Tendrá EU las elecciones más costosas
Los comicios presidenciales del 5 de noviembre costarán más de 15 mil MDD.
Por Agencias
Estados Unidos
Las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos se perfilan como las más costosas de la historia, con una factura total de más de 15 mil millones de dólares en todas las carreras a nivel nacional, incluidos al menos 1.1 mil millones de dólares de la campaña de Kamala Harris y más de 900 millones de Donald Trump.
La significativa ventaja económica y financiera de la vicepresidenta a solo días de los comicios le ha permitido saturar los medios electrónicos, plataformas digitales, las redes sociales y espectaculares con mensajes políticos, pero como ha ocurrido en otras campañas presidenciales, esa ventaja no le garantiza un triunfo electoral contra Donald Trump.
“Este asombroso costo del ciclo electoral de 2024 tiene sus salvedades. La inflación entre 2020 y 2024 ha sido significativa. Si se ajusta a la inflación, el total de recaudación de fondos de 2020 equivaldría a 18 mil 300 millones en dólares de 2024”, señalaron Sarah Bryner y Brendan Glavin, de Open Secrets, la organización que monitorea cada moneda en el sistema de financiamiento electoral de Estados Unidos.
La recaudación
De acuerdo con su contabilidad, Harris ha acumulado al menos 906 millones de su propio comité de campaña, además de 245 millones de grupos externos, los llamados Comités de Acción Política (PAC), mientras que Trump recolectó 367 millones y 572 millones, respectivamente.
Solo en septiembre, Harris recaudó un total de 359 millones de dólares con el apoyo de grupos externos, de los cuales 222 millones corresponden a su propia campaña; sin embargo, gastó 270 millones en el mismo periodo en publicidad ese mes.
Aunque Harris y las organizaciones afiliadas totalizaron la astronómica cifra de 633 millones en tan solo un trimestre, los precedentes históricos muestran que no necesariamente el candidato con las arcas de campaña más repletas tiene la garantía de ganar los comicios presidenciales.
En las elecciones de 2016, Hillary Clinton gastó aproximadamente 768 millones de dólares, en comparación con alrededor de 400 millones de Trump. A pesar de la diferencia de gasto, el republicano ganó por la aritmética del Colegio Electoral, aunque la ex primera dama demócrata lo arrasó con una diferencia de más de tres millones de votos populares.
En 1992, George H.W. Bush tuvo una ventaja financiera sobre el joven y poco conocido gobernador de Arkansas, Bill Clinton, toda vez que el presidente en funciones erogó 131 millones de dólares, comparado con apenas 93 millones del demócrata, a pesar de lo cual el republicano no fue reelecto a un segundo periodo.
A pesar de esos ejemplos, entre otros, la realidad es que los candidatos estadunidenses con más fondos de campaña tienen en general cierta ventaja sobre sus rivales políticos, en especial cuando ya son titulares de un cargo público y buscan su reelección.
En Estados Unidos, el financiamiento de las campañas presidenciales proviene principalmente de tres fuentes: donaciones individuales, los PAC y los súper PAC.
Las donaciones individuales, es decir, aportes de ciudadanos a la campaña de su candidato favorito, tienen un límite de 3 mil 300 dólares por elección para las primarias y otra cantidad similar para los comicios generales, según las normas de la Comisión Federal de Elecciones.
Sin embargo, las donaciones a los súper PAC no tienen límites, lo que permite a individuos adinerados, empresas y sindicatos contribuir con grandes sumas de dinero para apoyar o criticar a candidatos específicos, siempre y cuando no se coordinen con sus campañas.
Los PAC pueden donar directamente a las campañas, aunque con restricciones de monto.
Por eso el multimillonario Elon Musk detonó un debate nacional a raíz de su oferta de entregar un millón de dólares todos los días a una persona seleccionada al azar que firme su petición en línea en apoyo a la primera y segunda enmiendas de la Constitución estadunidense, que protegen el derecho a la libre expresión y a la propiedad de armas de fuego, respectivamente.
Su acción desató opiniones encontradas entre juristas constitucionales; mientras algunos creen que se trata de un delito por tratar de influir el voto en una elección cerrada, otros creen que su oferta no induce directamente a las personas para registrarse para sufragar por algún candidato en particular.