
Por German Gallegos Cruz «De lengua me como un plato»…
Atento recado a los que aún creen.
Cómo me gustaría creerle al presidente Peña Nieto, cuando anticipa: Ni confrontación, ni sumisión. Esa será su postura frente al presidente Donald Trump, en el primer encuentro, para tratar asuntos bilaterales de interés mutuo, según él. El mexicano por una mal formación psicológica, suele presumir de sus imaginarias capacidades para negociar, pelear, discutir, etc. Si se trata de pelear asegura siempre; «le voy a partir la madre a este cabrón», la excesiva confianza con que desgrana sus envalentonados presagios, le hace suponer que va a pelear contra la «monita de los cerillos», o sea; contra la Venus de Milo, aquella pieza escultórica que no tiene brazos -¿recuerdan?-. Me imagino que el presidente Peña Nieto, le dirá en corto a sus cuates: No se imaginan cómo mandaré a la chingada al pinche albino de Trump. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho. Por desgracia para el presidente de México, la realidad de las cosas le resta capacidad de negociación frente al arrogante presidente norteamericano. Si hubiera menos soberbia, el presidente de México reconocería que estará en total desventaja frente al personaje que más odia a los mexicanos. No hay condiciones para una negociación entre iguales, de suyo, el señor Donald Trump sabe perfectamente que su dizque homólogo será un bocado fácil que engullir. Pero la culpa total de poner todos los huevos en la canasta de los gringos, no sólo es de Enrique Peña Nieto, no, hay otros culpables; la totalidad de sus antecesores, incluyendo a los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón. Estas circunstancias han creado una dependencia comercial hacia los yankees, que nos asfixia. Les vendemos toda clase de materia prima y nos venden productos manufacturados. Han deteriorado tanto nuestra estructura psíquica, que si no compramos nuestro mandado en una tienda de origen gringo, entiéndase Walmart, Sam´s, Costco, etc. creemos que perdemos «estatus» no queriendo ser irreverente con la institución presidencial, pero don Enrique Peña Nieto, estará frente a Donald Trump en calidad de súbdito. En su alocución frente a su gabinete, líderes empresariales y sindicales, reconoció él mismo, la asimetría entre las dos naciones. Nunca el presidente de México podrá exigir respeto a nuestra soberanía, esa llevada y traída soberanía, sólo es pieza de discurso. Un país deja de ser soberano cuando debe todo lo que tiene. Deja de ser soberano cuando pierde la capacidad de producir sus propios alimentos. Y soporto mi decir en una tesis propuesta por un personaje ilustre norteamericano, Benjamin Franklin, él decía y decía bien, que, el que debe, pierde su libertad, y nosotros debemos hasta la camisa. México, nuestra patria, ha sido gobernada por personajes antipatrióticos que han dejado en peligrosa miseria a las próximas generaciones. Los gobiernos emanados del PRI y del PAN, han entregado nuestro patrimonio a extranjeros y a capitales privados, y nos han colocado en una virtual indigencia. Por esa razón y otras más, el presidente no tiene cómo imponer su agenda frente a la arrogancia y prepotencia de Trump. Hablando en «plata», Peña Nieto, no tiene como exigirle a Trump, que no deporte a los mexicanos que viven ilegalmente en su país. ¿Cómo podrá impedir que rechace nuestros productos agrícolas, si en su calidad de cliente puede recurrir a otras alternativas? El panorama es sombrío, por más que el presidente quiera maquillarla con su párvula retórica. Mister Trump, está dispuesto a garrotear a los indios, no habrá compasión, aunque vayamos a conmiserarnos con el lloriqueo del mediocre. Se acabó la luna de miel, el trato cortés que un patrón le da a la servidumbre. ¿Para qué hacernos «puñetas» mentales, que nuestras negociaciones comerciales han sido equitativas? Ellos, los gringos, siempre han tenido la sartén por el mango, y a nosotros siempre nos ha tocado bailar con la más fea. Pero por supuesto que nuestros gobiernos han propiciado este escenario de total desventaja. Han negociado a espaldas del pueblo la entrega en bandeja de plata de todos nuestros recursos naturales, solo con la sucia condición de quedarse con una «piscacha» del pernicioso contratismo. Hay tantas cosas qué reprocharle a los gobernantes, que hasta da flojera hacerlo. De todas formas, ni nos ven, ni nos oyen. Si no, ¿que se ha obtenido de las protestas por el gasolinazo y otras torpezas gubernamentales? Se las pasan por el arco del triunfo. Parece que ya se acostumbraron a nuestro gritos y mentadas de madre. Pero el tema de la reunión Peña Nieto-Trump, seguro no traerá nada productivo para México. Solo se dará por enterado el presidente Peña Nieto, que USA, no importará nada hecho en México, salvo que quieran pagar un impuesto arancelario de 35% ¿Esta política proteccionista de Trump a la industria norteamericana, ¿acaso no equivale a un embargo comercial a nuestro país? ¿Qué esperamos para actuar en consecuencia? Quieren seguir comiendo hamburguesas de MacDonald, o café de Starbucks? -allá ustedes- La pedantería sin sustento del mexicano, le hace decir, lo que va a decir antes del toro y a toro pasado, pero cuando tiene al toro de frente, no dice nada. Así me imagino al presidente Peña Nieto, frente al «albino» Trump…es cuánto.