LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

 

 

SON TEMORES ¿INFUNDADOS?

 

Los desajustes y las divisiones a lo interno de los partidos políticos e inclusive dentro del gabinete del Gobierno federal, encuentran eco en muchas entidades de la República. Por lo pronto, en aquellas en donde el final de los sexenios está a días, semanas, de presentarse, el jaloneo de aquellos cuyas labores dentro de las campañas fueron aparentemente espontáneas, sin mayor interés que el de evitar más daños a la sociedad, causados, desde su muy particular óptica, por los mandatos priistas, en el presente demandan posiciones y pasan, ya sea de manera directa o a través de terceros, el costo de sus apoyos y, más aún, cuando se hicieron también aportaciones económicas o en especie justo al final, durante el llamado día “D”. Está en juego la gobernabilidad estatal y ello es extremadamente peligroso ante los sucesos registrados a nivel federal, en donde se acusa casi permanentemente de ingobernabilidad.

 

Las críticas lanzadas hacia el Ejecutivo federal se unen a las arrojadas a los gobernadores, extendiendo la demanda de castigos, pero también generando un peligroso ambiente, visto con gran alegría por quienes ocuparán cargos públicos en fecha próxima. La irresponsabilidad al fomentar, festejar, prohijar acciones como la contemplada a la salida de los integrantes de la XIV Legislatura, no abonan en nada a una mejor conducción gubernamental, sino todo lo contrario. Es público el júbilo, por ejemplo, de las gestiones cuyos resultados lograron sumar un número mayor de curules para la alianza contraria a la hecha por los verdes y tricolores. Siendo, como no se cansan de repetir, “éxitos políticos”, no acusan gobernabilidad y ni siquiera un camino más sólido para mantener el desarrollo quintanarroense el cual, es innegable, se ha mantenido y acrecentado.

 

Estos movimientos, vistos en su justa realidad, no brindan ninguna garantía, no son la mayoría requerida legalmente para una toma inmediata de decisiones. La operación política sana revelaría el convencimiento, iniciativa tras iniciativa, para presumir aprobaciones de consenso y no de compra-venta con su respectivo levantamiento de dedo. Dejaron los operadores políticos involucrados en esta etapa, la muestra más clara de la falta de principios en los partidos políticos, siempre dispuestos a formar alianzas, a traicionarse unos a otros, con tal de estar dentro del grupo de poder en turno.

 

Con estos inicios no puede esperarse mucho de la tan cacareada “nueva etapa” para Quintana Roo, no por lo menos desde el punto de vista de uno de los tres poderes en los cuales se sustenta nuestro sistema de gobierno: el Legislativo. Si se cometen fallas al momento de seleccionar a quienes integrarán el gabinete del Ejecutivo local, el panorama tenderá a complicarse aún más. No será posible encontrar justificaciones en el periodo o los periodos anteriores, señalando fallas, errores, omisiones o abusos. Y, si a lo anterior se le incluye como base lo ya visto en relación al empoderamiento del Partido Verde en la principal zona económica del estado y las reacciones públicas de quienes encabezan los municipios de la Zona Norte con mayor fama, muchas antenas se pondrán a funcionar y no de la mejor manera, al empezar a ser público un rechazo sobre Solidaridad, en donde el argumento principal busca encontrar eco en viejas historias, como la de Sodoma y Gomorra.

 

Ni para el gobierno entrante ni para los ciudadanos, será éste un inicio sobre espuma, entre hojuelas, protegido. Tal parece, se alcanzará la misma oscuridad y los temores sufridos en todo el país, fenómenos no padecidos con la misma brutalidad entre quintanarroenses.

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