Busca abuelito regresar a su casa en Chemax
Por Heiby Morales Vélez
«No sé cómo llegué aquí, no sé cómo llegué aquí», era lo único que respondía don Florencio Ek Briceño, de más de 60 años, cuando un grupo de ciclistas intentaba auxiliarle al verlo ensangrentado y raspado de piernas y brazos, con la ropa rasgada y a punto de colapsarse por una deshidratación mientras caminaba bajo los rayos de sol de mediodía a la mitad de la selva, por la reserva ecológica de Yum Balam.
Fue hace un mes que Efraín Millán y 13 ciclistas más agarraron camino rumbo a Rancho Viejo para practicar ciclismo todo terreno y llegar a Francisco May, cruzando la selva y parte de la reserva ecológica Yum Balam, por una brecha a 37 kilómetros del asentamiento más cercano. En ese paraje solo y peligroso encontraron a don Florencio, quien llevaba un short caqui y camisa roja, que al parecer tenía semanas sin mudarse de ropa. También portaba consigo una botella de pet vacía; sin una gota de agua para soportar el calor del día.
Al acercarse, notaron que iba herido, con los pies agrietados de tanto caminar en tan difícil trayecto. Le ofrecieron un poco de agua, la cual bebió como desesperado, y después de recobrar el aliento, preguntó que dónde se encontraba la tienda «Crespo», pues es el punto de referencia para regresar a su casa, ubicada en el poblado de Chemax, Yucatán. Los ciclistas le aclararon que estaba muy lejos, que mejor regresara al poblado, ya que iba a adentrarse a la selva aún más y corría el riesgo de ser presa de alguna bestia felina.
Desafortunadamente, los ciclistas no pudieron ayudarle más, por lo que lo abastecieron de agua y electrolitos para recuperarse de la deshidratación mientras seguía su camino. Al cabo de 15 días, los ciclistas que a menudo recorren ésta zona para practicar, se volvieron a topar al anciano, pero esta vez en una unidad deportiva de la Zona Continental de Isla Mujeres, justamente en el paradero de transporte, con la misma ropa y las mismas heridas.
En su segundo encuentro, Efraín se enteró del nombre del señor que se había encontrado en medio de la Selva. «Dijo llamarse Florencio Ek Briseño, originario de Chemax, y que sólo quería regresar a su casa, pero no sabe cómo y tampoco cómo llegó a éste lugar», expresó.
El ciclista notó que muy probablemente padezca de alzheimer, ya que por sus lagunas mentales no recuerda vivencias, lugares y se desorienta con facilidad, por lo que le tomó una fotografía para compartirla por sus redes sociales y buscar la forma de que los ciudadanos identifiquen a don Florencio, de tal modo que pueda regresar a su casa. Después de su segundo encuentro con el abuelito perdido, conoció a una persona que también lo identificó y entre pláticas le confesó que también él lo vio en la reserva de Yum Balam en el kilómetro 47, a 10 kilómetros de donde Efraín lo vio por última vez, por lo que lo subió a su camioneta y lo trajo hasta el poblado conocido como Rancho Viejo, pues después de haber caminado 47 kilómetros, por lo menos, su cuerpo estaba rendido.
Ahora, don Florencio se encuentra viviendo en un predio abandonado, con una construcción no terminada, frente a la Hacienda «Santa María Ecab», en donde es visitado por los ciclistas y vecinos de la localidad, los cuales les llevan ropa, comida, colchonetas y demás artículos personales para hacer su estancia más amena.