Niños Vs. Inmaduros

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
1 Corintios 13:11.

Es lindo ver los niños, cómo piensan, cómo hablan, cómo actúa. Pueden estar desnudos sin sentir vergüenza, pueden pelearse y olvidar de manera inmediata, no guardan rencor, saben convivir, compartir, tolerar, no son egoístas; no son desconfiados.
Por otro lado, causa tristeza ver adultos comportarse de manera inmadura, caprichosos haciendo berrinche, se ofenden con cualquier cosa y son rencorosos.
La generación de nuestros días muestra está características, parejas que así como se unen de rápido, rápidamente se separan por cualquier cosa, luego andan peleando los hijos por el resentimiento y venganza hacia la expareja.
Si enfocamos esto a la iglesia, encontramos «cristianos inmaduros», quieren ocupar puestos importantes sin ser responsables, muchos solo están ahí sin desempeñar el cargo, otros, se van por nimiedades.

En todo y en todos lados se ve bien la gente «madura», esa que
Permanece cuando todos se rinden; que queda de pie cuando todos caen, que lucha cuando parecen las cosas ya perdidas, los que siguen hasta terminar.
Le preguntaron a un maratonista después de la carrera:
__¿Fuiste de los ganadores o de los perdedores?__.
__Fui de los ganadores__.
__ ¿Pues en qué lugar quedaste?__.
__En el lugar 145__.
__ Mmmm Entonces fuiste de los perdedores__.
__ No, los perdedores ni si quiera iniciaron la carrera, y si la iniciaron, no la concluyeron__.

Si tú has iniciado algo que en su momento pensaste que era lo mejor, fuiste llamado a iniciar y a terminar esa carrera, solo termina esa carrera.
Otra historia de maratonistas, cuenta que al final de la carrera, horas después, ya cuando la gente casi se había ido, los pocos que quedaban vieron entrar un maratonista que a media carrera había tenido una aparatosa caida y se veía lastimado, dolorido; aún así dió la vuelta olímpica para finalizar la carrera. La poca gente le aplaudió. Un periodista le preguntó:
_ ¿Ya para qué seguiste corriendo? Ya no ganas nada, no tenía caso este sacrificio__. Él le contestó:
__ Mí país me envió a correr y terminar la carrera. ¡Ese era mi objetivo! Empezarla y no terminarla sería una vergüenza __.
Amigos y hermanos caminantes del camino, empezar algo que vale la pena, tiene su precio. No dejes a medias lo que empezaste, más aún sí de la carrera cristiana se trata.

prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Fil. 3:14
Filipenses 3:14.
¡Bendiciones amigos y hnos. De la fe en Cristo Jesús. Pbro. Carlos César González Cruz.

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