saben los padres que pelean y se divorcian, los daños que causan a sus hijos?, ¿No saben los hombres del crimen organizado los desastres que traen y el daño que causa sus miserables acciones?

Es lamentable y suena a chiste lo que vivimos en la actualidad; personas encomendándose a Dios para cometer ilícitos, pistolas santiguadas o bendecidas para matar, altares a la “santa muerte”, oraciones y bendiciones a la mafia; comunidades de hermandad y lealtad para la maldad.

Ante tal situación, se abre un gran mercado, los grandes lugares de éxtasis, los spa de adoración contemplativa dirigido por ungidos que te blindan en el nombre de Dios y en el nombre de Dios te explotan.

Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. (1. Juan 1:5). La ignorancia es combatida por la verdad, así como la luz, disipa la oscuridad. Quien ama a Dios, no anda metido en ilícitos, quien ama a Dios se vuelve un constructor o reconstructor de lo caído o deteriorado. No necesitamos de gran esfuerzo teológico o de grandes estudios para saber si agradamos a Dios. Jesucristo dice que el árbol se conoce por sus frutos, los frutos evidencian la vida mala o buena del ser humano.

¡Cuánto daño ha hecho la religiosidad a los hombres!, ¡Cuán miserable ha vuelto la ignorancia al ser humano! Contrasta espectacularmente la época del desarrollo tecnológico y de la miseria humana, donde el pez grande come al chico abusivamente.

“Busqué a Dios y no lo encontré. Me busqué a mí mismo y tampoco me encontré. Busque al prójimo y encontré a los tres”. Hermosa frase con la que me tropecé, muy de acuerdo con la Biblia: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”. (1. Juan 4:21)

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino! [email protected]

 

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