Misión Evangélica: ¡Por culpa del diablo!
_Mi sobrina Diovigilda es una diabla, con una vez que la llevé a la iglesia, alborotó el gallinero, traía tras de ella a todos los jóvenes. Los unió mas, les enseñó a que el amor es compartido, que el diablo es el culpable de las divisiones, que donde hay amor, está Dios. Eso sonaba bien, pero nos dimos cuenta que la chamaca ya era novia de una veintena de ellos, y a cada uno de ellos les dijo que debía guardar el secreto. Es de reconocerse que su sola presencia, su carisma y forma de ser hacía que la capilla se llenara con cualquier actividad que organizaba.
_ Bueno, pero ¿acaso los muchachos no se daban cuenta? _
_ Pues no, a todos les decía que deben amarse los unos a los otros, a hacer resaltar la amistad, etc.
_ Bueno, y ¿en qué concluyó el asunto?
_ Pues, como dicen por ahí, que no hay crimen perfecto, quienes la vieron besándose con uno y con otro, la confrontaron en presencia del obispo y él le pidió que aclarara el asunto. “¡Es culpa del diablo, el diablo me tentó y caí! Ustedes deben perdonarme; si son hijos de Dios están obligados” Dijo la cínica. Los muchachos uno a uno manifestó su perdón llorando, todos se perdonaron y hasta una acción de gracias hicieron donde reprendieron al diablo condenándolo al quinto infierno.
_Así que el diablo es el causante de todo… ¡Caray! No, pues si ella es un alma de Dios, un pan del cielo, ella no hizo absolutamente nada. ¡Todo es culpa de diablo! ¡Maldito diablo!
_ Sí, pero a ese diablo ya lo regresé al rancho con su papá, ya no la quiero tener aquí.
De estas y tantas cosas mas se entera uno sin querer. Mientras esperaba en el atrio a mi primo, escuchaba esta plática de unos extraños. Tal parece que el diablo es el culpable de todo lo malo de lo que lo acusan, sin que él mismo se entere. Esto dice la Biblia:
Cuando alguno se sienta tentado a hacer lo malo, no piense que es tentado por Dios, porque Dios ni siente la tentación de hacer lo malo, ni tienta a nadie para que lo haga. Al contrario, uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen. Santiago 1:13-14.
¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del buen camino de Dios! SJ. Carlos César González Cruz.