ALEXIS SHAFFER. Si es posible estar en paz

La ilusión del sufrimiento

Cuando este sentido de un “yo” fijo y separado muere, es cuando verdaderamente comenzamos a vivir.

El sufrimiento proviene de nuestra resistencia a la experiencia de la realidad tal cual es. Proviene de la ilusión de que existe un “sí mismo” que puede controlar esta realidad. Proviene de un patrón genético de miedo a la muerte que nos mantiene esclavos en una experiencia limitada de realidad.
“Sufrimiento es el movimiento del “qué es” al “qué debe ser”. Este constante “debe ser”, se marca cuando uno trata de moverse de celoso a no celoso, de malo a bueno, de tonto a inteligente, de imperfecto a perfecto, de profano a sagrado; es la lucha que ha habido en la mente humana por miles de años. Aceptarte cómo eres es el primer paso y el último paso. Debes ser quien eres. Lo que deberías ser no es importante. Quien quiera que seas, eres único. El universo te ha hecho así. Dios te ha hecho así. ¿Por qué tratas de cambiar su trabajo? Rendirse a Dios es ser tu mismo. Ser autentico, ser tu mismo, aceptando todo tal cual como es, es vivir con la Conciencia despierta.
El sufrimiento no está en la situación, en el hecho, sino en la percepción del hecho.
Hay una creencia común de que podemos transformar una situación cambiándola. Llamada contenido de la situación. Creemos que transformando el contenido seremos felices con la situación. Pero en realidad la situación no tiene nada que ver con tu felicidad o con tu tristeza. Es en la forma que ves la situación – la forma que percibes la situación.
Muy seguido cuando ocurre algo que no esperabas, que no te gusta o aprecias, la situación ya ha pasado pero tú aún cargas con la situación dentro de ti. Constantemente te preguntas “¿por qué? ¿Por qué me ha pasado a mí? ¿Qué pude haber hecho diferente?” Y tratas de dar muchas explicaciones del porqué te pasó a ti.
El sufrimiento no es causado por la situación misma, pero en la manera que te preguntas por la situación, en tu inhabilidad de aceptar tu situación, y todas las razones que piensas porqué te pasó a ti. En el estado actual del mundo, los problemas están ahí, para cualquiera y para todos, intrínsecamente no contiene ningún sufrimiento.
La clave es entregarse cada momento a la realidad de este momento. Sabiendo lo que es no puede deshacerse -porque ya es así- y dices ¨SI¨ a lo que es o aceptas lo que no es. Entonces haces todo lo que tienes que hacer, lo que la situación requiera. Si vives en este estado de aceptación, no creas más negatividad, más sufrimiento, más infelicidad. Vives entonces en un estado de no resistencia, un estado de gracia y ligereza, libre de esfuerzo.
Siempre que seas incapaz de hacer esto, es porque no estás generando suficiente presencia consciente para evitar que surja algún patrón de resistencia habitual e inconsciente, o porque la condición sea tan extrema que es absolutamente inaceptable para estar creando alguna forma de dolor, alguna forma de sufrimiento. Puede parecer que la situación es la que crea el sufrimiento, pero en realidad no es así, es tu resistencia la que lo crea.
Si no puedes aceptar lo que hay afuera, acepta lo que hay adentro. Esto significa: no te resistas al dolor. Permítelo estar ahí. Entrégate a la pena, la desesperación o al miedo, la soledad o cualquier forma que el sufrimiento tome.
Conviértete en testigo sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo. Entonces verás cómo el milagro de la entrega transmuta el sufrimiento profundo en paz profunda. Esta es tu crucifixión. Deja que se convierta en tu resurrección y ascensión.
Cuando niegas el dolor emocional, todo lo que haces o piensas, así como tus relaciones se contaminan con él. Tú lo emites, por decirlo así, como la energía que emanas y los demás lo recogerán subliminalmente. Si eres inconsciente, puedes incluso sentirte empujado a atacarles o hacerles daño en alguna forma, o puedes herirlos en una proyección inconsciente de tu dolor. Tu atraes y manifiestas lo que se corresponde con tu estado interior.
Cuando no hay salida, todavía hay un camino a través del dolor, así que no te apartes de él. Enfréntelo. Siéntalo plenamente. ¡Siéntelo, no pienses en él! Exprésalo si es necesario, pero no crees un guión sobre él en tu mente. Dale toda tu atención al sentimiento, no a la persona, evento o situación que parece haberlo causado. No dejes que la mente use el dolor para crear una identidad de víctima en ti a partir de él. Sentir compasión de ti mismo y contarle a los demás tu historia lo mantendrás atascado en el sufrimiento. Puesto que es imposible apartarte del sentimiento, la única posibilidad de cambio es entrar en él; de lo contrario, nada cambiará. Así que presta toda tu atención a lo que sientes y abstente de clasificarlo mentalmente. Según entras en el sentimiento, estés intensamente alerta. Al principio, puede parecer un lugar oscuro y aterrador, y cuando surja el impulso de alejarse de él, obsérvalo, pero no actúes sobre él. Sigue poniendo tu atención en el dolor, continúe sintiendo la tristeza, el miedo, el espanto, la soledad, lo que sea. Permanece alerta, esté presente, presente con todo tu Ser, con cada célula de tu cuerpo. Mientras lo haces, estás enviando una luz a esta oscuridad. Es la llama de tu conciencia.
La atención plena es aceptación plena, es entrega. Al prestar atención plena, usas el poder del AHORA, que es el poder de tu presencia. En él no puede sobrevivir ninguna bolsa de resistencia. La presencia suprime el tiempo. Sin tiempo, ningún sufrimiento ni negatividad puede sobrevivir.
La aceptación del sufrimiento es un viaje hacia la muerte. Enfrentar el dolor profundo, permitirle ser, llevar tu atención a él, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando has sufrido esta muerte, te das cuenta de que no hay muerte y no hay nada que temer. Sólo el ego muere. Imagina un rayo de sol que ha olvidado que es una parte inseparable de él y se engaña a sí mismo creyendo que tiene que luchar para sobrevivir y crear y aferrarse a una identidad diferente que la del sol ¿No sería increíblemente liberadora la muerte de ese engaño?

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