La necesidad de amor
La ley escrita lleva a la muerte, en cambio el Espíritu lleva a la vida. 2 Corintios 3:6.
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gálatas 5:14.
¿En qué se basa el amor que profesan hoy las parejas? ¿Se basa en los sentimientos o en interés? ¿tal vez en la belleza física? ¿En el dinero y los bienes? Antes, para asegurar el matrimonio se hablaba de “las dos leyes”, te obligaban a casarte por el registro civil y la iglesia. Y te amenazaban con desheredarte e irte al infierno si te separabas.
Hoy para vivir juntos, el amor no es necesario. Solo se necesita “gustarse”, “sentir bonito”. Los matrimonios de hoy son desechables, duran lo que duran los sentimientos, el interés o el dinero. Hoy, una relación de pareja esta sostenida por muchas, pero sin el amor.
¿Amor a qué o a quién? Exactamente, es importante aclarar eso.
“La ley mata, pero el espíritu vivifica” dice la Palabra de Dios; La ley cansa, cansa que te digan que estás obligado a cumplir ciertas cosas, que tu pareja te diga sus derechos, a lo que te comprometiste al casarte; y mientras te lo digan y reclamen, menos lo harás. Por naturaleza somos rebeldes a las leyes y forzar una situación hace que se pierda el amor, y así, las cosas las haces solo por obligación. La esencia del amor irá desapareciendo y creando dolor.
Hoy, hay Mujeres y hombres que fiscalizan, revisan celulares, checan tiempos, ponen GPS para saber dónde anda su pareja lo cual genera irritabilidad, no dormir bien, no tener ganas de comer, no bañarse, no arreglarse y quererse morir.
¿Dónde fundamenta usted el amor a su pareja o a sus hijos? ¿En qué fundamenta usted el amor a sus amigos, compañeros de trabajo? En sí, las relaciones interpersonales que usted tiene, ¿en que la fundamenta?
Usted no respetará nada, no respetará a nadie, sea lo que sea, sea quien sea, si su vida no está fundamentada en el amor a Dios, si usted no mira para arriba, y reconoce quien está sobre usted y lo cubre de amor, le ha hecho su hijo para el bien de usted mismo, de sus semejantes y de la naturaleza, su corazón será inhóspito. La falta de amor a los semejantes, a usted y a la naturaleza, es la falta de amor a Dios. Solo amando a Dios se está en condiciones para amar a otros.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor. Col. 3:23
¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida! Pbro. Carlos César González Cruz.