Aranceles

Armando Ríos Piter > Por una #SociedadHorizontal. Por una #NuevaRepública.

La noticia que sacudió al mundo la semana pasada, fue el anuncio realizado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el que señaló que se impondrá un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos. Aunque diversos analistas han subrayado que, estas tarifas van dirigidas principalmente a China, India, Corea y Brasil, la medida afectaría de forma importante a Canadá y México. El valor de las importaciones de acero y aluminio procedentes del primero, es de casi 21 mil millones de dólares. El segundo país que más lo resentiría sería el nuestro, con poco más de 7 mil millones de dólares de exportaciones anuales. El tercero será China con cerca de 5 mil 700 millones de dólares.

La medida fue diseñada por Peter Navarro, principal asesor comercial de Trump, quien ha declarado que “los aranceles 2.0 al acero y aluminio pondrán fin al dumping extranjero, impulsarán la producción nacional y asegurarán nuestras industrias del acero y el aluminio como columna vertebral y pilares de la seguridad económica y nacional de Estados Unidos”.


Se trata de un mecanismo de proteccionismo comercial, que además de que busca “reordenar” el contexto geoeconómico y geopolítico, a partir de la importante capacidad de compra que aún tienen la economía estadounidense, utilizan el acero, el aluminio o los coches para “hacer a América Grande de Nuevo” frente al electorado.


Para el caso mexicano, el planteamiento reaviva los múltiples frentes que tenemos abiertos en la relación bilateral. En principio, recuerda las intenciones del mandatario estadounidense de “regresar” la industria automotriz a su territorio. Al mismo tiempo, pone lupa en la delicada situación que prevalece, respecto a importaciones chinas que después se etiquetan como mexicanas hacia E.U. Finalmente, evidencia las asimetría prevalecientes, al haber pasado apenas una semana de que se enviaron 10,000 efectivos a la frontera Norte.


México enfrenta acusaciones de triangulación con Asia. En diversos foros se ha dicho que existe una “compra disfrazada de acero chino para ser revendido a Estados Unidos como producto nacional”.

Aunque la triangulación ha sido negada públicamente por la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero, las dudas existen pues hay empresas asentadas en el país, que importan acero de Vietnam y Malasia, con cero arancel porque son dos países que están suscritos al Acuerdo de Asociación Transpacífico al que México se unió en 2018 y después venden a Estados Unidos -valiéndose del T-MEC- con una ganancia enorme.

En mi opinión, es en esta posible “trampa”, en la que habría que poner énfasis por parte del equipo negociador mexicano, no solo en esta coyuntura específica, sino principalmente, de cara a la eventual revisión del T-MEC. Hay una competencia geopolítica con China. México tiene que recuperar la confianza perdida por parte de nuestro socio comercial. Ese es el verdadero desafío.

Francisco González, presidente de la Industria Nacional de Autopartes ha declarado que si aplican dichos aranceles, esto elevará el costo de los autos hasta en 8 mil dólares, afectando a sus consumidores. Por su parte, Jim Farle, director ejecutivo de Ford Motor subrayó que tal medida “arruiraría” a la industria automotriz de Estados Unidos y advirtió que los costos del sector aumentarían hasta en 60 mil millones de dólares. La Industria Nacional de Autopartes en México, también alertó que esta amenaza arancelaria generaría un impacto de 1.5 por ciento al PIB automotriz.


Las agencias calificadoras, Fitch Ratings y Moody’s Ratings, señalaron que, si los aranceles de Estados Unidos se reactivan en marzo, las consecuencias serían considerables, porque los insumos intermedios para realizar el ensamble y procesamiento de las unidades cruzan la frontera en diversas ocasiones. Fitch advirtió también que se podría provocar una recesión y presionar la calificación soberana de México.

Dado que la medida afectaría -de manera significativa en el corto plazo- las cadenas de suministro, especialmente en manufactura automotriz, energía y agricultura, aumentaría costos, incrementaría precios para los consumidores estadounidenses y generaría incertidumbre comercial, es probable que México logre diferenciarse -junto con Canadá- del resto de los países que se verían afectados por tal medida.

No obstante, lo que verdaderamente está en juego es convencer a Trump, de que México es útil y necesario para el reordenamiento mundial de largo plazo que el presidente quiere impulsar. Nuestro equipo negociador deberá actuar con templanza, maginación política, pero sobre todo con honestidad, para librar esta segunda amenaza arancelaria.

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