La cultura de los “Narcocorridos”

Armando Ríos Piter > Por una #SociedadHorizontal. Por una #NuevaRepública.

A lo largo de la semana pasada, la discusión que abarcó los más amplios segmentos del ecosistema socio-digital, fue la relacionada con los llamados “narcocorridos”. Mientras que un 65% de los cibernautas, criticó la difusión de este tipo de música, con el argumento de que se “glorifica al narcotráfico” pues se normalizan las conductas antisociales y delictivas en la juventud, el 35% restante defendió la libertad artística, donde la música es una forma de expresión cultural “que refleja la realidad social y no debe ser censurada”.

Vivimos en un país en el que, las autoridades presumen la disminución en el número de homicidios dolosos, pero donde al mismo tiempo, vertiginosamente, se incrementa el número de personas desaparecidas, a grado tal que la Secretaría de Gobernación señala que se presentan por día, 41 terribles casos. Por ello, frente a la “narco cultura”, debemos preguntarnos si el gobierno debe prohibirla o apostar a que sea la propia sociedad, en un contexto de libertad, la que limite su consumo y divulgación.

La reciente aparición de la banda “Los Alegres del Barranco”, quienes exhibieron fotografías de capos durante dos de sus conciertos, encendieron la discusión; la cual cobró otra dimensión, cuando la semana pasada, el cantante Luis R. Conriquez se negó a cantar narcocorridos en Texcoco, con lo que provocó la furia de los asistentes a su concierto. Ante la apología del delito, ¿qué debemos hacer cuando alguien exalta, justifica o promueve públicamente, conductas delictivas o a quienes las cometen? ¿Prohibición o libertad?

La primera vez que escuché los llamados “corridos tumbados” en voces de intérpretes como Natanael Cano, “Peso Pluma” o Gabito Ballesteros, me preocuparon las letras. No obstante, la verdadera sorpresa fue cuando les pedí su opinión a mis alumnos universitarios. La respuesta fue contundente, aunque sumamente triste: “no entiendo de qué se alarma profesor, esas canciones describen la realidad cotidiana del México que hemos vivido desde que nacimos”. Me quedó claro que, la música y la narrativa popular se entrelazan con el acontecer cotidiano. ¿Acaso los sueños de nuestra juventud se desnudan en las letras e imágenes de esa apología del delito?

La decisión de Conriquez de negarse a cantar narcocorridos para “mostrar responsabilidad social”, aparejada con el rechazo violento del público, donde los asistentes reaccionaron con gritos, injurias y botellazos, “exigiendo los narcocorridos que esperaban escuchar”, dan muestra clara de la confusión que vivimos. Mientras que, en Michoacán, el gobierno anunció que prohibiría “cualquier presentación de este tipo”, Sheinbaum comentó que apuesta por una cultura de paz, donde la expresión artística tenga un balance con la responsabilidad social”. Diversos expertos han advertido que la censura podría aumentar el atractivo de este género y crear un mercado negro. ¿Qué debemos hacer?

Es fundamental hacer a un lado la hipocrecía. Tristemente, en amplias franjas del territorio nacional, hemos permitido que la delincuencia y el narcotráfico, sean las únicas rutas, para la permeabilidad social. Ahí donde los jóvenes no tienen alternativas de estudio o de empleo, han sido la informalidad y la ilicitud quienes las han generado. ¿Cómo evitamos que la frustración del joven que recibe una paga miserable, defina la realidad cotidiana? ¿Cómo valoramos más el trabajo lícito sobre el ilícito? ¿Cómo logramos que la autoridad sea más apreciada que los grupos criminales?

Debemos analizar la terrible contradicción que, como sociedad procreamos con esta música. Por un lado, nos solidarizamos con el terrible dolor de las víctimas frente al descubrimiento de un campo de entrenamiento-exterminio en Jalisco, por otro, permitimos que se hagan himnos a los verdugos que cometen esos hechos atroces.

La discusión está dividida. Frente a la postura presidencial de “no prohibir los narcocorridos en México”, el 60% de los participantes se manifestó en contra, mientras que un 40% mantuvo una opinión positiva. Por otra parte, frente al anuncio de las autoridades michoacanas, de prohibirlos en aquella entidad, hubo un 50% de menciones a favor, frente a un 50% de menciones en contra.

Estoy convencido que la prohibición por si sola será inútil. Debemos tomar conciencia que la cultura imperante, solo podrá modificarse con la construcción de una nueva, en la que los valores sean renovados y promovidos como superiores por parte de las mayorías. La #SociedadHorizontal tiene frente a sí una tarea colosal, sin embargo, en ello descansa la posibilidad de una #NuevaRepública.

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