Aptitud y actitud

Pbro. Carlos César González Cruz.
¿Hay entre ustedes alguien verdaderamente sabio y entendido? Que demuestre su sabiduría con su buena conducta y con buenas obras hechas con humildad. El verdadero sabio no es orgulloso. Santiago 3:13

Dicen que, entre ser prudente e imprudente, la distancia es considerable; ser prudente es enojarse con quien debes enojarte, sin perder la compostura y hablar con educación, con las palabras correctas, con la actitud correcta, en el lugar correcto, de la manera correcta y con la persona correcta. Lo valiente no quita lo cortés y si tus palabras no son mejores que el silencio, cállate. Ser imprudente es totalmente lo contrario.

No es lo mismo tener estudios que ser educado, hay quien tienen título sin siquiera ejercer su carrera, por eso hay títulos sin profesionistas y profesionistas sin títulos. La educación tiene que ver con el ejercicio práctico de las personas en su diario vivir; sin estudios tal vez, pero educados en su comportamiento. Está demás decir que, se espera de los que tienen “escuela” sean educados, pero algunos al parecer, “pasaron por ella de noche”.

Una cosa es ser profesionista y otra profesional, el primero tiene el título, el segundo vive y suda la vocación. En el trajín de esto, narro a ustedes dos bonitas anécdotas:

  1. Un matrimonio discute durante su viaje en la carretera, el hombre se exaspera y grita amenazante, su mujer queda en silencio. Pasan un minuto sin decirse nada.
    El hombre le señala un grupo de burros que se ven en un llano y añade preguntando: «¿Son tus parientes?»; la mujer voltea a verlo y sonriendo le dice: «Si cariño, son mis parientes políticos».
  2. Se dice de Nancy Astor, una política conservadora y la primera mujer parlamentaria inglesa, que después de discutir fuertemente con Winston Churchill, le dijo señalando la taza de café que este tenía en su mano: «Si usted fuera mi marido le pondría veneno en su café».
    Churchill le respondió sonriendo: «Si usted fuera mi esposa, yo me lo bebía».

Mi madrina de AA, que siempre fue mi paño de lágrimas y a donde recurría en busca de auxilio, siempre me decía después de hacerme ver las cosas: «Recuerda que, entre mula y mula, nomás las patadas se oyen».
Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida; traten de pasar a mejor vida, aun en vida.

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