LA DIOSA IXCHEL. El Castillo
TRAICIONES Y DESTINO
Para el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, los dolores de cabeza se multiplican y pueden ser el inicio de una “enfermedad terminal”. El asesinato del periodista Pedro Tamayo, quien ya había huido de esa entidad a causa de las amenazas de muerte recibidas y, una vez contando con la información sobre otros crímenes tanto de reporteros como de columnistas y fotógrafos, fue ultimado a balazos cuando salía de su domicilio ubicado en Tierra Blanca. Hace apenas un par de meses, en mayo, Manuel Torres, también periodista, fue asesinado de un solo balazo, en Poza Rica. Habrá de señalarse la falta de capacidad de las autoridades judiciales ante los nulos reportes sobre los autores de tales crímenes. Ningún caso de los presentados durante el mandato de Duarte Ochoa ha sido aclarado. Pese a la versión extraoficial sobre la posibilidad de no llevarlo ante ningún juez por el empoderamiento surgido del panismo a través de Miguel Ángel Yunes, la secuencia de actos en los cuales se refleja el mal gobierno sigue presentándose, al igual que la demanda de los veracruzanos para lograr que apliquen con todo rigor la ley en los asuntos de responsabilidad del actual mandatario.
La historia de don Javier tiene sus tintes de tragedia, aunque a decir verdad, es más lo que él mismo ha contribuido para hacer de su existencia un caos y provocar tantos escándalos. Su padre era muy amigo, amiguísimo del exgobernador Fidel Herrera Beltrán. Estuvo de visita en la Ciudad de México, por entonces conocida como Distrito Federal, un 17 de septiembre de 1985. Fidel lo recibió, lo acompañó a la realización de los pendientes que lo sacaron de su tierra natal y hasta fueron a comprar un bat, la pelota y la manopla para el pequeño Javier. Fidel lo despidió a las puertas del hotel en donde se hospedaba, la noche del 18 de septiembre, con la cita hecha para la mañana siguiente para llevarlo al aeropuerto. Decidieron en ese momento no bajar del auto del entonces aspirante a diputado federal los implementos beisbolísticos comprados, ya que estaban debidamente empaquetados para su traslado a Veracruz.
El 19 de septiembre se presentó el terremoto y con él la caída del hotel Regis, el inmueble en el cual se encontraba hospedado el padre del gobernador Duarte. Ya era todo un caos cuando Fidel llega por su amigo para trasladarlo al aeropuerto. No se volvieron a ver, ahí quedó sepultado y le tocó al veracruzano no sólo darle la noticia a la familia, sino trasladar lo que le entregaron como restos y darle a Javier lo adquirido por su padre un día antes de morir: el bat, la manopla y la pelota. A partir de ese momento, Herrera Beltrán se hizo el propósito de apoyar estudios y formación del niño huérfano. Lo cumplió hasta llevarlo a la oficina aledaña al despacho de gobierno que ocupó hace ya casi 12 años. Duarte conoció muchos de los secretos de un mandatario con mañas y con una memoria de privilegio, como lo fue su protector. Supo también lo que significa la buena fama, el respaldo popular, los aplausos a la entrada de los estadios, sin chiflidos ni mentadas de madre. Nada, ni las cuestiones familiares íntimas, eran desconocidas para don Javier, menos aún las disputas entre su protector y los Yunes.
Esa formación, la cercanía permanente, llevó a don Fidel a considerar a Javier Duarte como su sucesor. Acción a la cual contribuyó y mucho el diseño del perfil hecho por el PRI nacional para los candidatos que disputarían gubernaturas ese año. “Tú encárgate de hacer campaña, yo veré que ganes”, fue el compromiso de Fidel, mismo hecho recordatorio cuando, en un evento, Duarte pronuncia un discurso de poca inteligencia. Al serle reclamado, se escuchó: Te comprometiste a que yo gane, la campaña era mi cuento, ¿ya se te olvidó? A lo anterior, que ya había causado molestia, se añadió el acercamiento a todos los Yunes y a partir de ese momento hizo su aparición la consabida traición. De don Javier, como puede verse, habrá de esperarse de todo.
Con 16 periodistas muertos durante su periodo y tres desapariciones, Javier Duarte ha construido su historia de relaciones con los medios de comunicación. Las tragedias las conoce y las lleva encima.