CARLOS CÉSAR GONZÁLEZ. Misión Evangélica
EL EVANGELIO PARA HOY
De gran impacto fue la noticia aquella, que el Cristo Jesús de Nazareth había resucitado. Para la gente cuyas esperanzas eclipsadas estaban sumidas en la angustiosa desesperación y depresión, la muerte de Jesús era realmente una tragedia que disolvía sus esperanzas. Los corazones revivían y revivían esas esperanzas al saber que había resucitado. Esa grata noticia de la resurrección del salvador, cerraba el círculo del verdadero evangelio.
El evangelio es »La buena nueva», Dios ha visitado al hombre en su miseria y desgracia, le ha provisto de un Salvador, le redimirá de su desgracia lavando su pecado con su muerte en la cruz, haciendo por él completa redención y con ello acercándolo a Dios Padre. Jesús inaugura el reino de Dios, liberando a un pueblo oprimido y esclavizado por el pecado. Jesús echa fuera demonios, sana leprosos, da vista a los ciegos, sana tullidos y acerca el corazón del pueblo con la Palabra. Su muerte resurrección, y promesa de volver devolvió el gozo de todos sus discípulos.
Hoy nosotros hemos entendido este precioso evangelio, lo creemos y lo aceptamos; pero hoy lloramos nuestra triste y miserable condición en la que vivimos. México llora sus muertos que día a día tiene; llora sus viudas y huérfanos; llora por las injusticias que se cometen abusivamente; llora por sus pobres que tienen una sola comida austera al día. La ola de maldad, corrupción y asesinatos que aumentan más y más es una tragedia que disuelve esperanzas.
La iglesia de Jesucristo, fiel a su ministerio del reino; como sal y luz de este oscuro mundo, pregona el evangelio para hoy, lo pregona fuertemente a los cuatro vientos con su actitud cristiana, recordando que su Señor les dijo ‘‘están en el mundo, pero no son del mundo»
Las viudas, huérfanos, enfermos, pobres, débiles y todo aquél menos favorecidos, son las ovejas lastimadas del buen pastor, son nuestra oportunidad para servir a Cristo. Somos nosotros como Iglesia de Cristo que llevamos el mensaje de esperanza y consuelo, Dios nos dio el ministerio de la reconciliación, y rogamos en su nombre que se reconcilien con Dios.
¿Hay algo en nuestra casa que necesiten los menos favorecidos?, ¿Hay algo que pueda devolverles la paz, el brillo de la alegría en sus rostros? Que alegría da servir a Dios como abogados, profesores, doctores, mecánicos, etc. Por eso el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (Romanos 14:17). Amigos y hermanos, extendamos este reino de Cristo, llevemos el evangelio verdadero a otros, sirviendo al pobre y necesitado, servimos al verdadero Dios.
No temáis manada pequeña, porque a Dios le ha placido darles el reino, vendan lo que posean y denlo a los pobres, hagan bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde el ladrón no llega, ni la polilla destruye. Porque donde estuviere tu tesoro, ahí estará también tu corazón. Lucas 12:32-34.