«Es mejor formar niños que reparar adultos»

_ ¡Maestro, Perlita me sacó la lengua! _

_Haber, abre tu boca_ (La niña abre su boca)

_Teresita, yo veo tu lengua puesta en su lugar_

Los demás niños ríen en tanto el maestro aprieta cariñosamente la mejilla de la niña.

Todos fuimos formados por maestros, desde nuestra infancia. Puede ser que hayamos tenido buenos o malos maestros, pero todos ellos dejaron sus marcas de enseñanza en nosotros, sin esforzarnos mucho, podemos recordar más aquellos que los sentimos como “padres”, por su paciencia, su cariño, su dedicación, comprensión y amor.

Actualmente se habla bastante de la “inteligencia emocional”, la inteligencia emocional es la capacidad para comprender, procesar y expresar nuestros sentimientos, así como identificar los sentimientos de los demás y poder conectarse con ellos. Uno de los propósitos del jardín de niños es la integración y convivencia con los demás niños, La escuela es el lugar propicio para desarrollar la inteligencia emocional, esencial para construir buenas relaciones.

La inteligencia emocional puede ayudar a manejar situaciones difíciles en nuestra vida y a integrarse mejor en cualquier entorno social ya siendo adultos.

Desarrollar la inteligencia emocional nos hace más empáticos, y permite profundizar en la conexión con miembros de la comunidad familiar, amigos, la pareja y también con gente nueva.

Desarrollar la inteligencia emocional es fundamental para una vida social próspera, empática y trascendente.

Tres áreas son importantísimas en nuestra vida, en ellas necesitamos crecer: Área Cognitiva; Área afectiva y Área motriz

En todos lados y en todas esas áreas tenemos maestros que nos guían, conducen y enseñan; a todos ellos les honramos en su día y en su día les decimos: ¡Muchas gracias maestros por su valiosa ayuda!

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del buen camino de la fe! Pbro. Carlos César González Cruz

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