CARLOS CÉSAR GONZÁLEZ. Misión Evangélica
“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO”
Las palabras de arriba, pertenecen a un luchador social, líder espiritual y promotor de la paz, Mahatma Gandhi. Centraliza la razón de un estado progresivo y respetuoso. Vivir juntos y en armonía es gratificante, dice la Palabra de Dios en el salmo 133.
No debe faltar a nadie este consejo de Dios cuando se acerca una hora decisiva a nuestro querido Quintana Roo; sus comicios electorales nos dan la oportunidad de usar nuestra inteligencia para valorar la hermandad humana, respetando su voto libre y secreto. No deben ganarnos las pasiones en las diferencias comunes de los colores partidistas; valoremos y pongamos por encima de todo, el deber de ciudadanos para ir a votar, y nuestros valores humanos, éticos y religiosos para mirar con agrado y respeto a los demás que piensan y son diferentes a nosotros.
Mucho podemos hacer y lograr todos y en todos los lugares buscando y estableciendo la paz; cuidemos nuestra actitud y nuestras palabras en el ejercicio de nuestro voto, que para estas alturas ya debe estar razonado y definido. Entendamos que lo que a Dios no le agrada en los templos respecto a nuestros pensamiento, palabra y obra; tampoco le agrada en la sociedad donde vivimos y donde Él vive con nosotros.
Amigos y hermanos del camino, demos importancia a estos comicios, salgamos a ejercer nuestro voto, pongamos disposición de hacerlo en ese marco maravilloso de la paz.
Aquí en nuestro Estado, hemos visto y oído de la gran cantidad de personas católicas y protestantes unidos en oración, pidiendo a Dios que nuestras elecciones sean llevadas a cabo en paz. Cuando Dios nos une en un corazón, en un solo propósito bueno y agradable, las paredes denominacionales y las estructuras religiosas se caen por su poder. Seamos pues sabios y prudentes, este domingo próximo, se necesita.
¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría. Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz. (Santiago 3:13-18)
Pbro. Carlos César González Cruz. [email protected]