AMLO, ¿un presidente incomprendido?

Desde el Palco

Julio César Silva Cetina

Andrés Manuel López Obrador llegó ayer a la mitad de su sexenio o lo que es lo mismo, arrancó la segunda mitad de su gobierno.

Y lo hace en un escenario contradictorio, con una popularidad al parecer a prueba de todo, que supera a la aprobación que llegaron a tener Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, de entre el 55 y 60%, a la mitad de su sexenio.

Pero hay discrepancias entre su popularidad y los resultados de su gobierno, plagado de incongruencias por donde se le quiera ver, porque habla de combatir a la corrupción, pero tiene colaboradores con negro pasado; afirma que no hay privilegiados, pero sus hermanos y otros familiares no han enfrentado la justicia por el tráfico de dinero en efectivo.

Y más recientemente, el fuerte selañamiento de que su programa de gobierno insignia, “Sembrando Vida”, está al servicio de sus hijos en el cultivo de cacao en Tabasco.

Por otro lado, se dice un gobernante democrático, pero censura a sus críticos, persigue a sus adversarios con la Unidad de Inteligencia Fianciera de la Secretaría de Hacienda como principal arma y busca destruir al Instituto Nacional Electoral.

De nada eso habló en el largo discurso que pronunció ayer en un repleto Zócalo de la ciudad de México, en cambio, presumió sus programas de gobierno y las inversiones que realiza en materia de infraestructura en el sureste de México.

Si fructifican las inversiones en la refinearia Dos Bocas, en la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, en el proyecto del Itsmo de Tehuentepec y diversas rutas de ferrocaril que conectarán a Veracruz y Oaxaca con el tren Maya, si se concretan los beneficios de las que habla, sin duda, se cambiará el rostro del sureste de México, esta región dará un salto cualitativo y se convertirá en una cortina de contención a la migración nacional y centroamericana hacia Estados Unidos.

Desde la creación de Cancún, el sureste de México no había tenido un respaldo tan importante, histórica en materia de infraestructura.

Pero aún falta para saber si el impacto será positivo, aun falta saber si, efectivamente, todos esos proyectos serán concluidos antes de que termine su administración.

Pero aún así, con estas obras históricas, ¿porqué el presidente tiene críticos tan fuertes?.

Es normal que los presidentes tengan oposición, pero hasta ahora no era normal que el primer mandatario se enfrentara abiertamente a sus adversarios y se cierre al diálogo, que se cierre a la crítica de las víctimas de la violencia.

El presidente que dice combatir a la corrupción va en contra de los instrumentos de la transàrencia y el acceso a la información que construyeron sus antecesores, va borrando esos avances con decretos que vuelven inespugnables, que convierten en secretos de estado los archivos de sus proyectos emblemáticos.

Pero en cambio, se ha vendido muy bien como el paladín del pueblo bueno y sabio que siempre ha sido víctima de los poderosos… aunque él sea un poderoso que victimiza a otro segmendo del mismo pueblo que lo critica.

Quizá allí esté el pequeño gran detalle. En la polarización que no permite ver los matices.

Este sexenio no es la oscuridad que dice la oposición, pero tampo la gema brillante que presume el gobierno.

Como en todos los casos, será la historia la que ponga en su lugar, sera ella la que diga con el tiempo si López Obrador fue un presidente incomprendido o el aspirante a dictador que dicen sus adversarios.

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Twitter: @JulioCsarSilva

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