Deberá Alamilla enfrentar la ley
CANCÚN
Por atentar en contra de la libertad de expresión, al pretender intimidar con amenazas al presidente de este grupo editorial, el oficial mayor del Gobierno del Estado, Manuel Alamilla Ceballos, será denunciado ante la Fiscalía General del Estado, para que le finque las responsabilidades que correspondan.
“Te va a ir mal a ti. Me voy a encargar. Aunque esté fuera”, fue la amenaza enviada por mensaje de texto por el oficial mayor hacia José Alberto Gómez Álvarez, a quien acosaba debido a que este periódico ha sacado a la luz una serie de conductas anómalas por parte de Alamilla Ceballos.
El proferir amenazas es un hecho reprobable en el que no debieran incurrir los miembros del gabinete del gobernador Carlos Joaquín González, pero esta situación se agrava debido a que intimida a un miembro de la prensa, para intentar frenar su labor informativa, desde una posición de poder, lo que es un grave golpe a la libertad de expresión y por lo que se puede invocar la Ley de Protección a las Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas.
En lugar de responsabilizar y atacar a quienes cumplen con su deber de informar a la ciudadanía, el oficial mayor debiera más bien admitir sus errores y ofrecer su renuncia, pues su desprestigio mancha a la administración actual, que no puede tolerar actos de nepotismo, falta de transparencia y mucho menos, ataques a la prensa.
IRRESPONSABLE ACTITUD
Pero ya le corresponderá a la Fiscalía General del Estado investigar esta situación y dejar en claro que no porque alguien goce de una posición de poder, como la Oficialía Mayor, puede intimidar a los medios de comunicación e intentar entorpecer su trabajo. Al contrario, por respeto a la institución que representan, más responsable debe ser su actuar.
Manuel Alamilla Ceballos, quien ya es una “persona non grata” para muchos en Chetumal por su pésimo manejo del recorte de personal ocurrido en el arranque del actual gobierno estatal, pretendió burlarse de la opinión pública al entregar sonriente una declaración 3de3 con falsedades, al negar que su esposa, Tristana Hernández, trabajara en el gobierno, pese a que él logró ubicarla como directora de Imagen.
Ella no tenía experiencia en el sector público, pero igual logró este alto cargo, pues pareciera seguir a su marido. Previamente, en 2014, Tristana fue premiada con un contrato de casi 100 mil pesos por parte de la Comisión Nacional de Uso Eficiente de Energía, justo cuando su esposo se desempeñaba como jefe de Oficina de la Secretaría de Energía.
Manuel Alamilla señala que en ambas ocasiones él no intervino, sino que su esposa obtuvo estos premios por “su propio esfuerzo”. Su presencia en puestos claves en ambas dependencias sería una “coincidencia”, sin existir nada irregular.
Si así fuera, ¿por qué recurrir a amenazas? ¿De dónde la desesperación y la ira en contra de este periódico por dar a conocer estas situaciones?
“Aunque tenga que renunciar voy a limpiar mi nombre”, asevera en su lluvia de mensajes. “Te va a ir mal a ti. Me voy a encargar. Aunque esté fuera”; pareciera saber que su salida es inminente, lo que no será culpa de los medios de comunicación que tanto detesta, sino de su propio mal proceder.
Por Mario Morales >Quequi