El Bestiario. SANTIAGO J. SANTAMARÍA
EL CAFÉ JUAN VALDEZ TRANSFORMA LA VIOLENCIA EN PAZ
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2016 por sus esfuerzos en el proceso de terminar una guerra de más de medio siglo, con la guerrilla de las FARC. Este país latinoamericano es la confirmación “einsteniana” en la tierra de que el universo es un caos perfectamente ordenado que permite su equilibrio y su existencia…
El cinismo manipulador de los políticos y la ignorancia, inconsciencia o irresponsabilidad de los votantes, un cóctel fatal nos llevó al terrible “no” al acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los guerrilleros de las FARC, y al “sí” a la perpetuación de una guerra civil que ha durado medio siglo. Triunfa la mentira en este “annushorribilis” y existe un hilo conductor entre Álvaro Uribe, el populista hombre orquesta que dirigió la campaña por el no en Colombia, Boris Johnson, la figura más carismática por el no a la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea y Donald Trump, que insulta a la verdad cada hora del día en su campaña para que la estupidez tome posesión de la Casa Blanca a un mes vista, el próximo 8 de noviembre.
“Recibo este premio en nombre del pueblo colombiano que ha sufrido tanto esta guerra. Estoy agradecido y abrumado”, le ha dicho el mandatario en conversación telefónica a la organización del Nobel, en Noruega. “Estamos cerca de un acuerdo final, solamente tenemos que perseverar en esta etapa final por las víctimas de la guerra”. Santos ha afirmado que solo con la perseverancia se culminará el acuerdo. “Es un asunto de creer que no hay nada mejor que la paz, la que no han tenido tres generaciones de Colombia”, se recalcaba en una declaración oficial del presidente desde Casa de Nariño, la residencia oficial. Desde La Habana, Cuba, mesa de las negociaciones, se anunciaba un comunicado conjunto de las delegaciones del Gobierno y las FARC allí reunidas. Los laberintos de violencia se trasformaban en jeroglíficos de paz, en una de las referencias mundiales del realismo mágico, merced a otro Nobel colombiano, el escritor Gabriel García Márquez, el de “Los cien años de soledad”.
El realismo mágico es un movimiento literario de mediados del siglo XX, una preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es suscitar emociones, sino, más bien, expresarlas, y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad. El realismo mágico comparte características con el realismo épico, como la pretensión de dar verosimilitud interna a lo fantástico e irreal, a diferencia de la actitud nihilista asumida originalmente por las vanguardias, como el surrealismo.
El realismo mágico se desarrolló muy fuertemente en las décadas del 60 y 70 del pasado siglo XX, producto de las discrepancias entre dos visiones que en ese momento convivían en Hispanoamérica: la cultura de la tecnología y la cultura de la superstición. Entre sus principales exponentes están el colombiano Gabriel Garcia Márquez y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, ambos galardonados con el Premio Nobel de Literatura. También destacan autores como el mexicano Carlos Fuentes con su novela “Aura”, el gallego Álvaro Cunqueiro, aunque muchos aclaman como padres del realismo mágico a Juan Rulfo con “Pedro Páramo”, Arturo Uslar Pietri con su cuento “La lluvia” (1935), José de la Cuadra con “Los Sangurimas”, Laura Esquivel con “Como agua para chocolate”, la chilena Isabel Allende con “La casa de los espíritus”, Pablo Neruda y otros. Jorge Luis Borges también se le relacionó con el realismo mágico, pero su negación absoluta del realismo como género o como una posibilidad literaria lo pone contra este movimiento. Alejo Carpentier, de Cuba, en su prólogo al “Reino de este mundo”, define su escritura inventando el concepto de real maravilloso, que, a pesar de sus semejanzas con el realismo mágico, no debería ser asimilado a él.
“Timochenko”, líder de la guerrilla, se ha adelantado a la comparecencia de los negociadores del Gobierno de Colombia y las FARC, para dar su valoración ante el Nobel de Juan Manuel Santos, con un mensaje en su cuenta de Twitter, el canal oficial de la insurgencia desde que se rechazaran los acuerdos en el plebiscito: “El único premio al que aspiramos es de la #PazConJusticiaSocial para #Colombia sin paramilitarismo, sin retaliaciones ni mentiras #PazALaCalle”. El conflicto de Colombia, que con 52 años es el más largo del continente americano, ha causado la muerte de 220 mil personas, el desplazamiento de más de seis millones de personas y la desaparición de otras 45 mil. Los cuatro años de negociaciones en La Habana, con Noruega como país facilitador, culminaron el 24 de agosto en un acuerdo de paz, que fue solemnemente firmado en Cartagena de Indias el 26 de septiembre por Santos y el jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”. Lo firmado, que ocupa 297 folios, fue sometido a referéndum el 2 de octubre.
El fallo del Nobel, anunciado a las cuatro de la madrugada de este viernes, hora de Colombia, ha pillado al país americano aún dormido. El galardón no se esperaba. Han pasado cinco días desde que los colombianos decidieron rechazar los acuerdos de paz. El resultado se había considerado razón suficiente para asumir que la candidatura, que en un primer momento compartían el propio Santos, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, líder de la guerrilla, y cinco víctimas, quedara relegada.
“El referéndum”, recalca la noruega KullmannFiveen, presidenta del Comité del Nobel, “no fue un voto contra la paz”. “Los que votaron no, no rechazaron el deseo de paz sino un acuerdo específico de paz”. Ese resultado ha generado una gran incertidumbre sobre el futuro de Colombia. Hay un riesgo real de que el proceso de paz se paralice y de que estalle de nuevo la guerra civil, lo que hace todavía más importante que todas la partes, encabezadas por el presidente de Santos y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, mantengan el respeto al alto el fuego.
