Aún sobrevive como afilador

Aunque es un oficio en peligro de extinción, don Gelasio Ruiz Hernández, nómada y originario de Cosamaloapan, Veracruz, con 54 años de afilador, se aferra a esta actividad, que afirma aunque difícil, le deja para comer y sacar adelante a su familia.
De paso por Puerto Morelos, con rumbo a Chetumal, caminando bajo un sol inclemente, tiene la esperanza de encontrar algunos clientes que quieran afilar sus tijeras, alicates, máquinas de rasurar, machetes, hachas y todo lo que requiera sacarle filo, anunciándose con el característico sonido de la armónica.
Afirma que por cada afilada cobra diez pesos, lamentablemente no puede cobrar más pues en los grandes comercios la gente puede comprar cuchillos muy baratos hasta en 20 pesos. Aunque hay trabajos que si le reditúan, como afilar tijeras profesionales de peluquero por las que cobra 120 pesos, ya que éstas llegan a costar hasta 15 mil pesos. En un día normal puede juntar hasta 250 pesos, suficientes para llevar el sustento a su casa.
A sus 66 años, don Gelasio ha recorrido varios estados de la República como Chiapas, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Campeche y Quintana Roo, ofreciendo sus servicios de afilador, a pesar de contar con una discapacidad auditiva. Debido a que padece la enfermedad de la diabetes, desde hace muchos años perdió el oído izquierdo, pero esto no ha sido impedimento para trabajar en un oficio que cada día es más difícil ejercer.
Comenta que el oficio lo heredó de su papá, no obstante duda que sus hijos continúen con esta tradición al no mostrar ningún interés y porque la mayoría estudia cosas tan actuales y modernas como la mecatrónica. Con el semblante cansado, don Gelasio se aleja sobre una de las principales avenidas turísticas del Puerto, solo para dejar escuchar una vez más su armoniosa melodía de batalla. (Por Guillermo Olán>Quequi)

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