Simone Biles: Salud mental y la presión en la gimnasia

Por Dylan Vera Silva

Quequi Quintana Roo

Una de las noticias más estremecedoras de Tokio 2020, hablando del desarrollo deportivo, fue sin duda la de Simone Biles, la multicampeona estadounidense que abandonó la competencia tras el primer aparato, Biles ejecutó el salto de potro con un giro de 1.5, sin embargo cometió un error en la caída, lo que activó las alarmas y después de un análisis medico al momento y una serie de molestas en el tobillo derecho la retiraron de la competencia en donde se decidió que también sería reemplazada en las barras asimétricas, lo que dejaba al equipo de gimnasia y en total a la delegación de las barras y las estrellas sumamente preocupados.

Poco después, la situación se intensificó cuando Biles declaró con el pleno apoyo de su equipo, que debía abandonar la competencia pues se encontraba peleando con temas de salud mental, que implicaban depresión y ansiedad, reforzando con la siguiente frase plasmada en sus redes sociales; «Debemos proteger nuestro cuerpo y nuestras mentes y no solo hacer lo que el mundo espera que hagamos”, lo que nos deja con una serie de dudas pues instantáneamente las opiniones se dividieron brutalmente, siendo objeto de mucho apoyo, pero también de fuertes críticas.

Tomando en cuenta que representar a tu país en un evento de esta magnitud no es cualquier cosa, es imperante que antes de que un atleta tome una decisión tan fuerte, que va cargada de la ilusión y trabajo de toda una nación, analice completamente la situación, pero ¿Qué tanto se debe de presionar a un atleta para conseguir los objetivos establecidos y así cumplir con la agenda como país refrendando su poder y reputación deportiva como nación ante el mundo?. Es un hecho que el tema de la salud mental hoy en día es tendencia mundial, por lo que tomarla en cuenta, ya va por encima de cualquier logro o interés.

De acuerdo con Mayo Clinic, el hospital de especialidades #1 en los Estados Unidos de Norteamérica, “la salud mental es el bienestar general de la manera en que piensas, regulas tus sentimientos y te comportas. A veces, las personas experimentan una importante perturbación en este funcionamiento mental. Puede haber un trastorno mental cuando los patrones o cambios en el pensamiento, los sentimientos o el comportamiento causan angustia o alteran la capacidad de funcionamiento de una persona” lo que en resumidas cuentas, obstaculiza la capacidad de un atleta para desarrollarse.

Antes de emitir un juicio comparativo, me di a la tarea de profundizar en la historia de la gimnasia, disciplina de extrema precisión, esto por que surgieron comentarios de otros atletas, haciendo énfasis en que como profesional, había que saber lidiar con los problemas mentales, tal fue el caso de el tenista serbio Novak Djokovic, “La presión es un privilegio, Sin ella no existiría el deporte profesional. Si tu objetivo es estar en la cima de tu deporte, lo mejor es que comiences a aprender a lidiar con la presión y los momentos difíciles, tanto en la pista como fuera de ella” abriendo más el debate, viniendo este comentario del tenista #1 del mundo.

No les voy a mentir, claro que en un principio, desde la visión de un analista, pensé lo mismo, y hasta cierto punto estuve de acuerdo con el serbio, sin embargo hay un punto que instantáneamente vino a mi y es que al recorrer este camino del análisis deportivo, está muy claro para mi que no todas las disciplinas pueden tratarse igual, lo que puedo expresar de forma más puntual en que, no es lo mismo fallar siendo tenista, que fallar siendo gimnasta por el simple hecho de que el grado de peligro en cada deporte, no es el mismo.

Existen precedentes en la gimnasia, en que la perfección y la exigencia fueron determinantes tanto como para ganar medallas, así como para destruir vidas y estoy seguro que después de traer el presente algunas de estas historias, la visión ya no será igual de la decisión que la joven norteamericana tomó, por su bien y el de su equipo y es que seamos honestos, si que hace falta valor y agallas para desmarcarse de un evento de tal magnitud, siento tú, la máxima estrella de toda la delegación.

Para mí, el más importante fue el terrible caso de la rusa Elena Mukhina, quien en 1977, tras una fuerte presión por parte de la delegación rusa para vencer a la entonces estrella mundial Nadia Comaneci, en el Campeonato de Europa de 1977 ganó la medalla de oro en viga y barras asimétricas, una plata en all around y bronce en salto, poniéndola como la heroína nacional bajo la tutela del temido y exigente entrenador Mikhail Klimenko, todo esto de cara a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.

La presión con la que la Rusa entrenó los siguientes 3 años fue descomunal, al grado de que en uno de los entrenamientos, la gimnasta se rompió la pierna, lo que generó pánico al pensar en su posible falta a los juegos olímpicos en su país natal, algo que era impensable (en esos tiempos), debido a la importancia que tiene el deporte como  “soft power” para una nación tan grande, ¿Suena parecido no?. Mukhina fue obligada incluso a recuperarse, así de absurdo, pero de real, cumpliendo solo 2 meses con el yeso en la pierna para que mediante una serie de tratamiento se encontrara entrenando de nuevo, todo para lograr el prestigio demandado por su país.

Como era de esperarse, ocurrió la tragedia, faltando 2 semanas para el evento mundial, en uno de los entrenamientos, la pierna rota y poco recuperada de la rusa, sumada a un estrés y presión mental fulminante falló, lo que la llevo a impactar el mentón en el suelo a gran velocidad (como de hecho van siempre los gimnastas) lo que le provocó una fractura en las vértebras cervicales dejándola cuadripléjica de por vida, sin movilidad de cuello para abajo,

Tiempo después ella comentó lo siguiente; «Mi lesión podría haberse anticipado. Todos sabían que no estaba preparada para ese salto y guardaron silencio. Nadie se detuvo a decir que parara. Yo había dicho más de una vez que me iba a romper el cuello haciendo ese elemento. Me había hecho mucho daño varias veces, pero él (Mikhail Klimenko) simplemente me respondía: ‘Las gimnastas como tú no se rompen el cuello’”. La rusa murió en 2006, con solo 46 años, a causa de una complicación de su grave lesión. 

Esto nos invita a la reflexión es que en qué punto se debe de establecer el límite de la presión para los atletas y así poder decidir que es lo mejor para ellos, por que en definitiva, la muerte y las graves lesiones no pueden ser el determinante para saber cuando parar, así que en efecto, la siguiente vez que se emita un juicio en alguna disciplina, también debemos considerar el grado de peligro y es que Simone Biles es conocida por la ejecución de acrobacias con un grado de dificultad extremo, por lo que si ella no está al 100, debe ser escuchada para no ser un caso negativo y triste mas, de la historia en este deporte.

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