#EnVivo | Inicia la era Trump, como presidente de los Estados Unidos
La llegada de Donald Trump como el nuevo inquilino de la Casa Blanca no es justamente el motivo más polémico de esta transición presidencial. Su familia, protagonista durante la campaña, podría tener un rol clave en el poder, pero no sin antes sacudir un avispero de conflictos.
«Esto es nuevo hasta el momento. En anteriores administraciones, los presidentes no llevaron a sus familias al Ala Oeste de la Casa Blanca, donde se desarrolla el trabajo diario del presidente», dijo a LA NACION Lilly Goren, experta en Ciencia Política de la Universidad Carroll.
Más cerca de las pasarelas y más lejos de un mitin político, Melania Trump, la próxima primera dama, se mantuvo hasta el momento fuera del foco de atención, al punto que aún no confirmó su presencia permanente en Washington. Por el contrario, la hija predilecta del magnate, Ivanka Trump, y su esposo, Jared Kushner, concentran las miradas y todo parece señalar al resto del clan como la primera familia.
Donald Jr., Eric e Ivanka Trump, junto a Jared, consejero clave del magnate republicano, integraron el llamado «Comité Ejecutivo del Equipo Presidencial de Transición». Su participación se reforzó aún más después de la victoria electoral con la aparición de Ivanka junto al primer ministro japonés Shinzo Abe y la designación de Kushner como alto consejero presidencial.
Ivanka, empresaria de 35 años y acostumbrada a estar en el ojo público, dijo en el programa 60 minutes que cuando su padre sea presidente ella sólo será la hija, y aseguró que usará su visibilidad para impulsar la imagen de las mujeres que trabajan. Sin embargo, los hechos indican que ocupará el papel de primera dama bajo las sombras. Fue ella, y no Melania, quien presentó a Trump como candidato republicano para la presidencia en Ohio, además de ser constantemente consultada por su capacidad para suavizar los aspectos más ásperos de la personalidad de su padre.
Contra todas las sugerencias, Trump nombró a Kushner como el alto consejero presidencial. Según la revista The Economist, fue el yerno presidencial quien contrató WilmerHale, una firma de abogados para contemplar los posibles problemas éticos que surjan. Su abogada, Jamie Gorelick, dijo que su cliente está preparado para resignar sus negocios familiares y además afirmó que la ley anti nepotismo no lo afecta ya que la Casa Blanca no es una agencia y está exenta de la prohibición.
¿Nepotismo?
La inclusión de sus hijos da lugar a interrogantes sobre qué papel tendrá la familia Trump en Estados Unidos – así como la capacidad del empresario para romper vínculos entre su gobierno y el negocio familiar – ya que en repetidas ocasiones dijo que sus hijos Donald Jr. y Eric se quedarían en Nueva York para administrar la Organización Trump. Sin embargo, la mudanza de Ivanka y Jared a la lujosa mansión en el barrio Kalorama en Washington no representan una señal de lo fidedigno de su promesa.
Desde la presidencia de John F. Kennedy se establece la ley de anti-nepotismo que prohíbe en principio a todo miembro de la familia directa o política de un presidente detentar un empleo remunerado en una agencia federal. Entró en vigencia luego de que Kennedy nombrara a su hermano Bobby fiscal general. La legislación es, sin embargo, más ambigua para los consejeros de la Casa Blanca.
Algunos especialistas advierten que el equipo de transición de la presidencia no está vinculado a las agencias federales y es por eso que probablemente se vio mayor participación de la familia Trump. «Aún queda por ver hasta qué punto se llegará cuando la administración tome el poder. El presidente no debe usar sus negocios a favor, sin embargo, no hay una delimitación constitucional clara para que él se separe. Puede correr una pendiente resbaladiza si no tiene cuidado», señaló Jeanine E. Kraybill, doctora en Ciencia Política de la Universidad de California State.
De los 4000 cargos que Trump deberá llenar en el ejecutivo estadounidense, existen 21 puestos de máximo nivel cuyos ocupantes necesitan recibir la aprobación del Senado. La ambigüedad respecto a los consejeros presidenciales podría ser un salvoconducto y una veta legal que le dará a Trump la ventaja de usar su burbuja familiar para dirigir el destino de los estadounidenses.
(La Nación)