Lo que nos falta ahora es que Donald Trump acabe siendo presidente de los Estados Unidos, el próximo mes. Los resultados electorales en este año 2016 se están definiendo por el cinismo manipulador de los políticos y la ignorancia, inconsciencia o irresponsabilidad de los votantes. He aquí el cóctel fatal que llevó a Trump a la candidatura presidencial republicana, condujo a la victoria del Brexit en Reino Unido y, lo más terrible hasta la fecha, al “no” al acuerdo de paz en el plebiscito colombiano y al sí a la perpetuación de una guerra civil que ha durado medio siglo.
El escritor inglés John Carlin destacaba en una columna que en todos los casos ha triunfado la mentira… “Los votantes, mientras, se dejan conducir como vacas al abismo. Con perdón de las vacas, que seguramente demostrarían más sentido común ante la perspectiva de la autoaniquilación que las variedades de homo sapiens que habitan Colombia, Inglaterra y Estados Unidos. El “plebiscidio” colombiano ha sido la obra maestra de la larga carrera política del expresidente Uribe que logró ganarse las mentes (si esa es la palabra) y los corazones (oscuros) de la mayoría de aquellos pocos colombianos que se tomaron la molestia de participar en el voto más importante de la historia de su país. Les recordó lo que todos sabían, que las guerrillas de las FARC con las que el gobierno colombiano había firmado el acuerdo de paz, eran detestadas por el 95 por ciento, o más, de la población; acto seguido les convenció que, abracadabra, si a las FARC se les dejaba participar en la política, como contemplaba el acuerdo, ganarían las siguientes elecciones y su líder, un marxista caducado apodado “Timochenko”, sería el próximo presidente del país. Más de la mitad de los colombianos que votaron el pasado domingo fueron incapaces de detectar la ilógica matemática de su planteamiento…”.
En Colombia, la preocupación está en la nueva mesa de diálogo nacional que inauguraron el pasado miércoles el presidente Santos y el exmandatario Álvaro Uribe, principal opositor al proceso de paz. El Gobierno ha designado a tres delegados con el acompañamiento de varios ministros para que trabajen en comisiones con tres representantes del Centro Democrático liderado por Uribe. Casi dos horas después de que se conociera el anuncio, éste ha lanzado un tuit en el que felicita al líder de Colombia por el galardón, pero con reservas: “Felicito el Nobel para el Presidente Santos, deseo que conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia”. El expresidente fue incapaz de vencer a la guerrilla, acudiendo al Congreso de su país con chaleco antibalas entre tiros y bombas, en las calles aledañas de Bogotá, un Damasco o un Bagdad latinoamericano. No tuvo la valentía de reconocer que estaba negociando en secreto también con la guerrilla, utilizando métodos paramilitares, aumentando los laberintos de violencia. Hoy, a pesar del resultado de las urnas y ayudado por las tempestades del huracán “Matthew”, es sabedor que no pasará a la historia como hacedor de jeroglíficos de paz. Eso le molesta. Miserias humanas.
En las calles Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena de Indias, Cúcula…, también ajenos a las deliberaciones del Nobel, los ciudadanos comenzaron el mismo miércoles a ejercer presión social con una gran marcha en 14 ciudades, que solo en Bogotá consiguió reunir a unas 100 mil personas. En el centro de la capital, en la plaza Bolívar, un grupo de ciudadanos acampa desde la noche de la manifestación pidiendo que los gobernantes no se levanten de la mesa en lo que ya se conoce como el Campamento por la Paz. “Recibimos la sorpresa con alegría y optimismo este mensaje de esperanza y solidaridad que nos ofrece la comunidad europea”, ha dicho una de sus representantes. “Invitamos a todos y todas a que se acerquen a la plaza de Bolívar a construir la paz».
El Comité Noruego señaló además que el galardón es “un homenaje al pueblo colombiano que, a pesar de todos los abusos sufridos, no ha perdido la esperanza de lograr una paz justa y a todas las partes que han contribuido a este proceso de paz”. En esta ocasión se habían presentado 376 candidaturas, de las que 148 eran organizaciones y 228 eran personas. Se trata de una cifra récord, que supera a las 278 recibidas en 2014. “Santos ha acercado de forma significativa hacia una solución pacífica el sangriento conflicto» en su país y que ha sentado las bases para el desarme verificable de las FARC y un proceso histórico de reconciliación y hermanamiento nacional. Sus esfuerzos para promover la paz cumplen por tanto los criterios y el espíritu de la voluntad de Alfred Nobel”. El premio, argumentó el jurado, trata de animar “a todos aquellos que tratan de lograr la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia”.
Juan Manuel Santos se suma a la lista de la Paz de la última década de este compulsivo XXI del Cuarteto del Diálogo Nacional Tunecino, Kailash Satyarthi y Malala Yousafzai, Organización para la Prohibición de Armas Químicas, Unión Europea, Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol Karman, Liu Xiaobo, Barack Obama, Martti Ahtisaari, Al Gore y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, Banco Grameen y Muhammad Yunus; y Mohamed El-Baradei y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OEIA). Lo importante es que la infusión de la drupa de dos nueces y con pulpa azucarada de los cafetos, está logrando transformar laberintos de violencia en jeroglíficos de paz en Colombia.
@SantiGurtubay