Misión Evangélica: Maneje con precaución su vida
Una persona que devuelve un bien por un bien recibido, es una persona agradecida.
Una persona que paga mal por un mal recibido, hace justicia.
Una persona que devuelve un mal por un bien, es un ingrato.
Una persona que hace bien a quien le hizo un mal, es digno de admiración.
Todos respondemos a un estímulo recibido, nuestra respuesta tiene mucho que ver con el estado de ánimo que tenemos en ese momento. La respuesta inmediata puede ser inconciente, espontánea y precipitada.
Las personas con madurez e inteligencia emocional pueden llevar los estímulos al filtro del razonamiento. Por eso hay mucha diferencia entre «hacer las cosas y luego pensar, que pensar para hacer las cosas».
La mayoría de las personas respondemos de manera inmediata, de manera emocional; pocas personas usan su cerebro. Cuando estamos emocionados o enojados, nos olvidamos que tendremos cabeza.
«No prometas nada cuando estés contento ni jures cuando estás enojado; no seas rehén de tus propias palabras» me decía mi madrina.
«Déjame pensarlo»; «¿Te parece si lo dejamos pendiente?» «¿Lo hablamos después?»; «No quiero hablar de eso ahora», podría ser como activar el botón de pausa para el análisis de nuestra reacción ante los estímulos más críticos.
¡Cuántos de nosotros pagamos caro el no haberlo activado! Hicimos cosas que no debimos de hacer, dijimos lo que no debimos de decir.
Toda nuestra vida es de un constante reaccionar a estímulos; aprendamos a tomar decisiones acertívas.
Mi primo Checo le apodan «el orejas», sus orejas pasan de lo normal, son enormes, él siempre las presumía, decía que le ayudaban a oir mejor.
Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios. Santiago 1:19-20.
¡Bendiciones amigos y hermanos del camino! SJ. Carlos César González Cruz.