Misión Evangélica: ¡Ya viene la Navidad!

La Navidad es anunciada con anticipado tiempo en los centros comerciales, la gente corre de un lado a otro, se comunica con sus seres queridos, hace planes para viajar, para recibir sus invitados, hay alegría inmensa al saber que la familia se reunirá en noche buena; los niños se alegran con la visita de Santa Claus que les trae juguetes, etcétera.

La Navidad y el fin de año siempre es una época para hacer una pausa, para meditar y reflexionar. La necesitamos después del trajín de todo el año, la Navidad nos pone frente a retos y desafíos para limar las asperezas que han surgido durante el año, y recibir muy bien el año nuevo. El saludo “Feliz Navidad” siempre es bastante fraterno y lleno de alegría. Lo fue cuando se aproximaba la primera Navidad, ¡Qué alegría, qué emoción y sorpresa para el sacerdote Zacarías!

“Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.  Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.  Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Lucas 1:13-20.

Elizabeth y Zacarías ya eran viejos, ya no tenían la remota esperanza de tener hijos, sin embargo, al entrar al santuario y oficiar como sacerdote, quizás hizo su última petición: “¡Señor, concédeme un hijo!”. Pues Dios se lo concedió y no fue cualquier hijo, el hijo sería Juan el Bautista, que fue el embajador y anunciador del maravilloso y más grande regalo que Dios daría al mundo, Jesucristo el Verbo encarnado. Algo increíble para el sacerdote Zacarías quien pidió una señal al ángel que hablaba con él y por su incredulidad, quedó mudo hasta el nacimiento de su hijo.

Siempre hemos de alegrarnos con la llegada de la Navidad, debemos disponer nuestro corazón como un humilde pesebre para su nacimiento, lo necesitamos cuando las mas densas tinieblas de pecado y la oscuridad de maldad prevalecen en el mundo.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Juan 1:9.

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino llamado vida! Ps. Carlos César González Cruz.

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