Viven una pesadilla las niñas del estado
Por Soraya Huitrón
Son las niñas las que sufren mayor violencia física y psicológica en Quintana Roo, así lo dio a conocer la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), en su último informe.
El documento señala que, de los 298 casos registrados en el estado durante el 2021; 297 mujeres sufrieron algún tipo de violencia, mientras que solo hubo un caso se sexo masculino.
“De cada 10 niños y adolescentes atendidos por violencia psicológica en el país, nueve son mujeres y uno es hombre, lo que deja entrever que el género femenino es el que más sufre este tipo de violencia, sin importar la edad”, se lee en el informe.
A nivel peninsular, el Caribe mexicano se colocó en el primer sitio con un mayor número de menores afectados, mientras que en el vecino estado de Yucatán contabilizó en el mismo periodo 76 víctimas, y Campeche tuvo 30.
En comparación con el 2020, durante el 2021 hubo un incremento significativo en la entidad, pues pasó de 288 a 298 víctimas, siendo las niñas quienes más sufrieron este tipo de violencia, ya que los 10 casos más fueron del género femenino.
“Casi la mitad de los causantes de violencia psicológica contra las mujeres de entre 12 y 17 años en México (el 47.6%) son su pareja, de acuerdo a cifras de 2021. Un padre o padrastro fue el causante del 15.6% de las agresiones psicológicas contra niñas y mujeres adolescentes”, continúa el documento.
Por lo anterior, la Redim hizo un llamado a las autoridades estatales para atender esta problemática, ya que 260 casos se dieron por violencia familiar, de los cuales 255 fueron en menores entre 12 a 17 años, mientras que las víctimas restantes tienen una edad entre uno a 11 años.
“90.5% de las mujeres de entre 12 y 17 años agredidas psicológicamente en el país durante 2021 identificaron a una vivienda como el sitio de la agresión».
Este dato es particularmente relevante si consideramos que durante la pandemia se ha promovido el confinamiento como una medida de sanidad pública”, continúa.
Dos casos fueron registrados en adolescentes con discapacidad, los cuales tenían una edad entre 12 a 17 años y ocurrieron en el seno familiar derivado de su condición, por lo que tuvieron que ser llevados a hospitales para su atención.