La mejor dieta es el amor
En el momento en que desarrollaste un problema de sobrepeso, está claro que has perdido el contacto con tu cuerpo.
Es importante saber que tu cuerpo es una brújula infalible que te guía durante toda tu vida para tomar las decisiones correctas. Las emociones que sientes en tu cuerpo – específicamente en el cuello, el pecho y la espalda – están ahí para apoyarte a operar desde un lugar de fuerza interna para crear lo que necesites en tu vida, para cumplir tus sueños.
Está reportado que las personas con sobrepeso tienden a comer por aburrimiento, tristeza o ansiedad. Y también dicen las estadísticas que ellos tienden a tener a sus amigos cercanos con el mismo problema. Es por eso que uno de los primeros pasos para lograr el control de tu peso es conseguir de nuevo un contacto con las sensaciones emocionales en tu cuerpo.
Ceder a los antojos compulsivos crea un efecto dominó que va a sabotear claramente todos tus planes para un cuerpo saludable y en forma. Esto se debe a que ceder no es sólo una cosa de una sola vez: cada elección que realices durante todo el día y toda la noche, sobre todo lo que comes y bebes, en última instancia, esta creando todo lo que quieres – y sobre todo, lo que no quieres.
Cuando comes algo que sabes que no es bueno para ti, la culpa resultante crea un ambiente perfecto para comer más en exceso. Cuando te sientes mal, es muy probable que comas más. Luego te sientes aún más deprimido porque te sientes completamente impotente para detener el ciclo de comer en exceso.
Pero detente por un momento y considera lo que ocurre cuando sientes que estás poseído y eres incapaz de ayudarte a ti mismo. Ten en cuenta cómo te sientes cuando te observas caminando hacia el congelador y miras tu mano abriéndolo para coger el bote del helado de chocolate. O cuando no puedes parar de conducir hacia a Starbucks para pedir un gran late cappuccino con leche entera y un rollo de canela para el desayuno, y 30 minutos más tarde después de surfear por internet: te decides a pedir un sándwich de jamón y tres quesos para el almuerzo, una tarta de queso para el postre y una gran frappe mochachino con leche entera y crema batida adicional para ayudarte a digerir todo.
En esos momentos, es como si estuvieras poseído – como si ni siquiera estuvieras consciente. ¿Y sabes qué? ¡Tienes razón! Tu mente inconsciente ha tomado las riendas.
¿Por qué durante estos deseos te sientes como si estuvieras poseído?
Si has luchado contra el comer en exceso, has sido muy consciente de ello. Sabes que tienes un problema, y que has intentado muchas formas diferentes de tratar con él. Pero la razón por la que te sientes tan impotente a pesar de todos tus esfuerzos se debe a que a pesar de que eres consciente del problema, tu mente inconsciente está ejecutando el programa de hábitos.
Cuando nos involucramos en actividades compulsivas, en realidad estamos operando completamente desde la programación inconsciente. Esto es cierto para todas las adicciones. Son tres niveles de esta programación inconsciente: compulsiva, obsesiva, y destructiva. Cuando un alcohólico toma una bebida de alcohol o un fumador compulsivo toma un cigarrillo, no es sólo por el sabor. Creo que todos podemos estar de acuerdo – incluso si nunca has intentado beber o fumar – que el gusto de cigarrillo es bastante horrible. Pero lo que hace una bebida alcohólica o un cigarrillo es distraer la atención de la sensación que sea incómoda, algo emocional de que estás tratando de evitar – que seguro se trata algo de la soledad, la depresión o la ansiedad.
Por el camino, ya aprendiste como rellenando tu boca (como un bebe chupa su chupete) era una forma efectiva para reprimir tus sentimientos y lo haces de manera inconsciente. Entonces el primer paso hacia la libertad es interrumpir este patrón inconsciente.
Una búsqueda personal de liberación de antojos
Yo sé que no tienes tiempo para probar una nueva dieta para enfocarte en la pérdida de peso. He estado allí – incómoda por tener 10 kilos de más y por no tener suficientes horas en el día para hacer ejercicio o no tener la suficiente fuerza de voluntad para hacer algo al respecto.
Por eso, cuando me enfoqué en perderlos, sabía que tenía que llegar a algo que no requería horas de sudar en el gimnasio o cálculos concienzudos de la cantidad que estaba tomando en calorías.
En concreto, realmente necesitaba algo que me ayudara a controlar mis ansias – porque nada me hacía sentir peor que ser diligente, tratar de controlar lo que comía durante unos días, sólo para ceder estrepitosamente en un momento de debilidad.
Necesitaba algo que me haría más fuerte durante esos momentos de debilidad – cuando no podía dormir bien por la noche o cuando me encontraba con tentaciones abundantes.
Descubrí que cuando caía en los alimentos poco saludables, estaba operando desde un lugar bastante inconsciente. Con el fin de hacerme consciente durante esos momentos, se me ocurrió una pregunta simple que podría decirme a mí mism@ cada vez que me enfrentaba a un desencadenante: «¿Mis células brillan con la salud y esto nutre mi espíritu?»
Esta pregunta funcionó como magia. Cuando te haces esta pregunta, se logran varias metas importantes: inmediatamente sales del trance modo inconsciente y te pones en la facultad de elección consciente. También te pone en sintonía con tus sensaciones corporales verdaderas, que es muy probable que hayas perdido el contacto con ellas después de años de comer en exceso (la mayoría de las personas que tienen problemas de peso no conocen la diferencia entre el hambre real y la tristeza o preocupación.)
Cuando te quieras comer un bocado de comida, pregúntate: «¿Esto nutrirá mis células y espíritu?» Si tu cuerpo te dice «Sí», es un buen alimento para comer en ese momento. Si tu cuerpo dice «No», pasa por el momento.