El Bestiario: La única y auténtica victoria es la paz en Gaza
Resultado del diálogo y de los pactos, camino que Israel y Palestina han ido abandonado hasta llegar a la actual catástrofe sin horizonte
Santiago J. Santamaría Gurtubay
El resultado es insólito, lo nunca visto, horrible para Israel. Jamás desde 1948 se había producido una penetración como esta en su propio territorio desde la fundación del Estado. Nunca el balance inicial de víctimas, al menos de la primera batalla, se había visto tan equilibrado. Jamás se había producido una toma de rehenes tan numerosa, un auténtico capital para negociar si se compara con anteriores canjes de prisioneros e incluso de cadáveres de soldados. La respuesta que se prevé será devastadora. Ya es devastadora. Y de momento siniestra la amenaza de Bibi Netanyahu: quiere convertir Gaza en un solar, al estilo de lo que está haciendo Vladímir Putin en Ucrania.
Exige a los gazatíes que se vayan. ¿A dónde podrán ir? Apela a la venganza, naturalmente; pero sabe sobre todo que de la intensidad de la respuesta depende la restauración de la capacidad disuasiva de su ejército, algo que para Israel constituye una necesidad vital. Es insoportable la debilidad demostrada por sus servicios secretos, incapaces de prever una invasión de tal envergadura. Era insostenible la división creciente del país, polarizado alrededor del Gobierno más extremista de su historia, con la división de poderes y la democracia en peligro, y conducido por los colonos supremacistas de Cisjordania y por los ultraortodoxos fundamentalistas.
Netanyahu los necesitaba, pero ahora podrá prescindir de ellos, porque la entera oposición israelí que venía manifestándose contra su Gobierno ahora se ha ofrecido para formar el Ejecutivo de unidad nacional que exigen siempre las guerras. Simétrica reacción se va a producir en el otro bando, donde los motivos exhibidos por Hamás para desencadenar la guerra encuentran toda la comprensión de la población palestina. El más reciente y más popular de los argumentos, que suscita simpatías en todo el mundo musulmán y árabe, surge de la profanación con motivo de la fiesta del Sucot de la Explanada de las Mezquitas por los fundamentalistas judíos hace un par de semanas.
En 1973, cuando los países árabes atacaron Israel por sorpresa durante una festividad judía (Yom Kipur), al igual que hicieron las milicias de Gaza aprovechando el fin de Sucot, se desmoronó en pocos días la denominada ‘conseptsia,’ el consenso entre los servicios de inteligencia de que los vecinos no lanzarían una guerra contra Israel porque la sabían perdida de antemano. Seis años antes, el Estado judío había entrado en una actitud de euforia tras derrotarlos en apenas seis días, tomando Gaza y el Sinaí, a Egipto; Jerusalén Este y Cisjordania, a Jordania; y los Altos del Golán, a Siria. Las fuerzas egipcias superaron además a velocidad récord la famosa Línea Bar Lev, una serie de fortificaciones al este del canal de Suez considerada hasta entonces inexpugnable.
Israel estuvo relativamente cerca de la derrota, hasta que Estados Unidos le envió 93 aviones de combate y 26.000 toneladas de equipamiento, dos días después de que la entonces primera ministra, Golda Meir, definiese el panorama en el campo de batalla como “absolutamente terrible”. Justo cuando se cumplían 50 años y un día de aquello, se desmoronó otra ‘conseptsia’ en el Estado judío: que la barrera en la frontera con Gaza ―en la que ha invertido miles de millones de euros y cuenta con sofisticados sistemas de vigilancia― también era prácticamente infranqueable. Que el control de las comunicaciones y la red de informadores sobre el terreno le permitiría anticipar un ataque de tal envergadura, y que, sea el día del año que sea, el Ejército israelí es uno de los más poderosos del mundo. Pero, sobre todo, que Hamás ―el movimiento islamista que no reconoce al Estado judío y gobierna Gaza desde 2007― estaba más interesado en mantener la estabilidad en la empobrecida Franja y en preservar los 18.000 permisos de trabajo en Israel para palestinos que en enfrascarse en una nueva escalada de violencia, por el efecto disuasorio de la previsible respuesta.
“Hamás logró engañar a Israel, con una estrategia de distracción durante meses, en los que estaba preparando la operación”, asegura Uzi Rabi, director del Centro Moshe Dayán del Centro de Estudios de Oriente Medio y África de la Universidad de Tel Aviv, que define lo sucedido como un “fiasco” estratégico-militar. “Es tanto un triunfo de Hamás como un fracaso de Israel. Son números [de muertos y secuestrados] que nunca se habían dado. El 7 de octubre de 2023 va a ser una fecha tan importante históricamente como el 6 de octubre de 1973”, agrega.
Al menos 260 cuerpos han sido recuperados por los servicios de emergencia israelíes del área del desierto próxima a la franja de Gaza donde cientos de jóvenes celebraban un festival de música electrónica durante la madrugada del sábado, cuando miembros del grupo islamista palestino Hamás irrumpieron disparando a la multitud. El festival se celebraba cerca del kibutz (cooperativa agrícola) Reim, en el sur de Israel y próximo a Gaza. Cientos de padres llevan esperando desesperadamente noticias de sus hijos desaparecidos en esta matanza que ha conmocionado a Israel. Este domingo muchos se desplazaron a la comisaria de la ciudad de Lod, cerca del aeropuerto Ben Gurión, que fue habilitada como centro de denuncia de los desaparecidos, según informa la agencia Efe. Además de los asesinados hay otros secuestrados por los ‘milicianos’ o ‘terroristas’ en una acción distópica filmada y distribuida en directo por las redes sociales. Sería interesante que tuviésemos un ‘lead’ creado por la inteligencia artificial. En periodismo se llama ‘lead’ al primer párrafo o entradilla que sigue al titular y que presenta en pocas líneas las claves más relevantes de la noticia.
De momento, es una victoria de Hamás, aunque aproveche a Netanyahu, una vez más salvado como primer ministro por sus feroces enemigos. Es amarga porque ya es muy cara en vidas humanas, como lo suelen ser todas las guerras, con victoria o con derrota, y porque lo será mucho más si sigue una escalada que puede prender la región entera. Las cifras escandalosas de cadáveres, civiles y militares confundidos, no suelen amargar a los comandantes victoriosos, siempre insaciables en carne de cañón, sean reales o imaginarias sus victorias, sea Vladímir Putin o sean los líderes de Hamás.
Y además es inútil, porque la guerra no suele resolver lo que no pueden o no saben resolver la política y la diplomacia. La desencadenan los extremistas y su violencia para llenar el vacío que han dejado la esterilidad de la política y de la diplomacia. La única y auténtica victoria es la paz, resultado del diálogo y de los pactos, justo el camino que Israel y Palestina han ido abandonando en las últimas décadas hasta llegar a la actual catástrofe sin horizonte. Desde Cancún, nuestra solidaridad con las víctimas.
@SantiGurtubay
@BestiarioCancun