
La mujer que merece mi admiración
Misión evangélica > Pbro. Carlos César González Cruz.
El 08 de marzo no se celebra a la mujer, se conmemora el día internacional de la mujer. Tomar este día como una celebración es un concepto erróneo ya que altera el motivo real detrás de esta fecha.
Es en el año 1908, cuando 129 mujeres murieron en un incendio dentro de una fábrica en Nueva York, Estados Unidos, Ellas hacían una huelga con el lema “Pan y rosas”, en la que pedían salarios justos, condiciones laborales más humanas, una reducción de la jornada laboral a 10 horas, y un salario igual al que percibían los hombres.
Lamentablemente la huelga terminó en una tragedia, ya que uno de los dueños de la fábrica cerró las puertas del establecimiento para disolver la protesta y un incendio terminó con la vida de las obreras. Los dueños de la fábrica, Max Blanck e Isaac Harris, conocidos por sus prácticas laborales extremadamente abusivas y su falta de consideración por los derechos y la seguridad de sus trabajadoras, fueron sometidos a juicio el año siguiente.
Es pues que cada 8 de marzo se conmemora “El Día Internacional de la Mujer Trabajadora.” Aún a nuestros días, debemos apoyarlas para que sean respetadas con trabajos dignos para ellas, sin acoso sexual, condiciones adecuadas y salarios dignos.
El respeto, valor y apoyo debe venir desde la casa, con el papá, los hermanos, el marido y todo varón; somos llamados a valorar su vocación y desempeño que tienen en la sociedad. Muchas de ellas, después de un cansado día, llegan a casa a desempeñar el trabajo de esposa y madre sin recibir consideración de los varones.
Admiro a aquella mujer que pese a ciertas limitantes por venir de pequeñas poblaciones donde la mujer aun es marginada y poco valorada, triunfaron en sus estudios y aportan con su trabajo profesional a la sociedad. Valoro y admiro a la mujer madre soltera, esa que fue abandonada de su pareja y se parte el alma trabajando para dar de comer y educar a sus hijos; Admiro a esa, la que muchas veces tolera la dureza de su marido, sus borracheras y hasta infidelidades por no desbaratar su hogar y mantener unida su familia.
Esas damas las valoro y las admiro. Hay otras, aquellas que ignoran lo que se conmemora el 8 de marzo y aprovechan para salir a las calles y hacer una fiesta en la que despotrican y hacen toda clase de desmanes rompiendo cristales de los comercios, incendiando vehículos y golpeando al masculino que se les atraviese, ellas, no se merecen mi admiración.
“Trabajen en favor de la ciudad a donde los desterré, y pídanme a mí por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes.” Jer. 29:7.
¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino en el sendero llamado vida!