Tercer domingo de adviento: Aires de Navidad

Pbro. Carlos César González Cruz.
¿Quién no ha pasado por una iglesia sabiendo lo que es? ¿Quién no ha escuchado las campanas de una iglesia anunciando algo? ¿Quién no ha entrado en una iglesia buscando algo para su necesidad?

¡Las compras! La gente preparando con tiempo sus regalos, hay que evitar las “compras de pánico”. ¡La Navidad está ya por llegar!


¿Cómo será la Navidad para aquellos que están hospitalizados?, ¿y para aquellos que atraviesan por enfermedades mortales y están desahuciados? ¡Bueno, eso qué importa, estar uno bien es suficiente! Es normal que haya gente en los hospitales, es normal ver cortejos fúnebres dirigirse al panteón, la gente enferma y muere. ¿Ahhh sí? Cuando nos pasa a nosotros es cuando decimos: ¿Por qué a mí? ¡No puede ser! Pero, ¿A caso no sabíamos que es normal?

¿Qué está pasando que nos estamos volviendo fríos e inhumanos? ¿Estamos dispuestos a cenar, tomar y festejar sin recordar al que se hizo humano? ¡Sí, Jesucristo! Como dice la Biblia: Ustedes conocen el generoso amor de nuestro Señor Jesucristo, quien siendo rico se hizo pobre por ustedes, para que, por medio de su pobreza, ustedes se hicieran ricos. 2 Cor. 8:9.

Jesucristo se hizo humano, estando en la eternidad, siendo Dios mismo, irrumpe en un mundo caído, con gente dañada por el pecado, fría e inhumana. Observe lo que dice la Palabra: El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; A los que habitaban en tierra de sombra de muerte, La luz ha resplandecido sobre ellos. Isa.9:2. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Jn. 1:9; Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

La Navidad es el festejo de la irrupción de Jesús a nuestro mundo, a nuestra vida la cual es iluminada con rayos y luz de su amor. Detengámonos a ver los menos favorecidos, a los necesitados para amarlos con el amor de la Navidad, compartamos con los que menos tienen algo de lo mucho que hemos recibido; hagamos de nuestra vida el dichoso pesebre que recibió a Jesús en su nacimiento. ¡Tengamos un encuentro con el Señor!


¡Bendiciones amigos caminantes del camino llamado vida!

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