LA DIOSA IXCHEL. El Castillo
GRAN RIFA DEL TIGRE
No contentos con tener a los ciudadanos secuestrados en la partidocracia, en organizaciones alejadas totalmente de, por lo menos, un mínimo ejemplo de democracia, las organizaciones contendientes en los comicios electorales se dan el lujo de escandalizar y demostrar públicamente sus oscuros movimientos internos, la impunidad y corrupción de los líderes del presente y de quienes ambicionan serlo. Nada los detiene en su exhibición y ello debido a no haber sido nunca adictos al rubor, a la vergüenza, como tampoco le dan validez al nombre, al apellido, a la fama arrastrada hasta por dos o tres generaciones venideras. Dirigentes nacionales de las llamadas principales fuerzas políticas, siguen siendo elegidos por el dedazo, ya sea uno o los existentes en ambas manos. Con acuerdos cupulares, sin mayor mensaje para una sociedad a la cual sujetan a votar por quien resulta electo como abanderado en la contienda electoral, con acuerdos en lo oscurito se inclinan por aquel con quien acordaron se multiplicarían sus patrimonios.
Y, si eso sucede a nivel nacional, ni tardos ni perezosos instalan la misma fórmula en las entidades. Acción Nacional hace tiempo camina dividido; tienen un grupo apoyando a quienes se dedicaron a negociar por su cuenta y para su provecho y, por el otro, a los de larga trayectoria, de trabajo para lograr el posicionamiento del partido. Los dirigentes estatales logran ubicarse de manera inmediata y sin ningún reclamo de bases, de militantes y de otros aspirantes, en los cargos de poder, ya sea en el Legislativo, para lo cual no se molestan en hacer campaña y se inscriben en los primeros lugares de su lista plurinominal, o se insertan en los gabinetes. Hasta antes de la postulación en alianza del hoy gobernador electo, ese partido estaba borrado del mapa político y, no conforme, el grupo dirigente estatal se oponía abierta y públicamente a conformar una alianza en la cual fuese CJ el candidato.
Los perredistas se ubican en el mismo contexto. Los escándalos provocados por acciones y determinaciones de su dirigencia nacional repercutieron en el respaldo ciudadano a la bandera solaztequista. Las divisiones fueron cómodamente arregladas para, dentro de la misma familia, unos continuar dentro del PRD, con la dirección en el bolsillo ante la falta de un número importante de seguidores, una vez visto el fracaso de sus gobiernos municipales, y otros tomaron el rumbo de Morena. De nuevo la dirigencia estatal se instaló cómodamente en donde podrá recibir puntualmente un salario y contar con apoyos económicos cuyo destino no es la utilización familiar o personal, pero serán usados en esos fines. Conocedores a fondo de la naturaleza humana y sus necesidades, se han fijado un objetivo: eliminar a Morena, dividirla, crearle un ambiente en el cual no se distinga entre unos y otros. Les estorba lo que antes les sirvió como bandera, para intentar autorrescatarse.
Paradójicamente, ambas organizaciones dependieron de la operación política, de la experiencia acumulada dentro de las filas del PRI, de uno de los llevados a la función pública en el pasado bajo esas siglas. Mucho le ayudó a este personaje, nacido también en lo anteriormente registrado como “la zona continental de la isla”, de Cozumel, por supuesto, los excesos en furia, en disgusto, de los verdes. Quisieron demostrar no encontrarse descabezados, sino contar con un fuerte liderazgo, sólo que sin la conciencia de un marcado rechazo a quien lo ostenta. Dispuestos a ser considerados y vistos como quienes habrán de marcar el rumbo del priismo, hoy enfrentan una batalla en la cual solamente del centro pueden llegarles los apoyos necesarios para permanecer. Lo suyo es la negociación en todos los órdenes, pero aún falta mucho tiempo y sólo si en el camino siembran, tal vez alcancen cosecha.
Apoyos confiables, lealtades vistas, conducciones apropiadas, no será fácil encontrar al arribo de un mandato en donde su base, se dijo, es darle un giro de 180 grados a esos renglones vigentes y denunciados por la sociedad, insertos en la corrupción y la impunidad.