Alistan las ofrendas para el Hanal Pixán

 

 

LÁZARO CÁRDENAS

Dulces de calabaza, papaya, yuca y camote, no pueden faltar en el altar dedicado a los muertos.

 

La mayoría de las familias de la Zona Maya se dedican a los preparativos para la llegada de las almas en el Día de Muertos el 2 de noviembre; en algunos casos hasta elaboran dulces de calabaza, papaya, yuca o camote, que luego se ofrendan en los altares del Hanal Pixán.

Cancionila Cupul Tun, de la comunidad de El Naranjal, entrevistada durante la preparación de sus dulces de la calabaza, dijo que está aprovechando los cultivos hechos en meses pasados. “Ya fui a la milpa a buscar la calabaza seca a la que le sacamos la pepita que servirá para otros cocimientos y la parte dura para los dulces”, explicó.

Recordó que el primer día se dedica la comida a los niños y le llaman U hanal palal, el segundo día, 1 de noviembre, está dedicado a los adultos muertos y le llaman U hanal nucuch uinicoob, y el tercer día es el U hanal pixanoob, llamado en algunos lugares misa pixán, porque ese día se aplica una misa dedicada a las ánimas, por lo general, en el cementerio de la población.

“Por creencia se acostumbra, principalmente en el interior del estado que los niños usen durante esos días una cinta de color rojo o negro en la muñeca derecha, a fin de que las ánimas no se los lleven. También se amarran a los animales de la casa, porque podrían ver a las ánimas e impedirles el paso hacia el altar”, dijo.

La tradición incluye varios ritos, pero el principal consiste en poner una mesa que funciona como altar, alumbrada con velas de cera, debajo de los árboles del patio y cerca de las sepulturas de los familiares, donde se coloca comida típica de la temporada: atole nuevo, pibes o mucbipollos, jícamas, mandarinas, naranjas, xec (mezcla hecha con naranja, mandarina, jícama y otras frutas, así como chile molido), dulce de papaya, coco y pepita, tamales de x’pelon, vaporcitos, balché (bebida embriagante que se hace con la corteza de un árbol que se llama así), pan dulce y jícaras de sabroso tan-chucuá (atole que se elabora con masa de maíz, cacao, pimienta y anís). Todo eso adornado con veladoras, flores, ramas de ruda y las fotografías de las personas fallecidas.

El día de los niños difuntos, el altar es decorado con un mantel bordado en tonos alegres, en el que se colocan, además de los alimentos, dulces y juguetes, y se adorna con flores de xpujuc (de tipo silvestre y color amarillo), xtés en color rojo y virginias.

Estas viandas pasan toda la noche del 1 al 2 de noviembre, en esos pequeños altares, debajo de los árboles. Y cuando las almas de los difuntos “han tomado la gracia”, los familiares de aquellos meriendan los mucbipollosm, los pibinales y se toman el atole y el balché.

Por Daniel Cauich > Quequi

Fotos: Daniel Cauich > Quequi

 

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