LA DIOSA IXCHEL. El Castillo
Trompadas de D. Trump
La temporada de huracanes se antoja intensa en las próximas semanas y tal vez se prolongue por lo menos hasta noviembre, cuando concluyan las elecciones en Estados Unidos y se conozca el nombre del ganador. De ser Hillary Clinton, será el Gobierno federal el de las máximas preocupaciones. Si resulta Donald Trump, los dolores de cabeza se compartirán con Quintana Roo y la península de Baja California. Ambos puntos los tiene perfectamente identificados el opositor -en todos aspectos, inclusive en el físico (el moreno casi negro y el blanco casi albino)-, y en los dos tuvo conflictos que impidieron la puesta en marcha de sus ambiciosas inversiones. Inclusive, se recuerda el enfrentamiento sostenido con un desarrollador de Playa del Carmen por el certamen de belleza Miss Universo, finalmente cancelado en su presentación en la entidad y por lo cual lanzó una serie de calificativos ofensivos.
En Cozumel consideró la posibilidad de levantar una zona exclusiva para norteamericanos, además de construir un desarrollo hotelero, al cual llamarían Punta Arrecifes Resort. La inversión era cuantiosa, pero la zona en la cual consideró esta posibilidad estaba limitada en su densidad y por las afectaciones a la naturaleza del lugar. Envió, según se dijo, a gente de su grupo, encabezado por uno de sus hijos, una y otra vez, sin conseguir los permisos necesarios. Igual sucedió en Baja California, en las afueras de Tijuana, en donde las casas se venderían a pensionados de ese país. Denominaron al proyecto Trump Ocean Resort Baja México. En este último, y ante la serie de reclamos de compradores en esa etapa llamada “preventa”, el candidato republicano sostuvo ser ajeno a la inversión y solamente había prestado su nombre para darle mayor plusvalía al desarrollo.
Tampoco se pudo concluir esta inversión. Salió, al igual que en Quintana Roo, derrotado. Por lo tanto, habrá de visualizarse cuál será su reacción sobre las dos entidades, Baja California y Quintana Roo, susceptibles a cualquier tipo de alerta o de llamado a la no inversión. Si llega el “huracán Trump”, habrá que prepararse porque… todo puede pasar. Y, en prevención a la llegada de una situación de esta naturaleza, es necesario se mantengan dos situaciones: paz social y unidad. Ambas son pilares para contradecir cualquier alerta o calificativo lanzado por quien, de llegar a la Casa Blanca, lo hará sin duda. Eventos relacionados con alteraciones sociales, con mayor inseguridad, con señalamientos de corrupción, abonarían a las expresiones de Donald Trump, quien podrá estar muy ocupado manejando al mundo, pero se dará su tiempo para cobrar afrentas, y en el caso del cancelado proyecto en Baja California se llegó hasta los tribunales, ¿lo recuerda?
Tal parece que en el centro no se dan cuenta de los daños provocados por decisiones tomadas detrás de los escritorios, firmadas con mucha enjundia bajo la creencia, suponemos, de hacer el bien sin mirar a quien, porque no voltean hacia algún lado, a los puntos más sensibles a perjudicar. En el caso de las zonas fronterizas, los incrementos a gasolinas y energía son mortales. En Quintana Roo, en donde la producción de alimentos es prácticamente inexistente y la transportación de los perecederos es por la vía terrestre, la repercusión en los precios se multiplica por mucho más de lo registrado en otras entidades. Si a ello se le agrega la homologación del IVA, lo cual le restó atractivo a las compras de los visitantes nacionales, el golpe fue para muchas tiendas y si de remate se tiene una paridad elevada, casi duplicada en los últimos meses, las cortinas de muchos negocios se preparan para cerrar, una vez liquidados sus inventarios. Los paisanos visitantes salvan de la hambruna a los pobladores y no existe por parte de hoteleros y prestadores de servicios una tarifa especial no sujeta al dólar, cotizada en pesos en diferente proporción, a fin de mantener la llegada masiva de ese turismo.