Alexis Shaffer. Si es posible estar en paz
Rompe las cadenas que te atan a tu mente
Todo lo que se estructura en la mente es ilusorio. Hemos creado un mundo, una familia a nuestra imagen y semejanza. Estamos tan identificados con ello que nuestra percepción siempre nos traiciona.
Todos somos víctimas de los sesgos cognitivos, que son interpretaciones ilógicas de la información disponible. «Más que errores, son atajos, mecanismos que usamos cada día y que funcionan muy bien para tomar decisiones rápidas, pero que a veces nos llevan a error», explica Helena Matute, catedrática de psicología de la Universidad de Deusto.
No es fácil corregirlos. Sobre todo porque la mayor parte del tiempo ni siquiera somos conscientes de ellos. Lo único que podemos hacer es «estar alerta y ser más críticos», dice Matute.
Estos son algunos de los sesgos que pueden influir en ti a la hora de tomar decisiones:
1. Sesgo de confirmación: Solo hacemos caso a los datos que apoyan nuestras ideas y somos escépticos con la información que las contradice. Como explica Michael Shermer en The Believing Brain, primero nos identificamos con una posición y, a partir de ahí, interpretamos la información para que encaje en nuestro modelo de la realidad.
2. Efecto halo: Confundimos apariencia con esencia. Cuando nos llama la atención un rasgo positivo de alguien (su atractivo físico, por ejemplo), tendemos a generalizarlo a toda su persona. También pasa cuando escuchamos opiniones políticas de actores y cantantes: extendemos su influencia a áreas que no tienen nada que ver con sus dotes artísticas.
3. Efecto de encuadre: Tendemos a extraer conclusiones diferentes según cómo se nos presenten los datos. Matute nos pone un ejemplo: “Si dices que la carne tiene un 30% de grasa, no la comprará nadie. Pero los resultados cambian si dices que es un 70% magra, a pesar de que es lo mismo».
4. La correlación ilusoria: Es la tendencia a asumir que hay relación de causa y efecto entre dos variables aunque no haya datos que lo confirmen. Se da especialmente en el caso de los estereotipos y nos lleva, por ejemplo, a sobrestimar la proporción de comportamientos negativos en grupos relativamente pequeños.
5. Efecto Barnum o Forer: Es fácil sentirse identificado cuando tendemos a tratar las descripciones vagas y generales como si fueran específicas y detalladas. Cualquier comentario genérico, científico o esotérico, nos parecen creíbles por culpa de este sesgo.
6. Coste irrecuperable: Nos cuesta cambiar de opinión si llevamos años apostando por las mismas ideas. Por eso las ideologías son tan rígidas. En relación con este sesgo, Matute añade el efecto de anclaje que se da cuando opinamos en voz alta. «Ya nos hemos posicionado, por lo que cuesta más cambiar de opinión».
7. Sesgo de atribución: El ego aquí tiene mucho que ver porque nos afirma que ¨nosotros elegimos porque somos inteligentes y estamos informados, pero los demás no tienen ni idea y están llenos de prejuicios.¨
8. Sesgo de autoridad: Nos fijamos más en quién dice algo que en lo que dice. Este es un ejemplo de que los sesgos a menudo funcionan. Tiene sentido fiarse de un médico, por ejemplo, pero ¿qué ocurre cuando dos expertos sostienen opiniones contrarias, como pasa continuamente en diversas situaciones cotidianas?
9. Efecto arrastre: Nos dejamos llevar por lo que opina nuestro entorno. Si todos nuestros amigos son muy espirituales, nos costará más decir que somos ateos (a no ser que nos guste llevar la contraria).
10. Falso consenso: Sobrestimamos el grado en que otras personas están de acuerdo con nosotros.
11. El punto ciego: No somos conscientes de nuestros propios sesgos, aunque nos parecen evidentes en los demás.
Lo importante es que no te tomes la vida muy en serio.
Que tengas la flexibilidad suficiente para ser feliz. Por ello comparto contigo una técnica japonesa para relajarte, sentirte feliz y recuperar tu salud.
Se llama SOTAI y solamente requieres posturas corporales y movimientos correctos para sentirte bien. Integra los 4 puntos básicos: respiración, alimentación, pensamiento y movimiento. Los seres humanos hacemos movimientos antinaturales a lo largo de nuestra vida, a veces inconscientemente y otras porque nuestra actividad nos obliga a ello.
Ejercicios de SOTAI: Secuencia básica.
1) Se realiza el movimiento en un sentido y en otro, para determinar qué dirección resulta mejor para acabar con el dolor.
2) Una vez determinada la dirección, llegar al límite de la extensión sin rebotar.
3) Mantener la posición 3 segundos y relajar de golpe, pero sin brusquedad. Dejando el cuerpo flojo.
4) Descansar de 15 a 20 segundos y repetir el movimiento, 2 veces más.
5) Volver a realizar el movimiento que nos resultaba doloroso, suavemente, para comprobar si se nota un cambio y pasar al ejercicio siguiente.
Antes de empezar el día:
1) Tumbados boca arriba, con los brazos a lo largo del cuerpo y las piernas estiradas, empujar con el talón de la pierna derecha hacia los pies de la cama lo máximo que podamos. Luego hacerlo con el talón izquierdo.
2) Tumbados boca arriba, con las manos sobre el vientre y las piernas flexionadas, las plantas de los pies sobre el colchón, levantaremos la punta de ambos pies, dejando los talones apoyados. Llevamos el movimiento al límite y realizamos la secuencia básica pasos 3 y 4.
3) Tumbados boca arriba, con las manos sobre el vientre y las piernas flexionadas, las plantas de los pies sobre el colchón, levantaremos la punta de ambos pies, inclinamos las piernas juntas, primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda.
4) Tumbados boca abajo, con la cabeza girada hacia un lado y la frente apoyada sobre las manos, flexionamos la pierna del lado hacia donde tenemos flexionada la cabeza e intentamos que la rodilla toque el codo. Giramos la cabeza hacia el otro lado y hacemos lo mismo.
5) Sentados en el borde de la cama, apoyando sólo los glúteos y con la espalda recta, cruzamos las manos detrás de la cabeza y giramos el tronco hacia la derecha y hacia la izquierda.