Transporte de tercera

COMBIS LLEGARON A REDUCIR LA CALIDAD DEL SERVICIO QUE RECIBÍA LA CIUDADANÍA.

 

Pese a ser un servicio que a diario utilizan más de 360 mil cancunenses, demanda que se estima crece 5% cada año, el transporte público de la ciudad muestra una franca decadencia en su calidad, tanto por el estado de deterioro de gran parte de las unidades, la incomodidad que ha representado la inclusión de unas 700 combis en rutas con excesiva demanda, por lo que casi siempre viajan saturadas, así como por la faltas de capacitación de muchos choferes, cuyo único aval para el trabajo que realizan es su licencia de manejo.

Las modificaciones que en los últimos tres años han realizado las autoridades de Gobierno sobre la prestación de este servicio, derivó en que se diera una importante sustitución de autobuses  y microbuses por camionetas  tipo Urban, principalmente, mediante la concesionaria Transporte Terrestre Estatal (TTE).

Al ser más pequeñas dichas camionetas y por ende al reducirse su capacidad de pasajeros, el común denominador es su saturación, que de cierto modo ha sido permitida por las instancias responsables, al permitir que hasta ocho o 10 pasajeros viajen de pie, apretujados en unidades que no están habilitadas para ello.

Si bien, hace poco más de una semana, la Dirección de Transporte y Vialidad, apoyada con elementos de Tránsito, retomaron los operativos para evitar el sobrecupo en estas unidades, tras la muerte de un bebé de un año y medio de edad en un aparatoso accidente, el problema aún persiste, según refieren los propios usuarios.

Es justamente sobre los conductores de estas camionetas, en quienes  recae la mayor cantidad de anomalías relacionadas con el desempeño de los choferes del transporte público, quienes justifican su proceder culpando a las empresas para las que trabajan, bajo el argumento de que «los presionan para  realizar los recorridos en horas de salida y llegada exactas», ya que de lo contrario son sancionados y porque de este modo pueden cubrir las cuotas diarias que les exigen los concesionarios, así como los gastos en gasolina y aportaciones sindicales, sin importarles el riesgo en que ponen a sus pasajeros.

Tal presión, deriva además en frecuentes episodios de maltrato hacia los usuarios, cuando se les exige hacer lugar para ingresar más pasajeros, pese a ir al tope, o cuando responden de forma grosera a reclamos por manejar de forma imprudente.

“Si no te gusta como manejo, bájate o pasa tú aquí adelante a manejar»;  «¿Estás amargado o cuál es tu pe…?», suelen ser algunas de sus respuestas, en tono altanero, grosero y prepotente.

Por Raimon Rosado > Quequi

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