LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

Con calma y amanecemos

Una vieja sentencia señala “el horno no está para bollos”, lo cual presupone una de dos: o está todavía muy frío, o la temperatura se encuentra muy elevada y lo más probable es que se queme el bollo. Lo último parece ser el presente en el país y ni hablar para las entidades. En el caso de Quintana Roo, la pasada elección dejó entrever muy claramente la división en la sociedad y no precisamente por los colores de los partidos políticos, sino en cuanto a las expresiones llegadas a la ofensa a través de las redes sociales. La confusión reina entre la población y es totalmente explicable. Un mandato federal priista somete a los ciudadanos a pagar tarifas de luz exorbitantes para la inmensa mayoría de quienes utilizan el servicio. Sucede igual con el alza de las gasolinas y como cereza para semejante pastel aparecen los incrementos a los básicos. En esta entidad, prácticamente todos los alimentos son transportados bajo ruedas y obviamente se han encarecido más allá de los porcentajes presumidos como “salario mínimo”.

Otro tanto sufragó por un cambio en las siglas de quien encabezará el próximo sexenio. Y este fenómeno, si es que llega a darse, será totalmente casero, no incluirá todas esas medidas y determinaciones tomadas desde el centro, por lo tanto, el alivio será mínimo y traerá como consecuencia -no deseada- brotes de inconformidad, tal vez incontrolables, ante las pocas posibilidades de ofrecer soluciones o alternativas. La existente división interna entre los partidos postulantes del ahora gobernador electo, no auguran estabilidad, menos aún cuando ha trascendido que son a lo interno y no precisamente se discuten puntos de vista sobre aspectos directamente involucrados con el bienestar ciudadano, sino con los pesos y centavos, con las posiciones y con las pretensiones a futuro de los grupos. La estabilidad es prioritaria y, todo apunta, correrá bajo la responsabilidad de los quintanarroenses, al no verse ni saberse de llamados a esa paciencia, imprescindible para evitar se derrumbe lo hasta ahora logrado.

No será bajo la utilización de la promoción mediática, de los discursos o de esquemas monárquicos el logro de recuperar la confianza de los ciudadanos. La exigencia de acciones para solucionar problemas, el acercamiento y trato directo con los involucrados en cada caso, la conducción personal y la exigencia de seguir una línea dentro del gabinete, podrían ser avances en ese camino en el cual transita una desprestigiada clase política. Es menester escuchar las voces señalando personajes cuyo paso por distintas posiciones arrojó la derrota de su partido o existen manifestaciones de abierto rechazo a sus gestiones. Incluirlos en el equipo de trabajo del mandatario estatal tendrá como lectura la continuidad de quien, hasta ahora, no ha tenido otra bandera que la del tricolor.

Por distintos medios se mantiene viva la presencia de Mario Villanueva Madrid. Se presentan textos firmados por el exgobernador dando puntos de vista sobre la situación política y se antojan suficientemente informados aun y cuando su permanencia en un centro penitenciario estadounidense está vigente. Sobre el último, un continuo repaso a la misiva genera dudas sobre el origen. Como es sabido, don Mario concluyó los estudios de derecho dentro de un centro de retención ubicado en el DF, una vez llevado a cabo su traslado desde el penal federal, entonces llamado Almoloya. Además y durante esas largas estancias, cuidó y mucho su preparación personal. Los tomos que conforman su expediente son voluminosos y las explicaciones sobre ellos siempre resultaron claras y entendibles para cualquier lector. De ahí la resistencia a creer sobre esos escritos. No son compatibles con lo anteriormente expuesto por el othonense. Mario no ha cambiado, sigue siendo el hombre duro y rudo, las variantes sobre su carácter son inexistentes. En fin, puede ser la afectación llevada al extremo de cancelar la aplicación clara del lenguaje, aunque también podría tratarse de una autorización para plasmar sus ideas dadas a terceros. Lo muy claro es la inexistencia de tener que recurrir a artilugios para mantener vigente a don Mario. Su paso por Quintana Roo y su vida misma resultan para miles, inolvidables.

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