LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

 

 

 

ME PREOCUPA II

La inconformidad magisterial, tal y como se dijo en su momento, pasó de ubicarse en cuatro puntos del país: Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, a 28 entidades de la República. En cada caso existen elementos que unen a los mentores, pero también se presentan los aprovechados de acuerdo al conflicto surgido en el terreno local, con lo cual van construyéndose más y más cortinas de humo. La polarización va desapareciendo en la medida en la que van presentándose elementos para enardecer a los padres de familia y estos se inician justo ahora, en la apertura de los nuevos ciclos escolares. Las negativas sobre la presunción de privatizar el sistema educativo pierden peso y forma en la misma medida con la cual se solicitan cuotas de padres de familia cada vez más costosas, mismas en donde se presentan cuotas sobre el pago de mantenimiento del inmueble y presupuestos sobre las reparaciones urgentes, las de los sanitarios, patios y algunos bebederos. Cobra forma con esto lo tantas veces advertido: la reforma educativa tiene muchos otros elementos, menos aquellos que dan forma a su nombre.

 

Si a lo anterior se agregan denuncias de padres de familia cuyas escuelas están en zonas rurales dentro de la capital de la República, como son Milpa Alta, Xochimilco y Contreras, señalando que les están cobrando “cuota de inscripción”, ya se explica el porqué de la decisión de cerrar ellos mismos los planteles. Por si fuera poco, denuncian la venta de libros de texto en cuarenta pesos cada uno. De ahí su afirmación sobre la privatización de las escuelas, de la enseñanza. Se contraviene, señalan, un principio constitucional sobre la enseñanza gratuita y laica. “Ya en este país, ni lo uno ni lo otro”, reiteran con gran enojo, con coraje por haber dejado pasar el tiempo y no darles a los mentores la razón en su momento. Dar marcha atrás a este documento mal hecho, tanto en el terreno educativo como en el laboral, es claro que de nueva cuenta dejará muy mal parados tanto al Ejecutivo federal, como a su inservible gabinete y a los propios legisladores federales, a quienes las pifias les saltan en cada revisión de las leyes que, sin leer, aprueban.

 

A través de estas líneas agradecemos profundamente el interés por conocer el texto sobre la preocupación de los maestros. Es esta la segunda y última entrega:

…Me preocupa que cuando lleguen a funcionarios o diputados, en lugar de defender a su pueblo, vendan su conciencia y voten a favor de entregar las riquezas nacionales a los extranjeros o que voten la Reforma Educativa o la Reforma Laboral que acabó con la jornada de ocho horas, el aguinaldo, el reparto de utilidades y convirtió en esclavos de los patrones a los trabajadores.

Me preocupa que me quieran evaluar con un examen de opción múltiple vigilado por el Ejército y no sepan que trabajo en una escuela sin agua en los baños, sin pupitres, con alumnos que van sin desayunar o con las mochilas atiborradas de productos chatarra. Me preocupa que nunca uno de mis alumnos haya llegado a secretario de Educación, porque ese puesto está reservado para los amigos del presidente y para tecnócratas que nunca en su vida han pisado la escuela “Nicolás Bravo” del Valle de Toluca, donde las calles son de tierra y cuando llueve son de lodo. Me preocupa que con las modificaciones a la ley que aprobaron priistas, “panrredistas” y verde ecologistas, cuando tengan 70 años sólo puedan aspirar a una pensión de mil 500 pesos mensuales. Me preocupa que lloren cuando la selección de futbol pierde 7-0, pero que les valga madre cuando el Gobierno asesina a los estudiantes, a los maestros, a los luchadores sociales. Me preocupa cuando los veo dormidos en los camiones o en el Metro porque tardan dos horas en llegar al trabajo o su casa. Me preocupa que día a día coman peor, porque día a día la comida sube de precio y el kilo de tortillas cueste 12 pesos y los políticos, que ganan cien mil pesos mensuales, digan que el país crece y que tenemos la mejor infraestructura y que los inversionistas extranjeros están contentísimos. Y tanto me preocupa que no tengan clases mis alumnos, que lucho porque tengan otra clase de vida, otra clase de servicio médico, otra clase de justicia, otra clase de salario, otra clase de país… Y otra clase de futuro.

Como verá señorita, me preocupan mucho, muchísimo, mis alumnos. Por eso lucho.

3